Neville
(13 de diciembre de 1968)
NAVIDAD:
EL NACIMIENTO DEL HOMBRE COMO DIOS
“En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios y la Palabra era Dios. La Palabra se hizo carne y habita en nosotros.” (Juan,1) Nuestro nacimiento físico es la encarnación de Dios, pues encarnación significa la asunción por un ser divino de la forma humana o animal. Cuando tú naciste tu pequeña forma humana fue asumida por Dios. La Navidad marca la partida de la encarnación de Dios y tu nacimiento como Dios.
Hay dos nacimientos: uno cuando Dios asume tu forma humana y el otro cuando tú asumes la forma divina ¡como Dios! El primer nacimiento es desde abajo, mientras el segundo nacimiento – llamado Navidad – es desde arriba. Cada niño nacido de mujer es Dios encarnado, o el niño no podría ser consciente de que él es. Su conciencia es la encarnación de Dios. El mundo, no sabiendo esto, celebra el evento equivocado; pues la Navidad es cuando el hombre se hace consciente de ser Dios.
Hay unas cuantas paradojas que perturban a mucha gente. Todas ellas son citas efectivas o interpretaciones de una cita:
“Ya no os hablaré en imágenes, sino os hablaré abiertamente del Padre.”
“Salí del Padre y vine al mundo. De nuevo dejo el mundo y voy al Padre.”
“Yo y mi Padre somos uno.”
“Yo voy al Padre, pues el Padre es más grande que Yo.”
“Cuando me veis, habéis visto al Padre.”
“Aquel que llamáis Dios, es mi Padre, pero yo conozco a mi Padre y vosotros no conocéis a vuestro Dios.”
“Muéstranos al Padre. Si me conociérais no lo pediríais, pues nadie puede conocerme en el verdadero sentido y no conocer a Dios, pues Él y yo somos inseparables.”
¿Quién es el padre que es uno con su hijo, y sin embargo es mayor que él? ¿Puede ser él el hijo de Dios y sin embargo Dios Padre? ¿Y cómo puedo yo saber que yo y mi Padre somos uno? Tratemos de resolver estas extrañas contradicciones.
En el último capítulo del Libro de la Revelación, Dios dice: “Yo soy la raíz y la descendencia de David, la brillante estrella de la mañana.” Dios es la raíz, la fuente, la causa de toda vida. Él es el padre de David, ¡y sin embargo su descendencia!
Como la fuente, Dios es el padre de David, llamado Jesse o YO SOY. Como la descendencia, David es llamado el hijo de Dios. El profeta Samuel habló a David diciendo: “Dios declaró que cuando tus días se hayan cumplido y yazcas con tus padres, yo resucitaré a tu hijo detrás de tí que saldrá de tu cuerpo. Yo seré su padre y él será mi hijo.” (Samuel II,7)
Aquí vemos que la raíz y la descendencia son una. Yo (la raíz de David) soy la causa de toda vida. A pesar de eso yo vengo de David, le reconozco y digo: “Tú eres mi hijo, hoy te he engendrado.”
Como Dios Padre, asumo las limitaciones de la carne; y utilizando uno que es un hombre según mi corazón y hará toda mi voluntad, me vuelvo consciente de ser un hombre rico, un hombre pobre, un mendigo y un ladrón, hasta que David me revele como su padre. “Yo vine a hacer la voluntad de mi Padre, sin embargo yo soy el Padre, pues Dios Padre y el Hijo de Dios es un solo YO SOY.”
Sólo hay Dios en el mundo. Como el Padre, Dios creó una obra perfecta. Como el Hijo, Dios hace todos los papeles. Como el Hijo, Dios está restringido en sus actividades. Pero cuando el drama haya terminado, Dios deja el mundo del César – grandemente expandido – y regresa a sí mismo, al Padre.
Como el Hijo, Dios sufre. Pregunta a una persona quién está sufriendo y él responderá: ¡Yo soy! Ese es el Padre, que se ha encarnado asumiendo la forma humana. Cuando la representación se termine para él, Dios dejará el mundo como el Hijo, para regresar al reino de los cielos como el Padre. En nuestro misterio este acontecimiento es llamado Navidad. Tu entrada en este mundo es la encarnación de Dios. Su partida ocurre cuando su promesa a sí mismo esté cumplida en tí y tú experimentes una maravillosa serie de acontecimientos místicos.
Como Pablo, yo rezo para que aquellos que creen en mi mensaje de salvación sepan que es verdadero; que el nombre que yo les di para Dios no es mera poesía, sino un hecho – que tú eres el Padre. Os he dicho qué sucedió en mí. Les aseguro saber que es verdad. Estoy seguro de que mi partida acelerará la marcha para aquellos que han oído, aceptado y creído en mis palabras.
Ahora, un caballero escribió diciendo: “Me quedé dormido y soñé que estaba leyendo el periódico, mirando un anuncio a toda página de Wester Airlines. Estaban anunciando su nuevo sistema P.D., que eliminaría toda la congestión de pasajeros cuando aborden el avión. Súbitamente la página se volvió animada y yo estoy en la imagen, sonriendo de oreja a oreja mientras despierto.” En su carta se preguntaba por qué las iniciales P.D. Él pensaba que la D podría ser de “departure” (partida), pero no podía entender la P, aunque él utilizaba la palabra “plan” a lo largo de toda su carta.
Todo contiene dentro de sí mismo la capacidad de significación simbólica. Este caballero está en publicidad tan naturalmente que en el sueño está mirando un anuncio. En este mundo moderno tenemos aeroplanos que llevan al hombre desde la tierra a los cielos y los traen de vuelta de nuevo. Pero este es un plan de transporte.
En el Libro de Efesios leemos: “Él nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad en toda sabiduría y penetración de acuerdo con su propósito que él establece como un plan en Cristo por la plenitud del tiempo para unir todas las cosas en él, las cosas en el cielo y las cosas en la tierra.”
Mi amigo lo llamó partida. Esto no significa necesariamente que él se vaya esta noche o en los próximos cuarenta años. Para mí como intérprete del sueño, significa que él ha terminado el viaje. Como Pablo, el tiempo para su partida ha llegado. Él ha luchado bien. Ha terminado la carrera y conservado la fe. Desde entonces está preparada para él la corona de la justicia.
Esta corona no es algo lleno de joyas, sino la corona de la victoria. Sólo cuando uno ha terminado la carrera le puede ser dada la corona. Él ha luchado su propia batalla consigo mismo, y ha vencido. Su vuelo a los cielos es un plan que irrumpirá, haciéndole partir de este mundo del César para experimentar personalmente la Navidad.
La Navidad no es la encarnación de Dios, sino la partida del hombre como Dios; pues Dios se convirtió en Hombre para que el Hombre pueda convertirse en Dios. En el sueño de mi amigo, él tomó las imágenes del siglo veinte, y puesto que todo contiene dentro de sí la capacidad de significado simbólico, un aeroplano simboliza lo que lleva hacia los cielos. Está destinado a subir por encima de la tierra. La “P” es el plan de partida que comienza con un nacimiento espiritual, seguido por la revelación de la verdadera identidad del hombre.
No hay modo de saber quién eres tú realmente hasta que el Hijo de Dios lo revela, pues “Nadie sabe quién es el Hijo excepto el Padre, y nadie sabe quién es el Padre excepto el Hijo y aquel a quien el Hijo elije revelársele.” El Hijo debe elegir revelarse a tí, pues sólo entonces tú sabes que eres Dios Padre.
Yo soy el camino. Yo soy la verdad. Yo soy la luz. Nadie llega a la conciencia de ser el Padre excepto por el plan de Dios. La dieta no lo hará. Vestir ciertas ropas, invernar en algún lugar llamado sagrado, o ser un sacerdote y subir de rango no lo hará. Hay sólo un camino al Padre, y ¡Yo – todo imaginación – soy el camino!
Mi amigo es un hombre felizmente casado con tres hijos, sin embargo está tan hambriento de la verdad; así que yo digo: Padre, deja que la verdad de mis palabras sea conocida, que él y todos aquellos que creen en mis palabras sepan que el amor con el que Tú me has amado, puede estar en ellos, y yo en ellos.
Un día tú descubrirás que Dios – el Padre que se convirtió en tí – ha completado su obra. Y debido a que él era Dios cuando se convirtió en tí, cuando su obra esté completada, tú te volverás consciente de que eres Dios. Hay sólo un camino para saber esto como un hecho, y es cuando el hijo de Dios, David, está ante tí y te revela como su padre. Entonces el templo del Dios Vivo – que es espíritu – es dividido en dos, y tú asciendes al cielo como una serpiente incandescente. Y finalmente, el símbolo del Espíritu Santo en forma de una paloma desciende, y – vistiéndote con Él mismo – una vez más te envía de nuevo a este mundo, para contar tu historia a aquellos que escuchen.
Este caballero tuvo un maravilloso sueño. Él puede algún día diseñar un plan que Wester Airlines utilice para facilitar la congestión de abordaje, pero ese no fue el mensaje del sueño. Él está partiendo de este mundo del César. Habiendo ya tenido estas experiencias, las ha olvidado. Pero recordará y sabrá que cuando llegue el momento para que él parta de esta pequeña sección de tiempo, no será restituído a la vida, sino que entrará en la Nueva Era. Siendo uno con el cuerpo de Dios, no conocerá restricciones, sólo la completa libertad de ser Dios Padre.
Habiendo entrado en el mundo, Dios el Padre de toda vida se encarnó en tu cuerpo de carne y hueso como el Hijo. Cuando la obra de Dios esté completa, Él partirá de este cuerpo y regresará a su cuerpo celestial como el Padre, redimiéndote. Este es el camino a la redención, y no hay otro camino.
Aunque las palabras “Yo y mi Padre somos uno, sin embargo mi Padre es más grande que Yo” parecen ser contradictorias, son verdad. Cuando Yo – la conciencia – asumo la limitación de la carne, soy consciente de la limitación. Encontrándome en la forma de un esclavo, me vuelvo obediente hasta la muerte en la cruz llamada Hombre, donde permanezco como Dios, restringido por mi encarnación. Entonces un plan predeterminado irrumpe y me libera de mi auto-encarcelamiento, y regreso al ser que yo era – pero ahora mejorado a causa de mi auto-impuesta restricción. Entonces yo puedo decir con Pablo: “He luchado bien. He finalizado la carrera. He conservado la fe. Ahora está preparada para mí la hoja de laurel – la corona de la justicia.”
Recuerdo una historia contada de Charles William Eliot, a quien – cuando se retiró como presidente de la Universidad de Harvard – le fue dado un regalo por un viejo amigo de Boston, que él atesoraba en gran medida. Su amigo le envió un envoltorio que contenía una sola hoja de laurel. Su mensaje era claro. Se le estaba diciendo que fue victorioso. Cada uno finalmente recibirá esa corona de la justicia, como la misma corona le es dada a todos los que llegan al final del viaje.
Saliendo de la conciencia de ser Dios Padre, tú vienes al mundo, haciéndote consciente de ser Hombre. Estás predestinado a regresar a la conciencia de ser Dios Padre una vez más. Ésta es la historia del Hombre.
Dios viene al mundo asumiendo la forma humana. Él se encarna en el nacimiento de un niño a fin de que respire. Mientras está aquí, Dios pasa a través de un literal infierno, porque su vida no termina con la tumba. Haciendo su salida de este mundo de muerte, Dios es devuelto a la vida para continuar el viaje; para morir y ser devuelto una vez más, una y otra vez, hasta que encuentra esta serie de acontecimientos sobrenaturales que llevan a Dios a su casa – en Navidad.
La Navidad marca el nacimiento del hombre como Dios, no el nacimiento de Dios como hombre. Hay toda la diferencia del mundo. Mateo y Lucas cuentan la historia del nacimiento, no como un niño pequeño físico, sino como una señal del nacimiento de un individuo como Dios, pues Dios ha nacido ese día en la ciudad de David.
Cuando Dios haya nacido en tí será en la ciudad de David. En ese momento tú naces como Dios. Y desde entonces crecerás en estatura. Crecerás a favor del Padre porque tú sabrás que eres uno con él. Continuarás estando encarnado, sin embargo, hasta el momento en que expreses tu último aliento. Entonces descubrirás que tú eres la vida misma, pues habrás entrado en el cuerpo único, Espíritu único, Señor único, Dios y Padre único de todo.
Una vez la individualidad se difundió en todo, como se nos dice en el Salmo 82: “Yo digo, 'Sois dioses, hijos del Altísimo, todos vosotros; no obstante, moriréis como hombres y caeréis como cualquier hombre, oh príncipes.'” Aquí está esta difusión universal del único YO SOY. Tú dices, yo soy. Yo digo, yo soy. Nosotros decimos, yo soy. Ese es el ser único que cayó, encarnándose convirtiéndose en Hombre.
No me importa qué se ha contado sobre el camino de Buda o Confucio; yo te he contado el único camino de vuelta al Padre. Mi testimonio no está basado en una teoría, sino en mi propia experiencia personal, y te digo una verdad: hay sólo un camino ¡Yo soy el camino!
Otro caballero (un artista de profesión) escribió diciendo: “Me encontraba en el fondo de un profundo pozo. Mirando hacia arriba veía un bello cielo azul con pequeños cúmulos de nubes blancas que se convirtieron en palomas, con las alas extendidas como si flotaran. Entonces me dije: 'Esto es lo que Neville enseña. La paloma realmente flota.'”
Estoy emocionado de que en el sueño de este hombre él recordara la enseñanza. En el Libro del Génesis se nos dice que cuando la inundación de la ilusión hubo terminado, la paloma apareció trayendo de vuelta la hoja de laurel [sic]: la ramita de la victoria. Y la paloma realmente flota sobre el agua cristalina.
Yo he visto esta gran inundación de la ilusión como atmósfera cristalina y ahora se que para mí, el arca, la inundación ha terminado. El hombre es o el arca de Dios o un fantasma de la tierra y el mar, ¡y él no es un fantasma! El hombre es el arca de Dios, conteniendo todo dentro de sí mismo.
Recientemente un gran médico fue preguntado sobre la gripe que se está extendiendo por todo nuestro país. Cuestionado por dónde va el microbio cuando la gripe remite, él respondió: “No va a ninguna parte. Permanece en el hombre para ser activado otra vez.” Yo digo que los estados de ánimo lo activan.
La lepra no viene de fuera. El cáncer tampoco. Todo está dentro del hombre. Lees el periódico y reaccionas. Esa reacción pone una sensación en movimiento, sea cólera, frustración o irritación. Cuando la sensación se va, ¿dónde va? Vuelve a dormir dentro de tí, pues tú contienes el mundo y todo lo que hay en él.
Dios se convirtió en tí y, conteniéndolo todo, Dios es absoluto. El mundo enseña que Dios es todo lo bueno y nunca lo malo. Pero si hay mal, y Dios no es mal, entonces Dios no es absoluto.
Si tú puedes experimentar algo que Dios no puede, entonces tú debes ser más grande que Dios, y eso no es posible. Cuando lees de un chico inocente que fue asesinado y reaccionas, activas algo dentro de tí. Ello puede ser el dolor de muela o de estómago de mañana. No sé lo que será, pero Dios no es burlado. Cuando tú siembras una reacción, recoges un acto, pues tú y Dios sois uno.
Dios realmente se hizo como tú eres en el momento en que respiraste, pues el aliento y el espíritu son una y la misma palabra en hebreo y en griego. Cuando te dieron una palmada en el trasero, tomaste una inhalación profunda y respiraste, Dios se encarnó en tí. Luego atraviesas los hornos de la experiencia para llegar al final, cuando experimentas esta serie de acontecimientos. Ningún otro acontecimiento o acontecimientos te llevarán de vuelta.
El primer acontecimiento es tu despertar y resurrección del cráneo donde Dios entró. Luego, tu nacimiento como Dios. Saliendo de tu cráneo, todo el simbolismo de las Escrituras como es descrito en Mateo y Lucas está ante tí.
Los tres testigos están ahí, así como el niño envuelto en pañales. Los testigos hablan sobre tí, pero no pueden verte, ya que ahora eres espíritu.
Entonces, a causa de que nadie ha visto nunca a Dios, sino a su único Hijo engendrado, que está en el seno del Padre, ocurre el segundo acontecimiento, cuando el Hijo de Dios está ante tí y te hace conocido para tí mismo. Entonces tú, también, dirás: “Yo soy la raíz y la descendencia de David.” Pues, saliendo del ropaje que has vestido a lo largo de tu viaje en el mundo de muerte, tú eres David, ¡el único Hijo engendrado de Dios!
No hay otro camino de vuelta al darse cuenta de ser Dios Padre, pues Él literalmente se convirtió en tí para que tú puedas convertirte en Dios. Se nos ha dicho que Jesucristo es el Hijo de Dios, sin embargo es él quien afirma: “Yo y mi Padre somos uno.” Él que me envió ha visto al Padre. Afirmar ser el Hijo que es el Padre es una paradoja; sin embargo es resuelta cuando tú te das cuenta de que el Hijo – salido del Padre – sigue siendo el Padre, pero está restringido por la encarnación.
Dios Padre toma en sí mismo la forma de un esclavo, y – convirtiéndose en el Hijo – es obediente hasta la muerte, incluso la muerte en la cruz del Hombre. Ésta la viste Dios, mientras se mueve de un estado a otro, a otro de lo que el mundo llama muerte, hasta que Dios experimenta el único plan definido para regresar a Sí mismo – el Padre. Así que la Navidad marca, no la encarnación de Dios, sino el nacimiento del hombre como Dios.
Ahora entremos en el silencio.
Traducido por Javier Encina
La conferencia original en inglés es CHRISTMAS: MAN'S BIRTH AS GOD (Neville Goddard 12-13-1968)
“En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios y la Palabra era Dios. La Palabra se hizo carne y habita en nosotros.” (Juan,1) Nuestro nacimiento físico es la encarnación de Dios, pues encarnación significa la asunción por un ser divino de la forma humana o animal. Cuando tú naciste tu pequeña forma humana fue asumida por Dios. La Navidad marca la partida de la encarnación de Dios y tu nacimiento como Dios.
Hay dos nacimientos: uno cuando Dios asume tu forma humana y el otro cuando tú asumes la forma divina ¡como Dios! El primer nacimiento es desde abajo, mientras el segundo nacimiento – llamado Navidad – es desde arriba. Cada niño nacido de mujer es Dios encarnado, o el niño no podría ser consciente de que él es. Su conciencia es la encarnación de Dios. El mundo, no sabiendo esto, celebra el evento equivocado; pues la Navidad es cuando el hombre se hace consciente de ser Dios.
Hay unas cuantas paradojas que perturban a mucha gente. Todas ellas son citas efectivas o interpretaciones de una cita:
“Ya no os hablaré en imágenes, sino os hablaré abiertamente del Padre.”
“Salí del Padre y vine al mundo. De nuevo dejo el mundo y voy al Padre.”
“Yo y mi Padre somos uno.”
“Yo voy al Padre, pues el Padre es más grande que Yo.”
“Cuando me veis, habéis visto al Padre.”
“Aquel que llamáis Dios, es mi Padre, pero yo conozco a mi Padre y vosotros no conocéis a vuestro Dios.”
“Muéstranos al Padre. Si me conociérais no lo pediríais, pues nadie puede conocerme en el verdadero sentido y no conocer a Dios, pues Él y yo somos inseparables.”
¿Quién es el padre que es uno con su hijo, y sin embargo es mayor que él? ¿Puede ser él el hijo de Dios y sin embargo Dios Padre? ¿Y cómo puedo yo saber que yo y mi Padre somos uno? Tratemos de resolver estas extrañas contradicciones.
En el último capítulo del Libro de la Revelación, Dios dice: “Yo soy la raíz y la descendencia de David, la brillante estrella de la mañana.” Dios es la raíz, la fuente, la causa de toda vida. Él es el padre de David, ¡y sin embargo su descendencia!
Como la fuente, Dios es el padre de David, llamado Jesse o YO SOY. Como la descendencia, David es llamado el hijo de Dios. El profeta Samuel habló a David diciendo: “Dios declaró que cuando tus días se hayan cumplido y yazcas con tus padres, yo resucitaré a tu hijo detrás de tí que saldrá de tu cuerpo. Yo seré su padre y él será mi hijo.” (Samuel II,7)
Aquí vemos que la raíz y la descendencia son una. Yo (la raíz de David) soy la causa de toda vida. A pesar de eso yo vengo de David, le reconozco y digo: “Tú eres mi hijo, hoy te he engendrado.”
Como Dios Padre, asumo las limitaciones de la carne; y utilizando uno que es un hombre según mi corazón y hará toda mi voluntad, me vuelvo consciente de ser un hombre rico, un hombre pobre, un mendigo y un ladrón, hasta que David me revele como su padre. “Yo vine a hacer la voluntad de mi Padre, sin embargo yo soy el Padre, pues Dios Padre y el Hijo de Dios es un solo YO SOY.”
Sólo hay Dios en el mundo. Como el Padre, Dios creó una obra perfecta. Como el Hijo, Dios hace todos los papeles. Como el Hijo, Dios está restringido en sus actividades. Pero cuando el drama haya terminado, Dios deja el mundo del César – grandemente expandido – y regresa a sí mismo, al Padre.
Como el Hijo, Dios sufre. Pregunta a una persona quién está sufriendo y él responderá: ¡Yo soy! Ese es el Padre, que se ha encarnado asumiendo la forma humana. Cuando la representación se termine para él, Dios dejará el mundo como el Hijo, para regresar al reino de los cielos como el Padre. En nuestro misterio este acontecimiento es llamado Navidad. Tu entrada en este mundo es la encarnación de Dios. Su partida ocurre cuando su promesa a sí mismo esté cumplida en tí y tú experimentes una maravillosa serie de acontecimientos místicos.
Como Pablo, yo rezo para que aquellos que creen en mi mensaje de salvación sepan que es verdadero; que el nombre que yo les di para Dios no es mera poesía, sino un hecho – que tú eres el Padre. Os he dicho qué sucedió en mí. Les aseguro saber que es verdad. Estoy seguro de que mi partida acelerará la marcha para aquellos que han oído, aceptado y creído en mis palabras.
Ahora, un caballero escribió diciendo: “Me quedé dormido y soñé que estaba leyendo el periódico, mirando un anuncio a toda página de Wester Airlines. Estaban anunciando su nuevo sistema P.D., que eliminaría toda la congestión de pasajeros cuando aborden el avión. Súbitamente la página se volvió animada y yo estoy en la imagen, sonriendo de oreja a oreja mientras despierto.” En su carta se preguntaba por qué las iniciales P.D. Él pensaba que la D podría ser de “departure” (partida), pero no podía entender la P, aunque él utilizaba la palabra “plan” a lo largo de toda su carta.
Todo contiene dentro de sí mismo la capacidad de significación simbólica. Este caballero está en publicidad tan naturalmente que en el sueño está mirando un anuncio. En este mundo moderno tenemos aeroplanos que llevan al hombre desde la tierra a los cielos y los traen de vuelta de nuevo. Pero este es un plan de transporte.
En el Libro de Efesios leemos: “Él nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad en toda sabiduría y penetración de acuerdo con su propósito que él establece como un plan en Cristo por la plenitud del tiempo para unir todas las cosas en él, las cosas en el cielo y las cosas en la tierra.”
Mi amigo lo llamó partida. Esto no significa necesariamente que él se vaya esta noche o en los próximos cuarenta años. Para mí como intérprete del sueño, significa que él ha terminado el viaje. Como Pablo, el tiempo para su partida ha llegado. Él ha luchado bien. Ha terminado la carrera y conservado la fe. Desde entonces está preparada para él la corona de la justicia.
Esta corona no es algo lleno de joyas, sino la corona de la victoria. Sólo cuando uno ha terminado la carrera le puede ser dada la corona. Él ha luchado su propia batalla consigo mismo, y ha vencido. Su vuelo a los cielos es un plan que irrumpirá, haciéndole partir de este mundo del César para experimentar personalmente la Navidad.
La Navidad no es la encarnación de Dios, sino la partida del hombre como Dios; pues Dios se convirtió en Hombre para que el Hombre pueda convertirse en Dios. En el sueño de mi amigo, él tomó las imágenes del siglo veinte, y puesto que todo contiene dentro de sí la capacidad de significado simbólico, un aeroplano simboliza lo que lleva hacia los cielos. Está destinado a subir por encima de la tierra. La “P” es el plan de partida que comienza con un nacimiento espiritual, seguido por la revelación de la verdadera identidad del hombre.
No hay modo de saber quién eres tú realmente hasta que el Hijo de Dios lo revela, pues “Nadie sabe quién es el Hijo excepto el Padre, y nadie sabe quién es el Padre excepto el Hijo y aquel a quien el Hijo elije revelársele.” El Hijo debe elegir revelarse a tí, pues sólo entonces tú sabes que eres Dios Padre.
Yo soy el camino. Yo soy la verdad. Yo soy la luz. Nadie llega a la conciencia de ser el Padre excepto por el plan de Dios. La dieta no lo hará. Vestir ciertas ropas, invernar en algún lugar llamado sagrado, o ser un sacerdote y subir de rango no lo hará. Hay sólo un camino al Padre, y ¡Yo – todo imaginación – soy el camino!
Mi amigo es un hombre felizmente casado con tres hijos, sin embargo está tan hambriento de la verdad; así que yo digo: Padre, deja que la verdad de mis palabras sea conocida, que él y todos aquellos que creen en mis palabras sepan que el amor con el que Tú me has amado, puede estar en ellos, y yo en ellos.
Un día tú descubrirás que Dios – el Padre que se convirtió en tí – ha completado su obra. Y debido a que él era Dios cuando se convirtió en tí, cuando su obra esté completada, tú te volverás consciente de que eres Dios. Hay sólo un camino para saber esto como un hecho, y es cuando el hijo de Dios, David, está ante tí y te revela como su padre. Entonces el templo del Dios Vivo – que es espíritu – es dividido en dos, y tú asciendes al cielo como una serpiente incandescente. Y finalmente, el símbolo del Espíritu Santo en forma de una paloma desciende, y – vistiéndote con Él mismo – una vez más te envía de nuevo a este mundo, para contar tu historia a aquellos que escuchen.
Este caballero tuvo un maravilloso sueño. Él puede algún día diseñar un plan que Wester Airlines utilice para facilitar la congestión de abordaje, pero ese no fue el mensaje del sueño. Él está partiendo de este mundo del César. Habiendo ya tenido estas experiencias, las ha olvidado. Pero recordará y sabrá que cuando llegue el momento para que él parta de esta pequeña sección de tiempo, no será restituído a la vida, sino que entrará en la Nueva Era. Siendo uno con el cuerpo de Dios, no conocerá restricciones, sólo la completa libertad de ser Dios Padre.
Habiendo entrado en el mundo, Dios el Padre de toda vida se encarnó en tu cuerpo de carne y hueso como el Hijo. Cuando la obra de Dios esté completa, Él partirá de este cuerpo y regresará a su cuerpo celestial como el Padre, redimiéndote. Este es el camino a la redención, y no hay otro camino.
Aunque las palabras “Yo y mi Padre somos uno, sin embargo mi Padre es más grande que Yo” parecen ser contradictorias, son verdad. Cuando Yo – la conciencia – asumo la limitación de la carne, soy consciente de la limitación. Encontrándome en la forma de un esclavo, me vuelvo obediente hasta la muerte en la cruz llamada Hombre, donde permanezco como Dios, restringido por mi encarnación. Entonces un plan predeterminado irrumpe y me libera de mi auto-encarcelamiento, y regreso al ser que yo era – pero ahora mejorado a causa de mi auto-impuesta restricción. Entonces yo puedo decir con Pablo: “He luchado bien. He finalizado la carrera. He conservado la fe. Ahora está preparada para mí la hoja de laurel – la corona de la justicia.”
Recuerdo una historia contada de Charles William Eliot, a quien – cuando se retiró como presidente de la Universidad de Harvard – le fue dado un regalo por un viejo amigo de Boston, que él atesoraba en gran medida. Su amigo le envió un envoltorio que contenía una sola hoja de laurel. Su mensaje era claro. Se le estaba diciendo que fue victorioso. Cada uno finalmente recibirá esa corona de la justicia, como la misma corona le es dada a todos los que llegan al final del viaje.
Saliendo de la conciencia de ser Dios Padre, tú vienes al mundo, haciéndote consciente de ser Hombre. Estás predestinado a regresar a la conciencia de ser Dios Padre una vez más. Ésta es la historia del Hombre.
Dios viene al mundo asumiendo la forma humana. Él se encarna en el nacimiento de un niño a fin de que respire. Mientras está aquí, Dios pasa a través de un literal infierno, porque su vida no termina con la tumba. Haciendo su salida de este mundo de muerte, Dios es devuelto a la vida para continuar el viaje; para morir y ser devuelto una vez más, una y otra vez, hasta que encuentra esta serie de acontecimientos sobrenaturales que llevan a Dios a su casa – en Navidad.
La Navidad marca el nacimiento del hombre como Dios, no el nacimiento de Dios como hombre. Hay toda la diferencia del mundo. Mateo y Lucas cuentan la historia del nacimiento, no como un niño pequeño físico, sino como una señal del nacimiento de un individuo como Dios, pues Dios ha nacido ese día en la ciudad de David.
Cuando Dios haya nacido en tí será en la ciudad de David. En ese momento tú naces como Dios. Y desde entonces crecerás en estatura. Crecerás a favor del Padre porque tú sabrás que eres uno con él. Continuarás estando encarnado, sin embargo, hasta el momento en que expreses tu último aliento. Entonces descubrirás que tú eres la vida misma, pues habrás entrado en el cuerpo único, Espíritu único, Señor único, Dios y Padre único de todo.
Una vez la individualidad se difundió en todo, como se nos dice en el Salmo 82: “Yo digo, 'Sois dioses, hijos del Altísimo, todos vosotros; no obstante, moriréis como hombres y caeréis como cualquier hombre, oh príncipes.'” Aquí está esta difusión universal del único YO SOY. Tú dices, yo soy. Yo digo, yo soy. Nosotros decimos, yo soy. Ese es el ser único que cayó, encarnándose convirtiéndose en Hombre.
No me importa qué se ha contado sobre el camino de Buda o Confucio; yo te he contado el único camino de vuelta al Padre. Mi testimonio no está basado en una teoría, sino en mi propia experiencia personal, y te digo una verdad: hay sólo un camino ¡Yo soy el camino!
Otro caballero (un artista de profesión) escribió diciendo: “Me encontraba en el fondo de un profundo pozo. Mirando hacia arriba veía un bello cielo azul con pequeños cúmulos de nubes blancas que se convirtieron en palomas, con las alas extendidas como si flotaran. Entonces me dije: 'Esto es lo que Neville enseña. La paloma realmente flota.'”
Estoy emocionado de que en el sueño de este hombre él recordara la enseñanza. En el Libro del Génesis se nos dice que cuando la inundación de la ilusión hubo terminado, la paloma apareció trayendo de vuelta la hoja de laurel [sic]: la ramita de la victoria. Y la paloma realmente flota sobre el agua cristalina.
Yo he visto esta gran inundación de la ilusión como atmósfera cristalina y ahora se que para mí, el arca, la inundación ha terminado. El hombre es o el arca de Dios o un fantasma de la tierra y el mar, ¡y él no es un fantasma! El hombre es el arca de Dios, conteniendo todo dentro de sí mismo.
Recientemente un gran médico fue preguntado sobre la gripe que se está extendiendo por todo nuestro país. Cuestionado por dónde va el microbio cuando la gripe remite, él respondió: “No va a ninguna parte. Permanece en el hombre para ser activado otra vez.” Yo digo que los estados de ánimo lo activan.
La lepra no viene de fuera. El cáncer tampoco. Todo está dentro del hombre. Lees el periódico y reaccionas. Esa reacción pone una sensación en movimiento, sea cólera, frustración o irritación. Cuando la sensación se va, ¿dónde va? Vuelve a dormir dentro de tí, pues tú contienes el mundo y todo lo que hay en él.
Dios se convirtió en tí y, conteniéndolo todo, Dios es absoluto. El mundo enseña que Dios es todo lo bueno y nunca lo malo. Pero si hay mal, y Dios no es mal, entonces Dios no es absoluto.
Si tú puedes experimentar algo que Dios no puede, entonces tú debes ser más grande que Dios, y eso no es posible. Cuando lees de un chico inocente que fue asesinado y reaccionas, activas algo dentro de tí. Ello puede ser el dolor de muela o de estómago de mañana. No sé lo que será, pero Dios no es burlado. Cuando tú siembras una reacción, recoges un acto, pues tú y Dios sois uno.
Dios realmente se hizo como tú eres en el momento en que respiraste, pues el aliento y el espíritu son una y la misma palabra en hebreo y en griego. Cuando te dieron una palmada en el trasero, tomaste una inhalación profunda y respiraste, Dios se encarnó en tí. Luego atraviesas los hornos de la experiencia para llegar al final, cuando experimentas esta serie de acontecimientos. Ningún otro acontecimiento o acontecimientos te llevarán de vuelta.
El primer acontecimiento es tu despertar y resurrección del cráneo donde Dios entró. Luego, tu nacimiento como Dios. Saliendo de tu cráneo, todo el simbolismo de las Escrituras como es descrito en Mateo y Lucas está ante tí.
Los tres testigos están ahí, así como el niño envuelto en pañales. Los testigos hablan sobre tí, pero no pueden verte, ya que ahora eres espíritu.
Entonces, a causa de que nadie ha visto nunca a Dios, sino a su único Hijo engendrado, que está en el seno del Padre, ocurre el segundo acontecimiento, cuando el Hijo de Dios está ante tí y te hace conocido para tí mismo. Entonces tú, también, dirás: “Yo soy la raíz y la descendencia de David.” Pues, saliendo del ropaje que has vestido a lo largo de tu viaje en el mundo de muerte, tú eres David, ¡el único Hijo engendrado de Dios!
No hay otro camino de vuelta al darse cuenta de ser Dios Padre, pues Él literalmente se convirtió en tí para que tú puedas convertirte en Dios. Se nos ha dicho que Jesucristo es el Hijo de Dios, sin embargo es él quien afirma: “Yo y mi Padre somos uno.” Él que me envió ha visto al Padre. Afirmar ser el Hijo que es el Padre es una paradoja; sin embargo es resuelta cuando tú te das cuenta de que el Hijo – salido del Padre – sigue siendo el Padre, pero está restringido por la encarnación.
Dios Padre toma en sí mismo la forma de un esclavo, y – convirtiéndose en el Hijo – es obediente hasta la muerte, incluso la muerte en la cruz del Hombre. Ésta la viste Dios, mientras se mueve de un estado a otro, a otro de lo que el mundo llama muerte, hasta que Dios experimenta el único plan definido para regresar a Sí mismo – el Padre. Así que la Navidad marca, no la encarnación de Dios, sino el nacimiento del hombre como Dios.
Ahora entremos en el silencio.
Traducido por Javier Encina
La conferencia original en inglés es CHRISTMAS: MAN'S BIRTH AS GOD (Neville Goddard 12-13-1968)