Neville
Goddard (19 de Julio de 1968)
VIVE
EN EL FINAL
Yo
me atrevo a decir que cada uno aquí diría “Sí” a la afirmación
de las Escrituras: “Con Dios, todas las cosas son posibles.”
(Marcos 10:27)
No creo que tú estuvieras aquí si no creyeras
en Dios, y el Dios para el que todas las cosas son posibles. Pero
quizás nosotros nos detenemos justo ahí, y separamos al hombre de
Dios; y mi propósito es mostrarte que no somos dos, que somos Uno, –
que Dios efectivamente se convirtió en hombre, para que el hombre
pueda convertirse en Dios.
Así que dejadme, ahora esta noche,
daros mis razones para mis afirmaciones. Vamos al Evangelio de Juan y
se nos dice que: “La Palabra se hizo carne y habitó entre
nosotros.” (Juan 1:14) Bueno, esa es una mala traducción. La
palabra traducida por “entre” es la preposición griega “en”,
“dentro”. “La Palabra se hizo carne y habitó dentro de
nosotros”, – “en nosotros”. (Juan 1:14)
Juan usó el
plural “nosotros” para la naturaleza de la que nos componemos;
que la Palabra de Dios, que es definida en las Escrituras como el
poder creativo y la sabiduría de Dios, no se puso en alguna persona
entre los hombres, pues entonces ese supuesto uno habría avanzado, y
no más; pero Cristo, para salvar a todos, no hizo a este o a ese
hombre su habitación, sino que “habitó en nosotros.”
Esa
misma Palabra creativa que creó el universo y lo sostiene, ¡habita
en nosotros! Por tanto, “con Dios todas las cosas son posibles”
(Marcos 10:27), y por tanto con el Hombre todas las cosas son
posibles. Así lo afirma en un libro Mateo: “Con Dios todas las
cosas son posibles”; pero en Marcos él afirma: “Todas las cosas
son posibles para él,” queriendo decir el hombre, “el que cree”.
¿Puede creer el hombre?
Así, esta Palabra creativa está en
nosotros. Bueno, ¿qué es esta Palabra creativa? ¡Es tu propia
maravillosa imaginación humana! Eso es Cristo en el hombre. El
hombre es todo imaginación, y Dios es el hombre, y existe en
nosotros, y nosotros en Él. El cuerpo eterno del hombre es la
imaginación, y eso es Cristo mismo; el divino cuerpo Jesús;
nosotros somos sus miembros.
Así, cuando tú dices “Yo
soy”, ese es Él. Ahora, ¿puedes creer que tú eres ahora el
hombre que te gustaría ser, aunque en el momento de tu asunción la
razón lo niegue y tus sentidos lo nieguen? ¿Puedes concebir
realmente una escena que, si fuera verdad, implicaría el
cumplimiento de tu sueño? Simplemente imagínala. Ciertamente puedes
imaginarla, pero el problema es: ¿la creerás? ¿Creerías en la
realidad de la cosa imaginada?
Si yo pudiera en este mismo
momento imaginarme a mí mismo en un estado – absolutamente
cualquier estado – y habitar en él; bueno, ahora, ¿qué es
“habitar en él”? Bueno, yo estoy habitando en él. Bueno, ¡eso
es Cristo! Y eso es el poder resucitador del universo. Así, si yo
permanezco en un estado, lo resucitaré y lo objetivaré en mi
mundo.
Pero yo tengo que seleccionarlo y entrar en ese estado.
Si el espectador pudiera entrar en cualquiera de esos estados en su
imaginación, abordando el estado en el carro incandescente de su
pensamiento contemplativo – ¿Cómo sería si fuera verdad? ¿Cómo
me sentiría si yo fuera ahora el hombre que me gustaría ser? ¿Cómo
sabría que podría convertirme en él?
Bueno, primero,
mientras yo asumo que lo soy, déjame pensar en mis amigos –
aquellos que realmente se regocijarían conmigo si fuera verdad.
Déjame imaginar que los estoy viendo con mi ojo mental. ¿Cómo me
ven ellos? Si lo que estoy asumiendo es verdad, ellos deberían verme
como yo me estoy viendo a mí mismo; y si son amigos, ellos deberían
regocijarse conmigo. Así, déjame ahora asumir que estoy viendo
reflejado en la cara de un amigo eso que, si yo lo viera, implicaría
que él ve en mí eso que yo he asumido que soy. ¿Funcionará eso?
¡Inténtalo! Yo te digo, por mi propia experiencia personal, que
funciona.
Como se nos dice en Corintios: “¿No te das cuenta
que Jesucristo está en ti?” a menos, por supuesto, que dejes de
someterte a la prueba.” (Segunda Corintios 13:5, traducción de
Moffatt) Ahora somos retados. Él dice: “Ven, ponte a prueba y ve.”
(Segunda Corintios 13:5, Moffatt)
Bueno, así es como yo me
pongo a prueba a mí mismo. Si Cristo está en mí, y todas las cosas
son posibles para Cristo, entonces yo debo descubrir quién es Él.
Bueno, yo le he encontrado como mi propia maravillosa imaginación
humana; y a causa de que él habita, – no sólo en mí, habita en
nosotros, – todo es posible para cada uno en el mundo. Y, así,
ayudas más al hombre diciéndole quién es Cristo. Tú podrías
darle todas las cosas en el mundo que él necesite; volverá por más
mañana a menos que sepa quién es Cristo.
Puedes darle el
mundo entero a cualquiera de ellos; lo gastarán – lo agotarán –
si no saben quiénes son. Pero dile quién es, y él no necesitará
nada más que el conocimiento de quién es y la aplicación de ese
conocimiento; pues nosotros somos el poder operante. ¡No funciona
por sí mismo! Yo puedo decirte que tu imaginación es Cristo, y
quizás tú me creerás, pero a menos que tú realmente lo tomes
hasta el punto de trabajar sobre ello y hacerlo funcionar, no
significa nada.
Bueno, si esta noche, yo realmente lo creo, no
permitiría al sol ponerse en mi sueño a menos que yo me sienta
justo en la situación del deseo cumplido. No es necesario que sea un
deseo para mí mismo; podría ser un deseo para un amigo, para cada
uno en el mundo, porque Cristo habita en todos y Cristo es la
verdadera identidad de cada hombre; entonces todo el mundo debe ser
yo mismo “exteriorizado”. No puede haber otro si Dios es uno; por
lo tanto, me digo a mí mismo, como al aparente otro, ¿qué haría
si yo fuera tú, y en vez de darle la cosa que necesita físicamente,
le dijera cómo obtenerla por él mismo?
¿Cómo te sentirías
si ahora tú fueras la persona que tú quieres ser? ¿Cómo verías
el mundo si las cosas fueran como tú deseas que sean?
Ahora,
esto es lo que quiero decir por “vivir en el final”. Robert
Frost, justo el año antes de que partiera de esta esfera, escribió
esta historia para la revista Life, y él dijo: “Los Padres
Fundadores no creyeron en el futuro,” – ¡qué choque, que ellos
no creyeron en el futuro! “Ellos se creyeron en él.” Dijo:
“Nosotros estamos siempre imaginando por delante de nuestra
evidencia”, y lo más creativo en un hombre es creerse en una cosa.
Ellos no tenían evidencia para apoyar su reclamación de la
democracia, estaban bajo un rey, cuando echaron al rey y comenzaron a
simplemente construir un concepto del futuro. No creyeron que el mero
paso del tiempo podría traerles ese sueño; ellos se creyeron en él,
y esos hombres creyeron implícitamente en la Palabra de Dios. Y
creyeron que si yo sé lo que quiero cuando rezo, y creo que lo he
recibido, lo habré recibido. Bueno, si ese precepto es cierto –
literalmente cierto – para ser aceptado literalmente y cumplido
literalmente – bueno, ¿entonces qué estoy yo haciendo no
creyendo?
Yo debo efectivamente saber exactamente qué me
gustaría ser; y descubriendo qué me gustaría ser contra lo que
parezco ser, ¡atreverme a asumir que yo lo soy! Y mi asunción,
aunque falsa, si persisto en ella, se materializaría en un hecho.
(Anthony Eden) Eso lo sé por mi propia experiencia, y sé que es una
ley; por lo tanto, si alguien no se está convirtiendo en la persona
que le gustaría ser, y me dicen, “Bueno, yo una vez lo imaginé y
no funcionó”, ¿entonces qué estás haciendo ahora que aún no lo
estás imaginando?
Si imaginar crea la realidad, ¿qué estás
imaginando? Pues si Cristo es el único poder creativo en el
universo, y yo lo identifico con mi propia imaginación, entonces mi
imaginación está creando la realidad. Así que ¿qué estoy
imaginando?
Escojo el periódico de la mañana, y me estoy
alimentando con todo lo que yo no debería festejar – todos los
horrores del mundo, todos los estados negativos del mundo; después
de haberlo leído durante una hora, luego debo o regurgitarlo o, de
algún extraño modo, borrarlo, porque yo no puedo ir por la vida
alimentándome de tal absurdo. Pero si yo realmente sé lo que
quiero, lo que tú quieres, lo que nosotros queremos, y me convenzo a
mí mismo de que lo tenemos, – si mi premisa de que imaginar crea
la realidad es sensata, yo debería en un futuro no distante oírte
contarme que ¡ha funcionado! Para que tú y otros me cuenten, y yo a
su vez te cuente, e ir por la vida compartiendo estas maravillosas
noticias con los demás.
Así, yo digo, vive como si fuera
verdad – exactamente como si fuera verdad. Ese pasaje de
Shakespeare – nos han enseñado desde el estado primitivo que lo
que es, fue deseado hasta que fuera. Aquí lo encontramos en César:
“El que es, fue deseado hasta que lo fuera.” (Julius Caesar, de
W. Shakespeare) Él no nació César, el rey; sino que fue una
ambición cumplida, porque él fue deseado para ello. Él lo deseó,
vivió en el estado; y todo se reajustó para conformarse a ese
estado al cual él fue fiel.
Yo lo veo en mi círculo
inmediato: aquellos que no hubieras pensado ni por un momento que se
harían prominentes, pero desearon ser prominentes; aquellos que
desearon tener éxito, como ellos concebían el éxito, – no hay
dos que vean el éxito de la misma manera; algunos lo ven a través
de los ojos de la riqueza, otros a través de subir en alguna
profesión, otros de alguna otra manera, – bueno, lo que ellos
conciban que sea, pueden realizarlo, si noche tras noche ellos
duermen en la asunción de que son ahora lo que les gustaría
ser.
Así que volvemos: si la Palabra es verdaderamente la que
crea el sistema en el cual vivimos: “En el principio era la
Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.”
(Juan 1:1) “Por Él todas las cosas fueron hechas, y sin Él no fue
hecho nada de lo que fue hecho.” (Juan 1:3) – no, ni siquiera las
llamadas cosas desagradables; pues si todas las cosas fueron hechas,
Él tiene que ser responsable de las cosas desagradables
también.
Así, se nos dice en las Escrituras: “Yo mato y Yo
hago vivir; Yo hiero y Yo sano.” (Deuteronomio 32:39) – Yo creo
la bendición; Yo creo las maldiciones; pero ahora yo debo elegir la
vida. Elige las cosas agradables, pero no digas que hay otro creador;
pues si hay otro creador, entonces estamos en conflicto. Así que mi
propia imaginación puede convocar cosas desagradables si yo habito
en ellas, o cosas agradables; pero no puede haber dos dioses. No
puede haber dos creadores. Y si yo puedo encontrar a ese Creador e
identificarle con mi propia maravillosa imaginación humana, entonces
yo no puedo “escurrir el bulto”. No me puedo volver hacia nada y
culparlo por las cosas que están sucediendo en mi vida.
Sé
que muchos de nosotros no estamos discriminando, y cuando vemos
nuestra propia cosecha no la reconocemos. No podemos concebir que
nosotros, de alguna extraña manera, permitimos que esas cosas fueran
alimentadas por nosotros. ¡Pero lo hicimos! No podría haber llegado
a pasar de ningún otro modo. Así que si yo lo creo y lo acepto,
entonces viviré según ello; y entonces cuando yo sé lo que quiero
para cualquiera, – y esto va para todo en este mundo – entonces,
ahora – en este mismo instante, tú deseas felicidad en el
matrimonio. Tú dices: “Bueno, no hay una persona en mi mundo que
sea elegible. No conozco a nadie.” Tú no tienes que conocer a
nadie. Todo lo que tienes que hacer es decidir dentro de ti mismo lo
que quieres. Ahora, ¿qué harías si fuera verdad? Llevarías un
anillo en el único dedo que implicaría que alguien lo colocó ahí
– ¿alguien que tú admiras? Bueno, entonces llévalo ahí. No
lleves un anillo físico. Ponlo sólo como si él lo hubiera colocado
ahí, y duerme sintiendo que lo que estás sintiendo es real. No
digas: “Es todo imaginación.” Ciertamente lo es, porque todo
imaginación es Cristo; por lo tanto es todo realidad. Así, cuando
dices “Eso es sólo mi imaginación”, estás simplemente diciendo
“Eso es sólo una cosa llamada Cristo”, cuando tratas a la
imaginación de ese modo.
¿Hay algo en este mundo que no
fuera primero imaginado? Nómbrame o señálame una cosa en este
mundo, que ahora se considere real, que no fuera primero sólo
imaginada. Lo que ahora está comprobado fue una vez sólo imaginado.
Por lo tanto, esta es una afirmación verdadera: “Todas las cosas
fueron hechas por Él” (Juan 1:3), y Él es tu propia maravillosa
imaginación humana. Toda la realidad objetiva es únicamente
producida a través de imaginar. Las ropas que lleváis, las sillas
en las que estáis sentados, esto en lo que estamos ahora colocados,
todo fue una vez sólo imaginado.
Ahora esta noche, descubre
exactamente qué es lo que tú – no lo que “ellos” piensan que
deberías querer –, lo que tú quieres. No pidas permiso a nadie.
No necesitas permiso de nadie; sólo necesitas tu propia decisión.
¿Qué quiero yo? Ahora, ¿cómo sería si fuera verdad? ¿Qué
sentiría yo si fuera verdad? Ahora captura el estado de ánimo, y
trata de dar a ese estado de ánimo toda la vividez sensorial de la
realidad – todos los matices de la realidad –, y luego duérmete
en él igual que si fuera verdad. Y luego espera lo inevitable.
Lo
inevitable es que tú vas a resucitarlo y objetivarlo en la pantalla
del espacio, y luego el mundo lo llamará real; y puede que no te
crean. Realmente no importa. Si les dices que llegó a pasar porque
tú simplemente lo imaginaste, – no, ellos señalarán la serie de
acontecimientos que llevaron a ello, y le darán el crédito al
puente de incidentes a través del cual caminaste hacia el
cumplimiento de ese estado, y señalarán alguna cosa física que fue
la causa. No, la causa es invisible, pues la causa es Dios, y Dios es
invisible para el ojo mortal.
¿Quién sabe lo que estás
imaginando? Nadie lo sabe; pero tú puedes sentarte e imaginar, y
nadie puede impedirte hacerlo; ¿pero puedes dar realidad al estado
imaginado? Si puedes, sí, un puente de incidentes aparecerá en tu
mundo y tú pasarás a través de una serie de acontecimientos
llevando al cumplimiento del estado imaginado. Pero no atribuyas
causalidad a ningún paso físico que lleve hacia el cumplimiento de
él.
Imagínate teniendo un maravilloso negocio, y luego
viene el día en que un edificio está en venta y tú no tienes un
penique para ello, y un total – no un total extraño, pero un
hombre llega y te pregunta de una manera bastante amistosa, “¿Va
usted a comprarlo?” Y sabiendo que tú no tienes un penique, le
dices como si fuera de amigo a amigo: “¿Con qué?” Y entonces él
dice: “Bueno, yo tengo dinero. Está sólo en el banco sin producir
nada.” Tú dices: “Bueno, yo no tengo garantía.” Pero él
dice: “Te he observado. Eres una persona honesta; tus familiares
son honestos – pienso que lo son. ¿Le gustaría que yo lo comprara
para usted y enviara a mi abogado para pujar por usted? Si ellos
supieran que yo estoy pujando, ellos saben que yo tengo dinero, me
pujarán al alza; y así lo obtendré al precio más bajo,
consiguiendo un abogado que represente a más de un cliente, y ellos
no sepan a quién representa, y él pujará por él. ¿Está
dispuesto a tomarlo, independientemente del precio?” Y tú dices,
“Sí, lo tomaré, pero yo no tengo garantía.” “Todo lo que
necesito es su firma de que simplemente pagará el seis por ciento
sobre cualquiera que sea el precio, y luego reducir ese principal en
un periodo de diez años. ¿De acuerdo?” “Sí.” “Bueno,
entonces firme esto, y veremos si podemos comprarlo.”
Ese
día posees el edificio, ¡y no tienes un penique cuando tú posees
el edificio ese día! Sólo tenías tu firma en un trozo de papel. Al
final de los diez años repagas al hombre su principal; lo reduces
cada año pagándole el seis por ciento del principal restante, y
reduces el total al final de los diez años.
El hombre muere
veinte años después y te deja 150.000 $ en metálico, libre de
impuestos y un par de casas, muchas pertenencias personales. Mientras
tanto, tú continúas en ese negocio y lo multiplicas y multiplicas;
y ese año era 1922-1923. Ahora estamos en 1968. Ese edificio –
estoy hablando fácticamente – de 1924 no existe ahora. Él pagó
sólo 50.000 $ por él. Fue repagado y repagado. Un banco hace tres
años compró la propiedad – el edificio estaba dañado – por
840.000 $ en metálico, y sin ganancia de capital, – de 50.000 $ a
840.000 $. Mientras tanto el negocio se ha expandido por todas las
demás islas, de modo que hoy no podrías comprarlos por 15.000.000
$. ¡Todo con la imaginación! Y esto se remonta a la imaginación
que precedió a la oferta de este hombre para comprar el edificio;
pues el joven, viendo este edificio y manteniendo el pensamiento de
que los actuales propietarios engañaron a su padre, y a través de
engaño le echaron de una sociedad – una sociedad juvenil. Y el fue
movido – no a obtener venganza, sino a demostrar que él realmente
tenía algo dentro y podía tener éxito a pesar de este engaño.
Así
que cada día el veía en esa marquesina, no su nombre, sino el
nombre de su propia familia; y lo veía con su ojo metal, porque tú
no podías tomar su nombre y trasliterarlo y hacer que se leyera el
nombre de la familia de este hombre, pero él lo vio. Con su ojo
mental él vio ese nombre, lo cual si fuera verdad implicaría que la
familia lo poseía. Lo hizo cada día, dos veces al día, durante dos
años, y entonces vino esto súbitamente – de la nada, y todo se
hizo posible. Hoy ellos están por todas las islas y no tienen
socios. Nunca han admitido ningún socio, nunca vendieron una pizca
de acciones fuera de la propiedad familiar. ¡Todo con la
imaginación!
Ahora, yo sé de lo que estoy hablando, porque
yo soy un miembro de esa familia. Estoy hablando de mi propia
familia. Esto no es habladuría. Yo lo sé. Mi segundo hermano,
Victor, fue en cuya imaginación todo empezó a brotar. Y él aún lo
trabaja todo con la imaginación. Él sabe lo que quiere, y luego,
después de haber decidido en sí mismo: “Eso es lo que yo quiero,
y eso es bueno para el negocio”, entonces, con su ojo mental, se lo
apropia, y luego deja que las cosas sucedan.
Como se nos dice
en las Escrituras: “La visión tiene su propia hora fijada, madura,
florecerá; si tarda, entonces espera, pues es seguro, y no será
tarde.”
Habakkuk 2:3 (Traducción de Moffatt)
Leed eso en
el Libro de Habakkuk. Aquí está la verdadera traducción de ese
pasaje en Habakkuk.
Así que, cuando sepas lo que tú quieres,
permanece fiel a esa asunción; y la asunción, aunque de momento sea
negada por tus sentidos y negada por la razón, si persistes en ella,
se materializará en hecho. ¿No se nos dijo que Dios llama a las
cosas que no son vistas como si fueran vistas, y entonces lo no visto
se convierte en visto? (Ver Romanos 4:17) Él llama a todo de lo no
visto a lo visto de esta simple manera, pues Él es el poder
resucitador.
Así, si yo asumo que Yo soy, no tengo que tener
evidencia para sustentarlo; yo asumo que Yo soy. ¿Soy qué? Bueno,
yo lo nombro, y habiéndole dado un nombre, dado forma, dado
definición, permaneciendo en ello, lo resucito. Y si se requieren
mil personas para ayudar al nacimiento de ese estado, mil personas
jugarán sus papeles, y yo no tengo que salir y buscarlos, más de lo
que mi hermano tuvo que salir y buscar a este hombre. Él no habría
sabido dónde empezar a buscar a uno el día de la venta. Por lo que
a él respecta, lo había hecho con su ojo mental, y permitió que
todo sucediera, y lo tomó como una broma. Realmente pensó que era
una broma, y le dijo a este hombre: “¿Me está usted tomando por
tonto?” Y él dijo: “No.” Él dijo: “Bueno, entonces espere.
Déjeme llamar a mi padre. Él está comiendo.” Le llamó por
teléfono; dijo: “Papi, ven. Deja todo y ven.” Y luego dijo:
“Ahora dígale a mi padre lo que me dijo a mí.”
El nombre
de mi padre es Joseph, y mi padre dijo: “¿Usted realmente lo dice
en serio?” Él dijo: “Sí Joe, lo digo en serio. Le tendré una
oferta hoy. Usted ponga su firma aquí, y que su hijo Victor ponga su
firma; eso es todo lo que necesito.”
Esa fue una amistad de
por vida. Así, cuando ese hombre murió, mi hermano Victor no le
debía nada. Tanto le gustaba la amistad y el sentido de la decencia
que tenía con mi hermano Victor, que le dio 150.000 $ en metálico y
libre de impuestos, y las casas; todo libre de impuestos. Y ese
edificio que él compró por 50.000 $ fue vendido hace tres años al
Banco de Nueva Escocia. Lo derribaron y construyeron una preciosa
estructura, pero pagaron a nuestra familia 840.000 $ por ese
edificio, y no había ganancia de impuesto de capital. Todo fue
simplemente gratis.
Así que yo sé de lo que estoy hablando.
Todo lo que necesito de tí es la aceptación. ¿Lo creerás?
¿Creerás que “con Dios todas las cosas son posibles” (Marcos
10:27)? ¿Creerás que todas las cosas son posibles para el
hombre?
Bueno, puedes comprobarlo en el futuro no distante,
pero tú eres el poder operante. No funcionará por sí mismo. Si te
atreves a asumir esta misma noche que tienes un trabajo mejor que el
que ahora tienes, o que tienes unos ingresos mayores; puedes ser
despedido mañana. ¡No te preocupes! Cuando reflexiones verás que
fue necesario para moverte hacia el cumplimiento de tu asunción. ¡Tú
podrías ser despedido! Y yo no me golpearía un ojo si tú me dijeras
mañana: “Bueno, hice lo que me dijiste. ¿Sabes qué sucedió? Fui
despedido.”
Yo he visto eso. Tienen alguien que despedirte
para que obtengas un mejor trabajo. Yo he visto eso más de una vez.
Yo no me iría y abandonaría el trabajo. Puedes ser ascendido en el
trabajo, o puedes ser invitado por algún otro negocio que sea de la
competencia a unirte a ellos. Yo no sé cómo sucede. Sólo sé que
si permaneces fiel a la asunción, va a suceder, y vas a ser
ascendido hacia el cumplimiento del estado que te has atrevido a
asumir que es tuyo.
Podría contarte innumerables historias de
esta naturaleza. De modo que yo digo: Habita en el final. El final es
donde nosotros comenzamos, pues si yo he visto mi nombre en la
marquesina, ése es el final. Yo no espero a que el incidente tenga
lugar en mi trabajo para moverme de uno a otro a otro, llevando a
eso. Yo habito en el final. Así, si voy al final mismo, ¿cómo
sería si fuera verdad?
Un caso de salud: no cómo va a
ponerse mejor, sino que tú vas al final, y le dices a alguien que no
esté bien – en tu ojo mental tú les dices: “¿Sabes? Yo nunca
te he visto mejor aspecto”, y tienen que decirte: “Nunca me he
sentido mejor.” Bueno, ahora, eso es una confirmación de lo que tú
estás viendo. Pero tú puedes decirme: “Yo no puedo oír a la
gente.” ¡Oh sí, puedes! Puedes oír cualquier cosa que quieras
oír. No tienes que oírlo audiblemente.
Escucha en este mismo
momento. Tú puedes no ser capaz de silbar una melodía. Quizás no
puedes llevar una melodía de ninguna manera. No puedes tocar un
instrumento, no puedes silbar, no puedes cantar. Bueno, ¿puedes
imaginar ahora que estás oyendo El Himno de Batalla de la República?
¡Escucha! ¿No puedes oírlo? ¿No puedes aumentarlo a mil voces, a
diez mil voces? ¿Lo oíste en el funeral del senador Kennedy? ¿Lo
viste en TV? ¿No era conmovedor cuando el órgano empezó a sonar, y
súbitamente esa encantadora voz cantándolo, y todo se hizo –
bueno, el mundo entero de la TV se llenó de él. Dudo que hubiera
muchos ojos secos cuando el continuó cantando El Himno de Batalla de
la República. Bueno, yo no puedo cantar; puedo silbar una melodía;
pero puedo ahora mismo estar aquí y escuchar y oír todo brotar. Si
intento imitarlo con mi voz, no podría hacerlo, pero puedo oír su
voz como él lo cantó. Tú puedes oír la voz de cualquiera, puedes
oír la voz del locutor. Esta noche, solo, puedes oír mi voz, y
puedes poner en mi voz lo que quieres oír, y yo, sin tú saberlo, me
encontraré diciéndotelo. Algo sucederá para confirmar lo que estás
oyendo.
Así, tú puedes hacer esto para bien o para mal. Te
aconsejo: Hazlo para bien. Pero la elección es tuya. Puedes herir y
puedes bendecir, pero no hieras. Utiliza tu imaginación siempre
amablemente en nombre de los demás. Pero decirte que no podrías
hacerlo para herir es estúpido, pues tú puedes herir. Depende
enteramente de ti.
Así que imagina lo que tú quieres, cree
que lo tienes y ve cómo funciona en el mundo. Aquellos que se mofan
de ello, déjalos mofarse. Dentro de cinco años, cuando tú estés
en la cima, ellos pueden estar trabajando para ti, y pueden incluso
haber olvidado que se sentaron en la misma audiencia contigo cuando
tú oíste y creíste, y ellos también oyeron, pero no creyeron, y
así tú te moviste y ellos se quedaron atrás. Así es la
vida.
Pero hay sólo un poder creativo en el universo. Las
Escrituras mencionan ese poder como Dios, Jesucristo, el Señor –
el mismo Poder. Porque no hay dos dioses, no hay dos señores, hay
sólo Uno. Y ese único Cristo habita en nosotros. Él no se apropió
de un solo hombre, como los sacerdotes del mundo enseñan. Ellos te
cuentan de un solo hombre, y singularizan a un hombre que difiere de
todos los hombres. Él no está habitando en este hombre o en ese
hombre. Su deseo fue salvar a la humanidad, y así Él habita en
nosotros; no en ese hombre particular. Él no se convirtió en ese
único hombre, habitando en un solo hombre. No dejes que nadie te
diga que el Cristo en ti difiere del Cristo, y déjales que nombren a
cualquier hombre que quieran. Él no puede diferir.
Si hay un
Cristo aparte de ese Cristo que es crucificado dentro de nosotros, y
que se eleva y continúa elevándose en la humanidad, es un falso
Cristo. Y los maestros que enseñan sobre un Cristo diferente
externo, objetivo, son falsos maestros. Cristo está dentro, y Él se
eleva dentro. Así que sal y ponlo a prueba. Ponlo a prueba extrema.
Cristo en nosotros, no “ahí fuera”, es la esperanza de la
gloria.
Así, esta es la palabra de la que yo hablo; y la
palabra, por cierto, su verdadera definición es “significado”.
En el principio había significado para todo, y el significado estaba
con Dios, y Dios mismo era el significado (Juan 1:1) Hay un
propósito, hay un plan detrás de todo. Él lo planeó todo como ha
salido, y como será consumado. Y el propósito de todo ello es
despertar en nosotros, de modo que nosotros y Él sean uno. Así que
Él efectivamente se convirtió en nosotros para que nosotros podamos
convertirnos en Dios. Parece increíble, pero es verdad. Ese es el
propósito de la vida: tomar a la humanidad y levantarla hasta Dios,
de modo que se convierta en Dios. Así, Él se convirtió en hombre,
para que el hombre pueda convertirse en Dios.
Ahora, esta
noche, tú no necesitas limitarlo a ti mismo. Toma a un amigo, sin el
consentimiento del amigo, sin el conocimiento del amigo, y levántalo.
¿Conoces a un amigo que esté desempleado? Bueno, entonces velo como
lucrativamente empleado; y no se lo cuentes, para que puedas alardear
mañana. No te jactes. Sólo velo lucrativamente empleado.
Hay
un amigo mío en Los Ángeles, y este hombre fue despiadadamente
abroncado por sus superiores y le dijeron que él no servía para
nada, y estaban considerando prescindir de él. Iban a echarle.
Bueno, ese hombre no tenía apoyo fuera del trabajo y tenía una
familia. Él se lo contó a mi amigo. Bueno, mi amigo vive según
esta ley; de modo que él le dijo: “Muy bien, sigue tu camino.”
No le dijo lo que él iba a hacer.
Se sentó tranquilamente en
su escritorio y oyó al hombre decirle que le elogiaban más allá de
toda medida por algo que él había hecho. No pasaron 48 horas y
ellos tuvieron una completa inversión de su actitud hacia este
hombre en su elogio por algo que hizo en el mundo de la publicidad.
Pero el golpe dejó su marca, y él le dijo a mi amigo: “Sí, ellos
lo han reconsiderado, pero yo no me siento cómodo en el trabajo,
porque ellos no podían haber dicho las cosas desagradables que
dijeron y olvidarlas; de modo que volverá, y voy a abandonar. No
tengo dinero. Voy a darles notificación en dos semanas. Voy a
pedirles que me den una de las dos semanas, que yo pueda rehacerme y
quizás ausentarme unos días y simplemente poner mis pensamientos en
orden.”
Bueno, al final de las dos semanas él no tenía
trabajo. Mi amigo, – cuando él le contó lo que iba a hacer, –
sabía que él no podía aspirar a abandonar y no trabajar, de modo
que él le vio lucrativamente empleado y ganando un veinticinco por
ciento más que en el actual trabajo. Él se ausentó la segunda
semana. Cuando él volvió al final de la primera semana, vino al
despacho de mi amigo y dijo: “Sólo ayer obtuve la oferta, y
empiezo el lunes. No pierdo ni un día de sueldo y empiezo con un
veinticinco por ciento más de lo que recibía en el anterior
trabajo.”
¿Qué lo hizo? La imaginación de mi amigo; un
amoroso uso de la imaginación en nombre de un amigo. Si hubiera ido
sin ese estado imaginario, podría haber entrado en el sitio, y el
hombre habría dicho: “No tenemos nada”, o “No podemos
emplearte”, “¿Por qué has abandonado?” No preguntó nada,
simplemente quería al hombre.
Así que, si precedes tu visita
con un acto imaginario, ellos te verán como tú te ves a ti mismo.
Si tú vas sabiendo que no eres bueno, ellos te verán exactamente de
ese modo. Pero si vas con la asunción de que las cosas son como tú
deseas que sean, ellos van a verte de ese modo. Y ésta es la
vida.
Ahora, ¿qué proclamación más grande puede hacer
alguien que proclamar que él es Dios? Y cuando Él lo proclamó,
ellos dijeron, “Está blasfemando, pues aquí hay un hombre, ¡y el
hombre proclama que él es Dios!”
El décimo capítulo de
Juan: “Y él dijo, '¿No está escrito en vuestra ley, Yo digo que
sois dioses, hijos del Altísimo?'” (Juan 10:34)
Si Él les
llamó dioses a quienes la Palabra de Dios vino, ¿dirías tú del
que Él ungió y envió al mundo que está blasfemando? ¿Conoces
alguna declaración más grande en el mundo para un hombre que
identificarse él mismo con Dios y caminar como si lo fuera, y no
estar avergonzado de admitirlo? Él no va alardeando sobre ello, sino
que él sabe en su corazón que es uno con Dios, pues si su
imaginación es Dios – y él imagina –, ¡entonces ese es Dios! Y
si él imagina un estado y viene a pasar, entonces él conoce el
poder creativo que es Dios. No tiene que alardear sobre ello ni estar
avergonzado de ello. Él duerme en un noble estado, porque él es uno
con Dios.
Bueno, deja que cada uno tome esa actitud y el mundo
cambiará – no será golpeado; pero puedes tomar al mundo entero, si
ellos se sienten esclavos, y darles el mundo, ellos lo querrán de
nuevo mañana. A menos que un hombre tenga autorrespeto, tú puedes
darle todo el dinero del mundo y no significa nada. Eso vale para el
individuo, vale para una familia, vale para una raza o pueblo, vale
para una nación. Como nuestro anterior Presidente Hoover dijo: “El
surgimiento y caída de las ideas determinará el surgimiento y caída
de los hombres, el surgimiento y caída de las naciones, el
surgimiento y caída de las comunidades.”
Así que dime la
idea que una comunidad mantiene de sí misma, y te diré de esa
comunidad. Pero ahora cambia esa idea de sí misma y cambiarás a esa
comunidad. Deja que una familia se sienta importante en sí misma, –
no tiene que tener un antecedente. ¿Quién tiene un antecedente?
Así, tú retrocedes suficientemente lejos, y casi todo el mundo que
ahora reclama una importancia estaría avergonzado de ese
antecedente.
Así que no retrocedas, empieza justo donde
estás. Y no pagues a nadie para mirar tu árbol genealógico, porque
vas a pagarles para olvidarlo. Simplemente, de inmediato, comienza
ahora mismo y asume la dignidad que es Dios. Ese es tu antecedente
real; es Dios; y así que ¡asúmelo!
Y, entonces, con esa
asunción, – y si tienes hijos – yo espero que tú infundas eso
en el niño. Infúndelo en todos dentro del entorno y hazles sentir
importantes.
Yo no tengo antecedente, juzgado por las normas
humanas – o intelectuales, financieras o esas cosas, – nosotros
lo hicimos. Pero mi madre infundió en nosotros, cuando hacíamos
algo de lo que ella estaba avergonzada, ella nos decía: “¿Has
olvidado que tú eres un Goddard?” Bueno, nosotros no sabíamos.
Eso debe haber sido muy importante, porque mi madre decía: “¿Has
olvidado que tú eres un Goddard?”
Bueno, yo nunca oí eso
de que nosotros teníamos un antecedente, pero de repente tú
empiezas a sentir que debes ser importante. Así, mi madre lo
infundió en nuestro ojo mental. Ella hizo el nombre importante, así
que hoy es importante. Donde nosotros estamos, en el sentido de
negocios, en cada sentido, es importante; pero mi madre hizo eso, y
ella se casó con un hombre que no tenía antecedente, y tomó su
nombre, pero ella lo hizo importante.
Muy bien, ¿quién tiene
algún antecedente? En cuanto a mi respecta, yo rehúso aceptar la
aristocracia de ningún ser en este mundo, aparte de la aristocracia
del Espíritu. ¿Qué otra aristocracia? Dadme la aristocracia del
Espíritu, pero no me vengas con ninguna descendencia física. Yo no
soy un animal. No soy un caballo, donde tú lo desarrollas por un
caballo tras otro. ¡Yo soy Dios! ¡Todos somos Dios! Tú no puedes
remontarte más allá de Dios. De modo que si ese es el comienzo de
todos nosotros, bueno, entonces esa es nuestra raíz, y así
proclámalo ahora. En cualquier momento, proclámalo, y tú te
encontrarás limpio de cualquier cosa que pudieras tener aunque el
árbol genealógico lo mantenga. Tú no tienes ningún árbol
genealógico.
El verdadero israelita no es un descendiente
según la carne, sino el Elegido de Dios, de cualquier nación. Ese
es el hombre de Dios. Así, tú simplemente te atreves a asumir que
tú eres ese hombre de Dios, y luego aplica lo que yo te estoy
diciendo esta noche. ¿Y puedo decirte?, en el futuro no lejano –
en el presente inmediato – funcionará. Si tú no vacilas y no
cambias la asunción – si permaneces fiel a la asunción –, se
materializará en hecho; porque imaginar crea la realidad. ¡Lo
hace!
Ahora entremos en el silencio.
Traducido
por Javier Encina
La
conferencia original en inglés es LIVE IN THE END (Neville
Goddard 07-19-1968)