~ "La imaginación crea la realidad." (Neville Goddard) ~


sábado, 27 de agosto de 2011

PERDÓN VERDADERO (Neville - 1 de abril de 1969)

Neville (1 de abril de 1969)


PERDÓN VERDADERO



Esta noche tomaremos dos aspectos del gran misterio: el perdón verdadero y los ojos inmortales que ven en la eternidad.

Él les dijo, 'Cuando dos o tres se reúnan en mi nombre, yo estoy en medio de ellos'. Entonces Pedro dijo, 'Señor, ¿con cuánta frecuencia mis hermanos pecarán contra mí y yo les perdonaré?' y la respuesta fue, 'Setenta veces siete'.” El arte del perdón debe ser practicado diariamente, pero primero debemos aprender cómo perdonar. El arrepentimiento y la fe son condiciones del perdón, pero el verdadero perdón es olvido. El cristianismo y sus doctrinas no tienen sentido para la mente mundana, de modo que ¿por qué las personas son cristianas? La promesa de que los muertos se levantarán no tiene sentido para la mente mortal, cuando el cuerpo es cremado y quemado hasta las cenizas, sin embargo sólo creyendo en la historia de la redención tú puedes verdaderamente perdonar. Debes aprender a distinguir entre el humano eterno que ocupa un estado y el estado mismo. Este es el único sentido para el perdón.

Todos los guiones son escritos para los actores. En la interpretación, el actor elegido en el papel de un asesino debe interpretar esa parte, y así es con este mundo. Dios, el autor, escribió el guión e interpreta todos los papeles, mientras viste una máscara llamada “el otro”. Si aprendes a distinguir entre los estados de conciencia y su ocupante, puedes perdonar a todo el mundo. ¿Cómo? Identificando al que tú perdonarías con el ideal que él falló en realizar. El ideal más alto sería identificarle con la imagen divina misma. Como Dios nos dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen.” Esa imagen es Cristo. Tú eres llamado a tomar a un hombre que es condenado por el mundo y verle irradiando y reflejando la gloria de Dios. Bueno, te podrías quedar un poco corto de esa imagen, pero podrías tomar un ideal que él ha fallado en realizar. Podría ser una afluencia o al menos un ingreso igual a sus responsabilidades, hasta que estés suficientemente fuerte para ir más allá de la barrera de la observación y verle como la imagen divina misma.

Mateo hace esta afirmación: “Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos.” En el mundo hebreo se dice que si dos se sientan juntos y no está la palabra de la Torah entre ellos, están sentados en el sitio del burlador; pero “Bendito es el hombre que no se sienta en el sitio del burlador, sino que se regocija en la ley de Dios día y noche, pues ese hombre prosperará en todo lo que hace.” Aunque el hombre sea conocido por tener una mente brillante, si él no habla de la Torah (la ley de Dios y sus profetas), está sentado en el sitio del burlador. Y en el capítulo 3 del Libro de Malaquías, leemos: “Cuando aquellos que aman al Señor hablan uno con otro y tratan de la palabra de Dios, la gloria de Dios está entre ellos.” ¿Cuántos en el mundo de hoy cumplen ese requisito? ¿Quién en una fiesta alguna vez habla de la palabra de Dios? Recuerdo que hace unos cinco años yo fuí invitado a una cena, donde todo el mundo estaba contando chistes. Aunque me encantan los chistes, no soy un buen contador de historias de ese tipo, así que cuando llegó mi momento para hablar me levanté y les hablé sobre la ley de Dios. Cuando me senté el caballero que daba la cena dijo: “No me dí cuenta de que habíamos invitado a un melenudo aquí esta noche.” Esa fue su actitud hacia la palabra de Dios. Bueno, el caballero acaba de partir de esta pequeña sección de tiempo, y ha sido restituido a un cuerpo joven para continuar viviendo en un mundo terrestre como éste – pero sin su dinero en el banco, pues eso lo dejó atrás. Se llevó el conocimiento de lo que él había hecho y de quién es, con él, pero sus cosas terrestres las dejó atrás.

Ahora, en este mundo, cuando tú das algo a alguien o lo vendes, tú ya no lo posees; pero eso no es verdad en el mundo celestial. Es un mundo de compartir, donde nada se pierde. En ese mundo yo puedo darte cada facultad que ha despertado dentro de mí, y se convierte en tuya para usarla y darla a otros para que la usen como quieran. Hace dos años yo dí mis ojos inmortales a una señora que está aquí esta noche. En su visión yo saqué mis ojos de sus órbitas y los coloqué en las suyas. Poco después de esa experiencia se le dijo, en una visión, que ella fue un testigo incurrente. La palabra “incurrente” significa “dar paso a una corriente que fluye hacia dentro”. Blake habló de los ojos incurrentes diciendo: “No descanso en mi gran tarea para abrir el Mundo Eterno; para abrir los Ojos Inmortales del Hombre hacia dentro, hacia el mundo de los pensamientos en la Eternidad siempre expandiéndose en el seno de Dios, la Imaginación Humana.” Blake no estaba interesado en los ojos externos, porque él sabía que ellos no veían. Habiendo resucitado de su cuerpo de muerte, Blake quería dar a todo el mundo sus ojos inmortales para que pudieran ver como él.

La resurrección no viene cuando tu cuerpo está siendo incinerado, sino que eres elevado mientras vistes tu ropaje de carne en este mundo de muerte. Entonces tú puedes dar tus facultades inmortales a otro sin perderlas al darlas. Y cuando las visiones vienen, ellas te poseen. No tienes que ir a la meditación para buscarlas. Pueden venir mientras andas por la calle o estás sentado en un teatro disfrutando una obra, cuando de súbitamente estás viendo lo que no está ahí para ser visto por el ojo mortal y no puedes detenerlo.

El viernes pasado, la señora a la que dí mis ojos, y su amiga, volvían a casa de la conferencia. Mientras estaban sentadas en el coche estaban hablando de la palabra de Dios, cuando una serie de visiones la poseyeron. Se encontraba en una iglesia, con una alfombra rojo brillante que discurría por el centro. Un ser angelical dirigió su atención hacia el altar y los objetos que estaban allí. Luego cambió la visión y un coche, tirado por un tiro de caballos apareció súbitamente. Se detuvo frente a ella, la puerta se abrió y un ser irradiando luz de su semblante salió. Era tan majestuoso que podía haber sido Hércules mismo. Por un momento se miraron uno a otro. Luego volvió a entrar en el coche y desapareció. De pronto apareció otro coche, éste tirado por caballos blancos. Se detuvo. La puerta se abrió y salí yo, sonreí y me desvanecí – dejando la puerta del carruaje abierta, mientras salían tres mujeres, todas vestidas de negro. Luego ocurrió una cosa maravillosa. Apareció un camastro portando un cadáver, y cuando ella miró vio que era yo. Un trozo de tela estaba amarrado a través de mi boca y detrás de mi cabeza. Yo estaba colocado sobre una cruz, que fue levantada, incendiada, y quemada hasta un tronco. Y cuando ella miró en el tronco vio oro líquido fundido, mientras la visión se desvaneció. Luego el coche reapareció, ahora conducido por un ser majestuoso. De nuevo se detuvo. La puerta se abrió y un hombre, como el Anciano de los Días con una barba blanca, pelo blanco, vistiendo un vestido blanco y una túnica azul, salió. En su mano izquierda llevaba un gran libro blanco y en su mano derecha una pluma, con la que le apuntó a ella y la visión se desvaneció.

Os he hablado una y otra vez sobre esta luz líquida dorada, que es la sangre de Dios que sale de los hornos. Esta señora no estaba viéndome como un hombre colocado en una cruz ardiendo. Podría haber sido, pero esa no es la historia. El cuerpo que tú llevas es tu cruz, y tú no puedes escapar de los fuegos de la experiencia. Pero cuando tu viaje ha terminado, tú – el árbol de la vida – eres reducido a un tronco, como se recoge en el Libro de Daniel: “Corta el árbol y destrúyelo pero deja el tronco de sus raíces en la tierra, pues de ese tronco un nuevo ser surgirá.” Ese ser es una luz líquida dorada.

Pablo dijo, en su capítulo quince de 1 Corintios: “Alguien preguntará, '¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vienen?'” Entonces él contestó a su propia pregunta diciendo: “Es como Dios ha elegido.” Concebidos por un ser infinito, los muertos resucitan en ese cuerpo perfecto, para convertirse en un Espíritu, un Señor, un Dios y Padre de todos. Este cuerpo contiene todos los de la humanidad, sin embargo es único para cada uno. A qué se parece no lo puedo decir, pero lo sabrás cuando tú – como luz líquida dorada – lo llenes contigo mismo. Tú, como oro fundido, resucitarás como una serpiente, en ese estado celestial para ser echado en el cuerpo que Dios ha elegido para tí y es único. Te está esperando y nadie puede llenarlo sino tú. Al final cada uno es redimido en ese único cuerpo para saber que él mismo ha de ser un Espíritu, un Señor, un Dios y Padre de todos. No trates de comparar tu armazón mortal con tu yo inmortal, pues no se puede hacer. Pablo lo aclara, diciendo: “Es plantado en debilidad, es resucitado en poder. Es plantado en deshonor y resucitado en gloria.” Esto es verdad para todo hijo nacido de mujer.

Habiendo resucitado del estado de muerte, es mi elección, mi privilegio, dar mis ojos a quien yo quiera. Yo se los di a ella, y ella – a su vez – se los dio a su amiga, cuya experiencia ahora compartiré. Habiendo oído a su amiga referir sus visiones, ella se retiró esa noche; y cuando cayó dormida vio una cerilla golpear la tierra e instantáneamente estallar en llamas, recordándole las llanuras de Kansas cuando sale el sol – pues es como una llama extendiéndose a través de la llanura de la pradera. Luego un objeto oscuro salió del centro de la llama y se le acercó. Moviéndose en un movimiento serpenteante se colocó sobre una cruz que inmediatamente se levantó de la tierra y se quedó recta. Mientras ella observaba, la serpiente se transformó en un hombre colgado de una cruz, pero en vez de estar sobre la cruz, estaba dentro de ella. Esta señora vio la transformación de una serpiente en un hombre que se transfiguró en una cruz llameante desde dentro.

Como puedes ver, estas visiones paralelas una a la otra, confirman la verdad que yo he compartido con vosotros. Tú tienes un cuerpo inmortal en el paraíso, mientras vistes tu cuerpo mortal en este mundo del César y luchas con sombras. Aunque parezca haber otros aquí, sólo está Dios. El mundo parece estar multiplicado por miles de millones de personas, cada una separada e individual; sin embargo hay sólo un ser, que es Dios, fragmentado en ropajes de carne. Pero va a llegar el día en que, como oro fundido, seréis reunidos para formar un ser. Reteniendo vuestra individualidad, yo te conoceré y tú me conocerás; pero el cuerpo que vestimos ahí no es como éste. Habiendo sido resucitado de la muerte, cuando me revelé a mí mismo en la visión de la señora que compartí con vosotros esta noche, ella me conoció, y luego me desvanecí de la vista. Otros me verán en diferentes papeles, pues yo soy un ser protéico. Yo puedo exponer el hecho de que he resucitado de los muertos, pero no puedo revelar mi cuerpo resucitado hasta que tú llegues donde estoy yo. No entendiendo la resurrección, el hombre piensa que tiene lugar cuando el cuerpo muere, pero ocurre mientras estás aquí en este mundo de muerte.

Todo aquí está muerto. El animal es matado antes de que su carne sea consumida. Esto es verdad para el pájaro o el pez, la fruta o el vegetal. Así que el último enemigo a vencer es la muerte. Mientras estamos aquí luchamos contra las sombras mientras pensamos que él o ella es otro; pero no hay otro, pues somos todos hermanos, todos hijos de Dios, que colectivamente formamos un ser que es Dios. Él que es el hacedor de sus hijos está alojado en cada uno de ellos. Dí “Yo Soy” y has revelado el nombre de Dios.

Ahora, si tú perdonaras a otro, debes aprender a distinguir entre el “yo” inmortal y el estado al que él se ha movido – voluntaria o involuntariamente. Como dijo Blake: “Puedes ver por lo que enseño, que no considero que el justo o el malo estén en un estado supremo, sino que están cada uno de ellos en estados del sueño en el que el alma puede caer en sus mortales ensueños de bien y mal.” Si tú verdaderamente amas al otro no importaría lo que él (o ella) hizo – tú le perdonarías. No me preocupa lo que mi madre haría – yo la perdonaría, o a cualquiera de mis hermanos. He expandido mi círculo para incluir a los amigos, y lo he ampliado para abarcar a aquellos que actualmente no conozco, pues en verdad todos ellos son mis hermanos. El hombre que dijo: “Ve y dí a mis hermanos que estoy ascendiendo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios” había expandido su círculo para abarcar a todos, porque sabía que había sólo un ser que estaba jugando todos los papeles. Así que no puedes perdonar verdaderamente a menos que puedas discriminar entre el ser que ocupa el papel que está jugando y el papel mismo. Entonces puedes identificarle con lo que tú sabes que a él le gustaría ser, y en la medida en que tú estés persuadido de que él está ocupando el nuevo estado, él llegará a estarlo.

Depende enteramente de tí practicar el arte del arrepentimiento, que es un cambio radical del sentir. Un amigo puede haber cometido un acto de violencia y admitir su culpa. Practica el arte del arrepentimiento separando a tu amigo (el actor) del papel que jugaba, e identifícale con el papel que tú sabes en tu corazón que a él le gustaría jugar. Persuádete de que esto es verdad y, en la medida en que estés persuadido, tu amigo será transformado en ese estado y lo ocupará a la vista de todos.

Las primeras palabras recogidas en el Libro de Marcos (el primer evangelio en fecha) son: “El reino de los cielos está cerca, arrepentíos y creed en el evangelio.” Yo te llamo en el día de hoy a creer en la historia del cristianismo; y si crees y eres un cristiano, tú la pondrás en práctica. El cristianismo es el cumplimiento de las promesas que Jehovah hizo al hombre. Cuando la historia de Jesús Cristo es representada dentro de tí, tú has cumplido las promesas de Dios a Israel. Entonces cuenta tu historia a aquellos que escuchen y, mientras te estás moviendo en tu esfera celestial, seleccionarás a aquellos a quienes les darás tus ojos.

La selección viene de la sabiduría que es de arriba, no de abajo. En este nivel, si yo tuviera que dar mis ojos a alguien, sería definitivamente a mi esposa, y después de ella a mi hija. Pero en un nivel más alto, donde no hay incertidumbre en cuanto a quién debería recibirlos, yo le dí mis ojos a una señora que yo sólo conozco a distancia. Nunca he visto su casa, ni ella ha estado nunca en la mía. Yo la amo como una hermana, pero yo ciertamente no la he visto nunca socialmente. Mientras se funciona desde arriba, sin embargo, la sabiduría del César no se usa. Usando la sabiduría de arriba, yo selecciono de aquellos que vienen aquí a aquel a quien le doy mis ojos. El regalo es completo, sin embargo yo no los perdí al darlos. De hecho mi visión aumentó al darlos.

Las visiones vienen cuando tú menos las esperas. Tú puedes estar en una multitud cuando todo se bloquea y la visión te posee. No tiene sentido pensar que debes ir a la India para ser enseñado cómo meditar por un gurú. La verdadera visión no puede ser enseñada, sino que viene a tí cuando menos lo esperas; y no puedes detenerla, pues la visión es Cristo en tí, que es tu esperanza de gloria.

El cuerpo que tú vistes es la cruz que Cristo soporta. Los fuegos que esas señoras vieron son los hornos de experiencia de los que habla Blake: “Cómo salen ellos de los hornos; cuán larga, vasta y severa la angustia antes de que encuentren a su Padre, fueron largos de contar.” El hombre está buscando a su Padre celestial, que es él mismo. Él está buscando fuera la causa de los fenómenos de su vida; pero cuando él la encuentra se encuentra a sí mismo. Entonces dirá: “Yo y mi Padre somos uno.” Su viaje en este mundo no puede acabar hasta que el Padre es encontrado; y cuán larga, vasta y severa la angustia antes de que lo encuentre, fueron largos de contar.

Yo no puedo decirte lo cerca que estás de descubrir tu verdadera identidad, pero puedo decirte que comenzará con tu resurrección de tu tumba inmortal, donde primero yaciste para dormir y soñar este sueño de vida. Este es inmediatamente seguido por tu nacimiento desde arriba. Ciento treinta y nueve días después tú encontrarás a tu hijo, quien se te revelará. Luego ciento veintitrés días después tu cuerpo espiritual es dividido en dos, y te ves y te identificas con el oro fundido encontrado en su base. Fusionado con él, subirás como una serpiente, otra vez a tu propio cráneo – llamado cielo. Novecientos noventa y ocho días después la paloma desciende, dándote la bendición de que el Espíritu del Más Alto está sobre tí, pues él te ungirá y te enviará a predicar buenas nuevas a los afligidos y a abrir los ojos de los ciegos. Los ciegos de los que se habla aquí son aquellos que no ven el misterio detrás de la fachada.

Pero esta noche aprende a perdonar. ¡Esto es esencial! Aprende a diferenciar entre el estado en el que un hombre está colocado y su ocupante. Si puedes diferenciar entre los dos, perdonarás, pues reconocerás al ser que está atrapado en un papel. Si el papel es el del asesino, debe asesinar. Si está atrapado en el papel de enfermedad, debe estar enfermo. Si no te gusta el papel que él está jugando, recuerda: todos los papeles pertenecen al autor que es Dios. Nosotros somos los actores que entenderemos la razón detrás de la obra cuando caiga el telón y la obra haya llegado a su fín.

¡Yo rezo para que sea esta noche!

Ahora entremos en el silencio.



Traducido por Javier Encina
La conferencia original en inglés es
TRUE FORGIVENESS (Neville 04-01-1969)




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