~ "La imaginación crea la realidad." (Neville Goddard) ~


martes, 6 de marzo de 2012

EL ARTE DE MORIR (Neville Goddard - 23 de marzo de 1959)

Neville Goddard (23 de marzo de 1959)


EL ARTE DE MORIR



Si estás con nosotros por primera vez, esto es lo que creemos y enseñamos aquí. Creemos firmemente que tú, el individuo, puedes realizar cada uno de tus sueños, y la razón es que Dios y el hombre son uno. Creemos que la diferencia no está en la mentalidad con la que operamos sino sólo en los grados de intensidad del poder operante mismo, y que llamamos Imaginación humana.

Keats [John Keats (1795-1821)] dijo: “Puedes tomar cualquier pasaje importante y espiritual y te servirá como un punto de partida hacia los treinta y dos palacios”. Toma esta simple sentencia de las cartas de Pablo a los Corintios: “Muero cada día”, o la declaración de Blake en su carta a Crab Robinson: “La muerte es lo mejor de la vida. No hay nada en la vida como la muerte, pero la gente toma mucho tiempo en morir. Al menos, sus vecinos nunca los verán levantarse de la tumba.” Si entiendes a Blake no podrías pensar de la muerte como el mundo piensa de la muerte, sino que verías que nadie puede crecer sin superar situaciones y condiciones con la edad. Pero el hombre no está dispuesto a superar situaciones y condiciones con la edad y, sin embargo, quiere cosas distintas de las que tiene. Pero si permaneces en un estado, siempre tendrás que sufrir las consecuencias de no estar en otro estado. (De la “Hermética”) Si me quedo en el estado de la pobreza tengo que sufrir las consecuencias de no estar en el estado de la riqueza. Por lo tanto debo aprender el arte de morir. Pablo dice: “Muero cada día”. Blake dice: “La gente toma mucho tiempo en morir”. El hombre no supera con la edad su estado de mala salud o su viejo empleo o su entorno. Debemos aprender el arte de morir, y esta semana es la gran muerte y se nos dice que Dios muere para que el hombre pueda vivir.

Nosotros decimos que la Imaginación de Dios y la del hombre son una, sin importar cuan lejos vaya. Los universos son creados y sostenidos por “el mismo poder que sostiene nuestro entorno”. Nosotros decimos que el poder es el mismo, pero reconocemos una gran diferencia entre el poder que sostiene el universo y el que sostiene un ambiente. La diferencia está sólo en el grado de intensidad del centro de imaginación. Por tanto, si incrementamos la intensidad [en] el centro de imaginación, crearemos cosas cada vez más grandes. Así que veo mi sueño, y debo aprender a morir a lo que soy para vivir a lo que quiero ser.

Ahora, este es el significado místico de una muerte en la Biblia – la muerte de Moisés, una historia familiar para todos nosotros. Se nos dice que Moisés viene de la tierra de Moab (Deuteronomio 34) y después escala la montaña de Nebo, va a Pisga, ve Galaad, y finalmente él observa la tierra prometida de Jericó. Pero el Señor le dice: “Te dejaré ver la tierra, pero no podrás entrar en ella”. Luego Moisés muere. (El estado actual no puede ser llevado al nuevo; tiene que morir como consecuencia del nuevo [estado] vivificado.) “Pero sus ojos no se oscurecieron y su vigor no disminuyó”. Y nadie sabe dónde está enterrado. En primer lugar recuerda que todos los personajes de la Biblia se desarrollan en la mente del hombre. Yo soy Moisés, tú eres Moisés. Su significado es “levantar” o “sacar de”. Se nos dice al principio de la historia que él fue sacado de entre los juncos. La palabra [“Moisés” – en hebreo, “Moshe”] escrito al revés en el antiguo hebreo significa “el Nombre” [haShem] o “YO SOY”. Así que estoy sacando de mi propio ser, o el YO SOY. Moisés viene de “Mo ab”. Esto viene de dos palabras hebreas que significan “Madre-Padre”, o “matriz”. Después él escala la montaña de Nebo, que significa “profetizar”, o que representa el estado subjetivo que se anhela. Voy a profetizar para ti, o tú para otro. Tú singularizas el anhelo de una persona. Si él anhela algo significa que no lo tiene, de lo contrario no podría estar anhelándolo. Pero Moisés escala Nebo – es decir, él participa en ver el estado anhelado. Yo singularizo algo que implica que soy el hombre que quiero ser. Yo escalo la montaña. Luego viene Pisga, que significa “contemplar”. Yo contemplo lo que quiero ser. Entonces él ve Jericó, que significa “un olor fragante”. Voy a contemplar el estado deseado hasta que obtenga el sentimiento o la reacción que satisface. No sólo he escalado Nebo sino que he alcanzado Pisga y observado Jericó. Estoy lleno de la emoción que implica que el acto se ha completado. Luego está Galaad, que significa “cerro de los testigos”. Entonces yo, como Moisés, muero. No puedo entrar en la tierra prometida, y nadie puede encontrar el lugar donde estoy enterrado.

¿Qué significa eso? Si estoy asolado por la pobreza y el miedo y entonces te encuentras conmigo y me ves [en tu imaginación] tan libre como un pájaro y feliz, en ese momento no soy el hombre que conocías que estaba asustado. Entonces, ¿dónde está ese otro hombre enterrado? Pues Moisés es el poder en el hombre (en el hombre genérico, macho-hembra) para sacar de sí mismo cualquier cosa que él desee en este mundo, y para así representar el drama de que él muere a lo que era, para que él pueda vivir a lo que él está representando. Eso es Moisés – y nadie puede saber dónde está enterrado. Pero se nos dice: “Su ojos no se oscurecieron ni perdió su vigor”. Es decir, cuando yo muero, es cuando represento el drama. No espero a que aparezcan señales; es cuando estoy más consciente de mis limitaciones y siento la presión, entonces es cuando debo aprender a morir. Tengo que aprender a dejar ir lo que mis sentidos dictan y “volverme loco” y entregarme a lo que es sólo un sueño. Pero sosteniéndolo y viviendo en él, muero a lo que físicamente era real mientras gradualmente elevo lo que sólo era un sueño. Tú conocías únicamente al hombre asustado y no al otro. Nadie puede decir a dónde se fue el hombre asustado.

De esta manera es como el arte de morir se dramatiza en la Biblia como la muerte de un hombre. Pero no tiene nada que ver con un hombre específico, pues la historia de la Biblia tiene lugar en la mente de cada hombre. Me crucificaré a mí mismo, porque Dios se crucificó en mí para que yo pueda vivir. Pero ahora debo clavarme a mí mismo sobre lo que deseo y, permaneciendo fiel a ello, levantarlo como [hizo] Dios [cuando] se clavó en mí. (Hablando de su cuerpo actual) se cree un hombre llamado Neville, dándole a Neville el mismo poder que es suyo (pero con menos intensidad) con la esperanza de que yo levantaré el poder para más grandes cosas en mi mundo en las que pueda clavarme, y así levantarlas. No hay ninguna posibilidad de que el hombre dé vida a su sueño a menos que Él se clave en esta cruz que es el hombre. Estamos viviendo porque Dios se clavó a nosotros. Ahora el hombre, con menos intensidad, le da paso a otros estados y no a lo que los sentidos dictan, se hace uno con el estado y se clava a él (fijándose en el estado mediante la emoción y el sentimiento) y entonces él será elevado.

Porque la crucifixión viene antes de la resurrección. La crucifixión sin la resurrección sería impensable; sería el triunfo total de la tiranía. Si pudiera entregarme a mi sueño y no se convirtiera en carne, sería la tiranía total sobre este maravilloso concepto de la vida. Pero no puedes fallar si te entregas. Si te retienes en tu interior, preguntándote “¿Qué voy a jugar como mi última carta si esto no funciona?” entonces no te has entregado, no te has clavado a él. Es una entrega completa. Es el gran grito “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” Si sabes que eres Dios haciéndolo, puedes entregarte. Pero debe haber total abandono, como si fuera verdad y entonces lo conviertes en una realidad. El precio es esa forma de abandono mental que Blake llama “locura”. Pero el hombre tiene miedo; no se atreve a abandonarse de ese modo a su sueño, así que nunca “muere”. Por tanto Blake tenía razón cuando dijo: “No hay nada como la muerte: lo mejor en la vida es la muerte”.

Muchas personas sólo envejecen, pero nunca cambian interiormente. Sólo maduran físicamente, pero no han muerto en el sentido místico. No hay poder transformador en la muerte física, y todavía estarán anclados en un mundo más grande con todas las tendencias de este mundo. Para nuestros sentidos ellos parecen estar muertos, pero todavía, en otro plano, tendrán que aprender el arte de morir. Yo puedo en cualquier lugar desprenderme tan completamente de lo que está ocurriendo que puedo “morir” a ese estado. Así que cada pequeña muerte es el levantamiento de la imagen divina. Esto significa morir como el místico da a entenderlo. Significa morir mentalmente. El hombre muere a la mala salud, o a la pobreza, o a la falta de armonía, etc., pero lo hace entregándose a los otros estados.

Blake considera a todos los estados como permanentes, al igual que en su gran poema respecto a Los Salones de Los: “Maldigo la tierra para el hombre y lo hago permanente”. Así que los estados permanecen y el hombre pasa a través de los estados, como si fueran ciudades. Si no paso a través de algún estado pero permanezco en él, creo que [ese estado] es la única realidad. No puedes concebir que un estado no existe, porque la totalidad está terminada; pero el hombre sólo está despertando al morir a un estado tras otro.

Toma a un amigo que no esté bien o que no pueda liberarse de algún estado. Represéntate a ese amigo como debería ser visto por el mundo entero, y en el grado en que tú seas fiel a esa representación, a tal grado lo sacarás del viejo estado. No importa si él sabe que tú lo hiciste o no; él no tiene por qué saberlo. Pero permanece fiel y lo sacarás del viejo estado hacia el nuevo estado que estás viendo. Todas las cosas se extinguen cuando dejamos de observarlas. Moisés pudo ver la tierra prometida pero no pudo entrar en ella. Si soy fiel a la semejanza de lo que observo, entonces yo – el hombre “antiguo” – no puedo entrar al nuevo estado. Algo llamado el poder entra en él, pero [nadie] lo reconoce, porque ellos no pueden reconocer al ser transformado.

Todos nosotros nos sentimos muy seguros en la recurrencia. Si sabemos que una cosa es fija y que la próxima semana las cosas seguirán como hoy, me siento seguro en esa recurrencia. Puedo haber hecho algo que viole los códigos morales, puedo haber llegado desde el lado equivocado de las vías, pero puedo aceptar eso, porque estoy acostumbrado a ello. Pero decir que algo se despierta en mí y que puedo llegar a ser lo que quiera – eso asusta al hombre. Así que se nos dice que despertemos del sueño, porque la recurrencia trae seguridad al vasto mundo entero. Uno hace lo que hace como si lo hiciera en una pesadilla. Pues Dios tuvo que “olvidar” que él era Dios para convertirse en hombre y esa reducción gradual a este nivel es el mismo límite de la contracción. Pero luego viene el despertar de ese sueño profundo en el cual se sumergió para darme vida. Por lo tanto, este poder de elevación se ocupa de liberar a los hombres, pues Dios se convirtió en cada hombre, de modo que cada hombre pudiera despertar con el tiempo como Dios. Finalmente el mundo entero despertará y el poema estará en plena floración y será noble más allá de nuestros sueños más locos. Y entonces existirá para nosotros y seremos uno con el creador del gran poema. Eso es el arte de morir.

El próximo domingo es el gran drama. Estoy montando a un animal y estoy en una encrucijada. “Traedme un pollino al que ningún hombre ha montado antes, que está amarrado en una carretera donde dos caminos se encuentran.” Aquí tenemos al estado al que nunca antes he montado. Es tan poco natural sentir que soy el hombre que quiero ser y realmente pasar a ese estado y montarlo sin ser tirado por la razón, que me dice que estoy loco. Pero si sabes que el Señor es tu Imaginación, puedes montarlo a Jerusalén. Se nos dice que encontraremos al animal en una encrucijada donde dos caminos se encuentran. Siempre estamos en una encrucijada de lo que soy y lo que quiero ser. Así que, ¿puedo montar al animal que encontré en la encrucijada y llevarlo a Jerusalén? Entonces voy hacia el “cielo”, pero no es continuo en mi línea de movimiento. Es contiguo. Está al lado de donde yo estoy, pues el cielo es un estado de conciencia. Trato de captar la sensación que sería mía si yo fuera el hombre que quiero ser, pero eso implica una muerte. Debo abandonarme a mi sueño como si fuera cierto, y – viviendo en él – lo levanto y lo hago realidad. Todos tenemos que pasar por este estado, porque esta es la única religión verdadera del mundo. La religión, como la caridad, empieza en casa, con uno mismo. La semilla madre de todas las creencias religiosas se encuentra en las experiencias místicas de la persona. Todas las ceremonias no son sino agregados secundarios superpuestos sobre ella.

Religión significa, “estar atado o dedicado a”. Pero si yo no estoy enamorado de [eso] a lo que estoy atado, debo entregarme a algo más encantador y hacerlo real. Debo llevar mi cruz. Voy hasta cierto punto y luego quiero cruzar a la otra línea donde está mi cielo. Pues todo está interrelacionado. Todos nos interpenetramos los unos a los otros. Todos somos uno. Así que el mundo entero se interpenetra y entonces aparece el conflicto, y de eso viene la solución del conflicto. Pues tenemos que estar en conflicto si estamos todos interpenetrados. Pero luego debemos traer la reconciliación. Cualquiera que sea la solución, eso es la reconciliación. Pero no podemos permanecer en un estado o en alguna condición para siempre. Cada nuevo estado lleva en sí las semillas de un nuevo conflicto. Todo cielo se convierte con el tiempo en infierno. Una cosa es nuestra por un momento, pero a medida que continuamos en ella, traerá conflicto. Mientras haya interpenetración siempre habrá conflicto. Por tanto, vive en cualquier estado deseado y entonces, cuando surja el conflicto, resuélvelo y muere a él y luego muévete a otro estado. Así es como crecemos y nos superamos; así es como el hombre despierta.

Ningún hombre puede nacer en un entorno y luego realizar otro si no se entrega al estado deseado. Por tanto Blake tenía razón: “Lo mejor de la vida es la muerte, pero al hombre le toma tanto tiempo morir que sus amigos jamás le verán levantarse de la tumba.” ¿Puedes ver entonces lo que pasa con tu amigo que siempre te dice las mismas cosas, incluso si no le has visto desde hace diez años? Todo se sigue repitiendo, nada es nuevo, pero eso le hace sentirse seguro. El hombre no quiere cambiar; le asusta.

Te digo que tu Imaginación es Dios. Créelo. Ejercítala. Yace con baja intensidad, pero conforme la levantas la intensificas y luego visión tras visión serán tuyas a medida que empiezas a despertar. No creas que eres codicioso porque estás exigiendo cosas o el cambio de las cosas. Estás aquí para crear como tu Padre crea. Quiere lo que quieres y entrégate a ello y créalo. Luego querrás cosas cada vez más grandiosas. Pero nada bendice a un hombre a menos que baje de su estado celestial y se encarne. Tú eres el único que puede vestirlo en la realidad. Pero permanece como un estado a menos que te entregues a ello.

Este drama de la Biblia es todo sobre ti, pues el Jesucristo de los evangelios es tu propia maravillosa Imaginación. Sólo hay un Dios infinito y la creación que él amaba. Y tanto la amaba, que quiso darle vida y luego compartirla e incluso cambiarla, así que Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera convertirse en Dios. Esa es la gran historia de los evangelios. Cada místico en el mundo cuenta esta misma historia. Por tanto, cada hombre es libre. No hay juicio, porque no importa lo que el hombre haya hecho, es Dios haciéndolo en una pesadilla. Sólo hay completo perdón del pecado – nada de juicio ni objeción, sin embargo el hombre puede cambiar los hechos. El pasado se puede deshacer. De modo que un hombre ha hecho esto o aquello. Usa tu poderosa Imaginación y “haz girar la gran rueda hacia atrás hasta antes del incendio de Troya”. Eso significa revisar.

Conozco a una señora que se quemó la mano y luego se la “desquemó”. Se vertió agua hirviendo en la mano. Se tumbó en el sofá y trató de deshacer mentalmente lo que había hecho. Era difícil por el dolor, pero ella siguió intentándolo. Rehízo la escena y vertió el agua hirviendo sobre el té y lo preparó y luego se lo bebió. Lo hizo una y otra vez y, finalmente, en el acto de hacer de ese modo el té se quedó dormida. Cuando se despertó unas horas más tarde no había ni rastro de la quemadura. Ella escribió: “Se podría haber pensado que debería haber ido directamente al hospital, pero ahora no hay ni siquiera una señal de la quemadura.”

Comentario: El pasado y el presente son uno en un momento mayor.

Ahora entremos en el silencio.



Traducido por Manu LDA
La conferencia original en inglés es THE ART OF DYING (Neville Goddard 03-23-1959)


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