~ "La imaginación crea la realidad." (Neville Goddard) ~


lunes, 29 de enero de 2018

UN ESTADO LLAMADO MOISÉS (Neville - 29 de abril de 1968)

Neville Goddard (29 de abril de 1968)


UN ESTADO LLAMADO MOISÉS



Al leer las Escrituras, siempre ten en cuenta que son un relato de la salvación, y no historia secular, que los personajes —desde Adán hasta Jesús— son estados de consciencia. En «Visiones del Juicio Final» de [William] Blake, éste dice: «Debe ser entendido que Moisés y Abrahán no son sino estados representados por esos nombres, que fueron develados al hombre mortal en una serie de revelaciones divinas como están escritas en la Biblia». Después de ver toda la obra, Blake añade: «Cuando los ves desde lejos, parecen ser un solo hombre, pero al acercarte parecen ser Multitudes de Naciones, porque el Único Hombre se convierte en la mayoría».

Los primeros cinco libros de la Biblia son llamados la Torá, o la Ley, con Abraham como el símbolo del comienzo de la civilización. Sin embargo, el personaje relevante registrado allí es el infinito y eterno estado llamado Moisés. La palabra «Moisés» es el antiguo [tiempo] perfecto del verbo egipcio «nacer», así que es en el estado de Moisés que algo nace. Ahora bien, al final de la Torá se nos dice: «Y Moisés, siervo del Señor, murió […] Y el Señor lo sepultó […] Y no ha sabido hombre alguno el lugar de su sepulcro hasta el día de hoy» (Deuteronomio 34:5-6). ¿Por qué? Porque Moisés está sepultado en ti.

Hoy en día la gente trata de inmortalizar la identidad de toda persona prominente en algún mausoleo. En nuestro país se hacen viajes a las tumbas de nuestros presidentes a diario. Me han dicho que no hay un solo día en el que la tumba de Kennedy no esté cubierta de flores, mientras la gente ora y llora sobre ella. Entonces, conocemos donde están sepultados nuestros presidentes y héroes, pero nadie conoce dónde está sepultado Moisés. Como la representación del futuro de Israel en forma germinal, es en Moisés —un estado sepultado en el Hombre— que el plan de la redención de Dios se revela. Ahora, un israelita no es un descendiente de Abraham, según la carne, sino el elegido de Dios de cualquier nación. Seas judío, cristiano o mahometano, Moisés —el futuro de Israel en forma germinal— está sepultado en ti. Y la palabra «Israel» significa ‘gobernar como Dios’.

Después de ver todo el patrón del plan de Dios en la montaña, Moisés regresa y le habla al pueblo en tiempo presente y en primera persona, y dice: «Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de los esclavos. No tendrás otros dioses delante de mí» (Éxodo 20:2-3). Al decir esto, Moisés revela el nombre de Dios como «YO SOY». Él no dijo: «Yo soy Moisés y el Señor», sino: «Yo soy el Señor». Al reconocer su verdadera identidad, Moisés comienza a hacer maravillas, llamadas señales. Después de darle a Moisés la vara de Dios, el Señor le dice: «Pon sobre ella una serpiente ardiente, y cualquiera que la vea, esté enfermo o afligido, si cree, será sanado» (Números 21:8). Todas estas hermosas imágenes son literalmente ciertas cuando el plan de Dios comienza a desplegarse en ti.

Se nos dice que Moisés no pudo entrar en la Tierra Prometida, que Josué —lleno del espíritu de sabiduría— sí entró, y el pueblo lo siguió. «Josué» es la palabra hebrea equivalente a «Jesús». Moisés no pudo entrar, porque él es el plan de Dios en forma germinal. Josué es su desarrollo, como dice la Palabra: «Yo soy el Señor tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador, y fuera de mí no hay quien salve» (Isaías 43:3-13).

El plan se despliega en Josué en el Viejo Testamento, y en Jesús en el Nuevo [Testamento]. Si Josué está lleno de la sabiduría de Dios, y Cristo es definido como el poder y la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:24), ¿no son ellos el mismo ser? La gloriosa sabiduría de Dios en forma germinal salva a Israel, extrayendo al Único Ser mientras el germen brota. Entonces el hombre en quien esto sucede experimenta las señales y maravillas registradas en las Escrituras de manera literal. ¿Quién habría creído que la vara de Dios con la serpiente ardiente sobre ella era una verdad literal? Sin embargo, sé que es el estado que experimentarás al entrar a la Tierra Prometida.

No importa cuánto vivas o cuánto poseas, morirás a este mundo. Pero estás destinado a entrar en la tierra de la promesa, una tierra que es eterna, donde no puedes morir. El ropaje de la naturaleza que ahora usas morirá, pero en ti hay un germen llamado Moisés, y vive eternamente. Está sepultado en el Gólgota, el cráneo del hombre. Y la vara de Dios es tu columna vertebral. Al precipitarse al mundo de la división, el poder creativo de Dios desciende a la generación; está destinado a revertirse y ascender de la generación a la unidad.

Solo hay un Ser Creativo, un solo Dios, y, al ser proteico, parece que es innumerables naciones, razas y personas, pero, al fin y al cabo, uno a uno, se reúne a sí mismo en el único cuerpo, el único Espíritu, el único Señor, el único Dios y Padre de todos nosotros (Efesios 4:4-6), pero sin pérdida de identidad. Sabrás que eres Dios. Yo te conoceré y tú me conocerás. Después de conocernos en este estado violento por las máscaras que ahora usamos, retornaremos a la unidad del «Uno conformado de otros», para ser hermanos en ese estado celestial.

Es Moisés quien revela el nombre de Dios. Ahora que lo sabes, pide por riqueza en el nombre de Dios, diciendo: «YO SOY rico». No puedes señalar hacia afuera de ti mismo y pedir en el nombre de Dios. Si estoy en un estado empobrecido y deseo el estado de riqueza, debo atreverme a asumir que soy rico. La Torá es una discusión entre Jehová y el faraón, o la fe y la duda. Debes tener fe en la asunción de que eres el hombre que deseas ser para poder lograrlo. Tus deseos jamás se cumplirán si crees en el rechazo mostrado por la razón y los sentidos externos. Mientras avanzas en la asunción de que tu deseo está cumplido, estás pidiendo en el nombre de Dios y conjurando aquello que asumes. Debes atreverte a asumir la riqueza, si ese es tu objetivo. Si deseas salud, debes asumirla, incluso si el mundo racional del doctor produce pruebas de lo contrario. Debes estar siempre consciente de que ellas no son tu Dios, ¡de que solo hay un Dios y su nombre es YO SOY! Cuando señalas hacia otro como una autoridad en tu mundo, estás transfiriendo el poder que pertenece a Dios a un ídolo. Ahora, si pides por cualquier cosa y usas el nombre de Dios —y su nombre es YO SOY—, y dices «yo soy», ¿no eres tu propio hacedor?

¡Dios es porque YO SOY! «Yo hago morir y Yo hago vivir. Yo hiero y Yo sano. Yo creo la luz y formo la oscuridad, y fuera de mí no hay Dios» (Deuteronomio 32:39 e Isaías 45:6-7). Cualquier cosa que desee, debo asumir la responsabilidad plena por ello. Si quiero conjurar la salud, y los doctores me dicen que no puedo vencer la enfermedad, y creo en ellos, he tomado mi decisión y debo aceptar la responsabilidad de ello. Pero si me atrevo a asumir la salud, Dios la está proclamando, porque Él no tiene otro nombre diferente a YO SOY. Esta es la gran revelación que se encuentra en el capítulo 3, verso 14 de Éxodo: «Ve y diles: YO SOY me ha enviado a vosotros» (Éxodo 3:14). Todo lo que declaras es, porque el nombre de Dios es cualquier forma del verbo ser, bien sea «YO SOY», «YO FUI» o «YO SERÉ».

Recuerda: Moisés no es una persona, sino un plan eterno de Dios. A él se le mostró todo, y se le dijo que siguiera el patrón que vio en la montaña. Nadie sabe quién escribió los libros de la Torá. Ellos están firmados únicamente con las letras J, B y P. De hecho, no sabemos quién es el autor de ningún libro de la Biblia. Mateo, Marcos, Lucas y Juan son nombres anónimos de aquellos que escribieron sus propias visiones y revelaciones del eterno plan de salvación de Dios. En el estado de Moisés, los he estado guiando a un nuevo y arriesgado camino. Los he llamado como grupo, y les he explicado lo que me ha ocurrido —el patrón hombre—, con la esperanza de que me escucharán con fe. No todos me creerán, de la misma manera que no creyeron en Moisés.

Se dice que mientras él guiaba al pueblo a través del desierto, la mayoría quería regresar a su vieja manera de pensar. Se sentían más seguros con sus viejas creencias. Era más fácil seguir siendo esclavo y recibir limosnas. Muchos esclavos no quieren ser liberados, porque como esclavos tienen asegurado el techo y la comida. Ser liberados de ese estado implica que tendrían que entrar en el estado de independencia, que es exigente, pero glorioso. Cuando crees que Dios es tu maravillosa y amorosa imaginación humana, eres liberado de la esclavitud de la creencia en otro. Al hombre se le ha enseñado a creer en un dios externo, al cual recurre cuando tiene necesidad; e, incluso, si no le responde, el hombre sigue creyendo que [este] dios está haciendo su trabajo. Pero Moisés nos advierte que no busquemos a ningún otro dios, y nos dice: «No hay Dios fuera de mí».

El único Dios que te sacará de la esclavitud es YO SOY. Si eres esclavo, asume: «Yo soy libre», y ten el coraje de continuar adorando al único Dios, porque no hay otro. Dios no prometió vida sin riesgo, porque puedes caer de nuevo en tu anterior estado de consciencia. Al pensar que quizá cometiste un error, puedes inclinarte otra vez ante íconos hechos por el hombre e ir a la misa del domingo por la mañana (Éxodo 20:3-5 y Deuteronomio 5:7-9). Entonces, Moisés te guía hacia la Tierra Prometida, pero no puede introducirte en ella. Eso debes hacerlo por ti mismo. Moisés es el patrón en forma germinal que irrumpe como Jesús. Cuando todo lo dicho de Jesucristo en las Escrituras irrumpe en ti, ¡te maravillas al saber que tú eres Él! Que nunca hubo otro. Que el único Dios, y su patrón de salvación, está sepultado en toda la humanidad.

Ahora, o creen o no creen en mi palabra. Depende enteramente de ustedes. Les he dicho lo que vi en la cima de la montaña —el gran Monte Sinaí, donde originalmente las leyes fueron dadas—. Al experimentar aquello que fue visto en el principio, he venido a decirles, mi pueblo, exactamente lo que sucedió, y no lo he alterado. En el estado de Moisés los he sacado de la tierra de Egipto. Y cuando el tiempo de mi partida llegue, yo, un siervo del Señor, moriré y seré sepultado por Dios Mismo. Este es el gran misterio de la semilla. A menos que caiga a tierra y muera, queda sola, pero si muere lleva mucho fruto (Juan 12:24). El patrón, como una semilla, es plantado en la Tierra, llamada Adán. La semilla echará raíces y se desarrollará de acuerdo a su patrón.

La primera irrupción es el despertar; porque, como una semilla, en el instante en que un pequeño brote es visible, sabes que está viva y ha echado raíces. Dios es un dios de vivos, no de muertos (Mateo 22:31-32), así que lo que aparentemente estaba muerto despierta, y el hombre resucita dentro de sí mismo. Al despertar dentro de tu cráneo inmortal, donde estabas sepultado, sales, y las Escrituras se desarrollan ante ti. Un niño, que simboliza tu nacimiento, se hace presente. Tres testigos están allí para cumplir las Escrituras (Mateo 2:1-2). Cinco meses más tarde, el patrón irrumpe de nuevo, y David, frente a ti, te llama «Padre». Lo reconocerás y proclamarás las palabras del segundo Salmo: «Mi hijo eres Tú, / Yo te he engendrado hoy» (Salmos 2:7).

La relación entre tú y tu hijo no se puede describir; sin embargo, no hay duda en cuanto a su identidad o la tuya. La tercera irrupción tiene lugar cuatro meses más tarde, cuando tu cuerpo es partido por un relámpago. (El hermoso himno Rock of Ages [Roca Eterna] lo refiere como una abertura, y dice: Roca eterna, abierta para mí). Cuando el cuerpo es partido, ves luz líquida dorada en su base. Fundiéndote con ella, te conviertes en una serpiente ardiente en espiral, y —como un relámpago— te desenrollas justo en tu cráneo, mientras éste retumba como un trueno. Estos son los tres primeros actos de la revelación de Dios en ti. Luego, después de un período de dos años y nueve meses, el patrón se completa cuando una paloma —el símbolo del Espíritu Santo— da su aprobación, descendiendo y colmándote de afecto.

Incapaz de negar tus visiones, las compartirás con otros, advirtiéndoles que el camino es arriesgado, porque los estás llevando a una nueva tierra, y si te siguen, todos tendrán una experiencia en común: debido a que todos somos diferentes, no habrá dos que experimenten el patrón de manera idéntica, pero todos se reunirán con David. Independientemente del color de tu piel y de tu género, vas a reunirte con un niño rubio y de ojos azules que te llamará «Padre» (1 Samuel 16:11-12). David no busca a un hombre según la carne, sino al Dios que es su Padre, ¡y sabrás que ere tú! Moisés es el patrón de la salvación divina en forma germinal. Después de ver el patrón, Moisés no te introduce en la Tierra Prometida, pero te revela el patrón.

Es Josué quien entra, y Jesús quien se desarrolla como el patrón dentro de ti. Si en el espíritu David te llama «mi Señor», y las Escrituras te dicen que David llamó a Jesús «mi Señor» (Mateo 22:41-45), ¿no eres Jesús? ¿No eres tú aquel que dijo: «Yo soy el Señor que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de los esclavos»?

Quizá tengas un amigo que desea gozar de buena salud. Puedes dársela en el nombre de Dios si lo escuchas en tus pensamientos, y lo oyes decirte que nunca se había sentido mejor. ¿Quién está oyendo las palabras? Yo soy. Eso es el Señor. Responde diciéndole a tu amigo qué bien luce en tu imaginación, y Dios está hablando. Si tu amigo está desempleado, escúchalo decirte que ahora tiene un trabajo maravilloso. Felicítalo y siente la alegría que experimentarías si fuera cierto. Luego pregúntate quién está haciéndolo, y tú, el Señor, dirás: «¡Yo soy!»

Durante todo el día el hombre ejercita su poder creativo, y trae, sin percatarse, confusión a su mundo. Entonces corre a una iglesia y le ora a un dios que no existe, ¡porque el único Dios es YO SOY! No hay otro Dios, y nunca lo ha habido. Practica la ley de la cosecha idéntica yendo a la cumbre de la montaña. Espero que tu ambición sea que las Escrituras se desarrollen dentro de ti, porque eso transcendería cualquier cosa aquí. Pero quizá seas uno de esos que quiere partir de este mundo siendo tan famoso o rico que sus restos reposen en un gran mausoleo, aunque no haya certeza de que la edificación y su contenido perdurarán. Si es así, está bien, pero ahora sabes dónde está sepultado Moisés. A lo largo de los siglos, los hombres han estado buscando a Moisés en el lugar equivocado. Los que piensan que está sepultado afuera buscan en vano, porque Dios lo enterró en el cráneo del hombre.

Al contener el plan de salvación, Moisés revela el patrón que —cuando se desarrolla— salva al hombre. La palabra Jesús significa ‘Jehová salva’. Cuando el patrón se desarrolla, Dios se ha salvado a Sí Mismo. Como una semilla, que desaparece mientras se convierte en lo que contenía, el patrón se desarrolla como el árbol de la vida para llegar a ser uno con Dios, el Padre de la semilla. Toma mi mensaje en serio y reflexiónalo. Enfócate en la esperanza de que el patrón de salvación de Dios irrumpirá en ti mientras estás en esta esfera. Debe irrumpir en ti para que dejes este mundo de pecado y muerte, y entres en la eternidad. Allí serás un rey dentro de ti mismo, creando —no por la razón, sino por la vida que sabes que tú mismo eres—. Allí no serás más un cuerpo animado, sino un espíritu vivificador. Eres Dios mismo.

Cuando leas las Escrituras en el futuro, no pienses en ellas como registros de mitos o historia secular, sino como la gloriosa revelación de Dios como eternos estados de consciencia personificados. Moisés es la personificación de un estado eterno que contiene el patrón perfecto que Dios diseñó con el propósito de salvarse a Sí Mismo. Es Dios quien se hizo hombre para que el hombre pueda hacerse Dios. Al saber que tenía el poder de morir y vencer la muerte, Dios murió. Ahora debe vencer la muerte, y lo hará.

La Historia nos cuenta sobre el gran Imperio romano y el Imperio chino. Estamos en los días en los que el gran Imperio británico se está desvaneciendo. Hubo un tiempo en el que el sol nunca se ocultaba sobre el Imperio británico, y ahora se ha empequeñecido a casi nada. Todo imperio muere con el tiempo. La gente muere, las dinastías se extinguen y todas las grandes fortunas desaparecerán. Tengo entendido que tanto Hughes como Getty* tienen una fortuna personal que sobrepasa los mil millones de dólares. Si sus fortunas fueran invertidas con un seis por ciento de interés, recibirían 175 mil dólares diarios todos los días de la semana. Pero cuando dejen este pequeño segmento del tiempo, no se las llevarán. Así es esta sociedad; entonces, ¿por qué poner tu esperanza en ella? En su lugar, pon tu esperanza en este plan contenido en Moisés, porque sepultado en ti, el plan de Dios irrumpirá, y entrarás en la tierra prometida como Josué, llamado Jesús.

Ahora entremos en el silencio.


(*) Howard Hughes y Jean Paul Getty fueron importantes empresarios de los Estados Unidos. Ambos son reconocidos por haber estado entre los primeros hombres del planeta que acumularon fortunas que sobrepasaron los mil millones de dólares.



Traducido por Luis Natera
La conferencia original en inglés es A STATE CALLED MOSES (Neville Goddard – 04-29-1968)



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