~ "La imaginación crea la realidad." (Neville Goddard) ~


jueves, 26 de julio de 2012

SED IMITADORES DE DIOS (Neville - 21 de octubre de 1968)

Neville Goddard (21 de octubre de 1968)


SED IMITADORES DE DIOS



“Se nos ha enseñado desde el estadío primitivo, que lo que es, fue deseado hasta que fuera.” (William Shakespeare)

Dios comenzó con un deseo, diciendo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen.” Y se nos dijo que seremos perfectos como nuestro Padre es perfecto, y santos como nuestro Padre es santo. Por lo tanto, todo lo que Dios fue, cuando su obra se completó, el hombre lo debe ser. Se nos dijo que seamos imitadores de Dios como hijos queridos, por lo que debemos descubrir cómo él se convirtió en nosotros a fin de imitarle.

Parece que Dios vive como alguien poseído por un sueño. Jeremías nos dice: “La voluntad del Señor no se volverá atrás hasta que él haya ejecutado y cumplido los intentos de su mente. En los últimos días lo entenderéis perfectamente.” Dios, negándose a volver atrás, sigue perdido en su sueño hasta que él haya ejecutado y cumplido los intentos de su mente.

Si quieres que tu sueño sea realizado, imita a Dios volviéndote totalmente poseído por tu sueño. Haz esto y tú, también, alcanzarás el cumplimiento de tu deseo, tal como Dios ha llevado – y está llevando – su sueño a completarse. Ten un deseo intenso. Vístelo con tonos de realidad e imita a Dios viviendo como alguien poseído por un sueño. Como Dios, no te hagas a un lado hasta que hayas ejecutado y cumplido los intentos de tu mente.

Dios comenzó la buena obra en ti y cuando la lleve a completarse en el día de Jesucristo, tú reflejarás la gloria de Dios y portarás la imagen expresa de su persona. Si Dios no se detiene hasta que el deseo es completamente realizado, entonces tú debes ser igualmente persistente. Independientemente de las cosas en contra, persiste hasta que tu sueño esté completamente realizado.

Ve la historia de Jesucristo como el plan de redención de Dios. Lee las instrucciones, y descubrirás que es sólo como el Cristo Resucitado que Jesús se hace manifiesto. Cuando Judas le preguntó: “¿Cómo te manifestarás a nosotros y no a los demás?”, él respondió: “Cualquier hombre que me ame, guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos y haremos nuestra morada con él. El que no me ama no guarda mi palabra, pues la palabra que digo no es mía, sino del Padre que me envió.”

Las Escrituras son la palabra del Padre. Primero recogida como expresiones individuales del Señor Resucitado, cada visión es completa en sí misma. Sin nada en los párrafos que indique su orden cronológico, los escritores escribieron una historia – que parece ser historia, pero no lo es.

Tomaré un párrafo tal, ya que se ajusta a una carta que recibí recientemente. En ella decía ella: “Me quedé dormida solicitando una comprensión más profunda cuando apareciste tú como el Cristo Resucitado y me diste el número 26. He tratado de entender esto y sólo puedo llegar al número ocho.”

Si se juntan el dos y el seis tienes el número del Señor Resucitado. Fue en el octavo día (el primer día de la nueva semana) en el que Cristo resucitó; por lo tanto, el ocho siempre es asociado con la resurrección, la regeneración, y el número del Señor. ¡Pero yo le di el número 26!

Hay 22 letras en el alfabeto hebreo, de las cuales cinco se repiten y se llaman finales. Tenemos kaph como 20, pero cuando se utiliza como una final se convierte en 500. Mem es 40, cuyo valor numérico se convierte en 600 cuando se utiliza como una final. Nun es 50, y cuando se encuentra como una final es 700. Cuando peh se encuentra primero es 80, pero como una final se convierte en 800, ya que su tono no cambia. El valor simbólico de esta letra es la boca; en su forma final es la boca de Dios: “Mi palabra que sale de mi boca no volverá a mí vacía, sino que debe cumplir lo que me propuse y prosperar en aquello para lo cual la envié.”

Tú eres Cristo, la Palabra enviada desde la boca de Dios como su esperanza de gloria. Dios te está haciendo a su perfecta imagen para poseer todo lo que él posee, ya que la Palabra de Dios no puede regresar vacía. Esta es la boca que yo he dado a esta señora. Recientemente ha estado preguntándose por qué – cuando ella sabe algo intuitivamente – está dudando en hablar. Cuestionándose a sí misma, se quedó dormida y me vio como el Señor Resucitado, momento en que yo le di una voz de autoridad para hablar, independientemente de lo que otros puedan decir.

Sólo el Señor Resucitado será visto. Yo os puedo decir: he ascendido desde la tierra y entrado en el más alto cielo, pero no lo sabréis hasta que mi padre os lo revele. Cuando se les preguntó: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”, ellos dijeron: “Algunos dicen que Juan el Bautista venido de nuevo, otros dicen que Elías, Jeremías, o uno de los profetas de la antigüedad.” Pero cuando él preguntó: “¿Quién decís vosotros que yo soy?”, Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo.” El Señor Resucitado entonces respondió: “La carne y la sangre no podrían haberte dicho esto, sino mi Padre que está en el cielo, él te lo ha revelado.”

Muchos me dirán que ellos aman lo que yo enseño, pero se alejan, no creyéndolo hasta el punto de aplicarlo. Pero los que verdaderamente me aman creen y aplican mis palabras. Ellos son los que me verán como el Señor Resucitado. Ellos reconocerán a un hombre llamado Neville – no como un hombre de carne y sangre, sino como un patrón completo; pues el patrón que Dios puso dentro mí, ha erupcionado. Si amas la idea de completar tal patrón, entonces tú estás enamorado de mí. No como carne y sangre, sino del Cristo que ha resucitado dentro de mí. Cuando me manifesté a esta señora, ella sabía que yo era Neville, aunque también sabía que yo era el Cristo Resucitado, por tanto, teniendo la misma experiencia que Pedro. Habiendo oído y amado el mensaje, Pedro reconoció al Señor Resucitado – mientras otros lo oyeron, pero – no amando la narración – no tuvieron la experiencia. Esa es otorgada a través del discernimiento del amor.

Muchos proclaman amar a Cristo, pero adoran a un icono sobre la pared. Llamado la imagen de Dios, Cristo es el plan de Dios, que estaba en el comienzo con Dios, cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen.” Cristo refleja la gloria de Dios y lleva la imagen expresa de su persona. Esa imagen se encuentra en el patrón. Yo he descrito esta imagen de una manera más cronológica que la recogida en la Biblia.

Conozco a los que se han enamorado de la historia que despertó dentro de mí. Uno que partió en Julio pasado me vio como el Señor. Otra señora aquí me vio como el Señor Resucitado. Ellos no me vieron como un hombre de carne y sangre, sino como espíritu. El poder y la sabiduría de Dios resucitó del mundo físico y al reino de Dios. Igual que Dios se ha ilusionado y vive como alguien poseído por un sueño para llevarlo a su cumplimiento, tú puedes imitarlo mientras esperas que su obra sea completada en ti. Y si eres igual de persistente en tu sueño, ningún poder puede impedir que llegue a su cumplimiento. Pero no te puedes desviar. No puedes volver del sueño para ver lo que los demás están haciendo, o lo que piensan sobre ello; debes estar dispuesto a perderte, a ser poseído por tu sueño.

Ningún hombre de carne y sangre es Cristo. “Si alguien dice: '¡Mira, aquí está el Cristo!' o 'Ahí está', no le creáis.” (Marcos, 13) Cuando Cristo viene, es desde dentro y su conocimiento es sin incertidumbre. Nadie puede nunca negar la verdad de lo que esta señora vio. El hombre que está ante vosotros ahora está lleno de debilidades y limitaciones de la carne. Mañana esta señora podría oír algún acontecimiento desagradable en mi vida, pero que no perturbaría lo que vio y oyó cuando – en la visión – me vio como el Señor Resucitado y le di la voz de la autoridad. A partir de ahora ella tendrá el valor de hablar cuando intuitivamente sepa que está en lo cierto.

Ahora bien, cuando tú experimentes a Cristo y le cuentes a tus amigos, el 99,99% de ellos te volverán la espalda, porque te verán como un mortal con debilidades humanas, y no les impresionarás. Pero no compartas tus experiencias para impresionar a nadie, antes bien para mostrar la verdad de la palabra de Dios. Haz eso, y habrá una parte que creerá; entonces les aparecerás como el Cristo Resucitado.

Lee las Escrituras con cuidado y descubrirás que nadie lo vio como el Cristo Resucitado hasta después de la ascensión, que ocurrió mientras vestía el cuerpo de hombre. Lo sé porque el octavo día de Abril de 1960 yo ascendí, y desde ese día todo en mí ha dado la vuelta. Aunque estoy anclado aquí durante el día, he estado apareciendo como el Señor Resucitado en Nueva York, San Francisco, y en todas partes, para aquellos que están enamorados de la palabra que han oído de mí. Aman la esperanza que he mantenido para ellos, de que en un cuerpo de carne y sangre, con todas sus debilidades, hay un plan de salvación que despertará y se desarrollará en todos. Ese plan es el Cristo que ellos aman.

Ningún hombre nacido del vientre de una mujer es Cristo. Si hay otro Cristo que no sea el que fue crucificado y enterrado dentro de ti, es falso, y falsos maestros lo enseñan como otro. Cristo es el plan de redención de Dios. “Él me ha dado a conocer el misterio de su voluntad que él ha manifestado en Cristo como un plan para la plenitud del tiempo.” Cristo es la palabra que es una con la persona que la dice.

Imita a Dios como un hijo querido, teniendo un sueño controlado. Haz una imagen compuesta de lo que tú quieres. No pidas a nadie que te ayude o si es adecuado para tí. Deseando que la vida sea plena, haz lo que Dios hace. Formula un deseo y poséelo. No gires ni a la izquierda ni a la derecha, sino persiste, igual que Dios está haciendo, y nada puede impedirte que lo expreses.

Luego, cuando hayas terminado la obra que viniste a hacer, comprenderás que los hornos por los que has tenido que pasar fueron necesarios para sacarte como una imagen que refleje la gloria de Dios y lleve la imagen expresa de su persona, pues estarás dotado de vida en tí mismo. ¡Habiéndote hecho uno con Dios, habrás heredado todo lo que Dios es!

En mi libro “Resurrección”, he compartido mis visiones en su orden cronológico. No conozco ningún otro libro, incluyendo la Biblia, que lo haya dado de esa manera. La Biblia en su forma manuscrita es una serie de párrafos. Estos párrafos fueron utilizados para contar una historia, porque los que fueron testigos oculares estaban dejando este mundo del César, y si los hechos no eran registrados, sólo habría una tradición oral y reinaría la confusión. Lucas comienza su libro diciendo: “Puesto que ya muchos han tratado de recopilar una narración de las cosas que se han llevado a cabo entre nosotros, por aquellos que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, me ha parecido bueno también a mí escribir un ordenado relato para tí, excelentísimo Teófilo, para que puedas saber la verdad respecto a las cosas de las que has sido informado.”

La palabra Teófilo significa el que ama a Dios. Lucas está escribiendo su ordenado relato para el individuo que, amando la Palabra, entra en el estado de Teófilo y ve al Señor Resucitado.

Ahora bien, Lucas no declara hacer una presentación exacta de la fuente original, pero la presenta mejor que los que le precedieron en el relato. Él nos dice que muchos habían tratado de recopilar una narrativa, sin embargo sólo tenemos cuatro registros. Juan nos dice que debemos nacer desde arriba, pero no trae nada del simbolismo en ello. Pero debido a la narración de Lucas, el mundo ha tomado la historia como un hecho. Creyendo que Jesús nació del vientre de una mujer, creen que vino de la misma manera que todos los niños lo hacen – con una excepción, su madre no tuvo un esposo.

Lucas cuenta la historia en su estado normal, usando pastores en vez de reyes (como se recoge en Mateo). Los estudiosos de hoy en día están convencidos de que los tres reyes de los que Mateo habla fueron definitivamente introducidos. Los testigos son tres personas normales, no reyes, y el niño es sólo un signo de tu nacimiento desde arriba, que puede suceder cuando tienes cincuenta u ochenta años, y no tiene nada que ver con tu llamada aparición en este mundo. Mientras caminas por la tierra como una persona normal natural, sucede, y cuando lo hace simplemente recoges el suceso junto al pasaje paralelo en las Escrituras. Os pido ahora enamoraros de mi mensaje de salvación. Cristo resucitó en mí. El hijo de Dios apareció para revelárseme como Dios Padre. Todo es el Ser, ya que no hay otro. YO SOY el ser llamado Jesucristo. YO SOY el plan, la Palabra que no puede regresar vacía, pues tengo que cumplir aquello para lo que me enviaron.

¡Créeme! Enamórate de mi mensaje, y Cristo se desplegará en ti; y tú también lo contarás; y los que se enamoren de lo que tú dices – en la esperanza de que se desplegará en ellos – tendrán la alegría de verte como el Señor Resucitado, pues al final existe sólo Jesús.

Debido a la naturaleza de la gracia que Él otorgó, tenemos diferentes dones. Hay quienes tienen el don del apóstol, otros el don de la profecía, algunos son maestros, sanadores, u obradores de milagros. Todos serán diferentes en el reino, pero el don mismo es inmerecido. No es debido a tí y no puede ser ganado. La medida de tu don determina la naturaleza del papel que juegas en el cuerpo del Señor Resucitado. Todos los papeles son importantes y buenos, y el menor ahí es más grande que el más grande aquí.

Aquellos que ven claramente – como muchos de vosotros – son profetas y son tanto más altos en el reino. ¡Tú eres la voz de Dios mismo! Escucha lo que se está diciendo desde dentro, te está siendo dictado por el Espíritu de Cristo – que eres tú mismo. ¿Cuánto más cerca de Dios puedes llegar para ser su voz, para ser su boca? Eso es lo que el profeta es. Pero a él no se le ha concedido el derecho a interpretar lo que oye y ve. Eso pertenece a otro aspecto del ser.

Comienza ahora a imitar a Dios teniendo un glorioso sueño del hombre o la mujer que te gustaría ser. No le preguntes a nadie si es posible, pues todas las cosas son posibles para Dios. No le preguntes a nadie si deberías quererlo, simplemente reclámalo. Debido a que no hay muerte en el verdadero sentido de la palabra, si tu deseo no es cumplido aquí, será completado. Así que comienza tu sueño e imita a Dios. Podrías tener noventa años y todavía haber cosas que quieras experimentar, metas que quieras realizar. ¡Así que reclámalas ahora!

Personalmente, espero que pongas tu esperanza plenamente en la gracia que está viniendo a ti en la revelación de Jesucristo, pero si no tienes recuerdo de la afluencia, y quieres probarla aquí, vuélvete poseído por la idea y rehúsa desviarte. Cualquiera que pueda ser tu hambre, házla una parte de tu sueño.

¡Y sueña noblemente! ¡Imita a Dios como un hijo querido! Él empezó con un deseo, diciendo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”, y Dios ha persistido en su deseo como si fuera verdad. Haz como Dios ha hecho. Toma un deseo y persiste en creer que es verdad. No te desvíes. Sólo continúa creyendo en su verdad, y al final desvelarás tu deseo. Lo proyectarás en la pantalla del espacio, igual que Dios ha desvelado su deseo como Jesucristo.

Como un hombre en quien Jesucristo se desveló, yo siempre pensé de mí que era el cuerpo de carne, no sabiendo que era ese ser glorificado que reflejaba la gloria de Dios y llevaba la impronta misma de Su naturaleza. Yo no sabía que era perfecto como mi Padre, aunque no lo había ganado. Que era tan santo como mi Padre, pero no lo había ganado. Fue todo un don, porque era el deseo de mi Padre que yo pudiera poseerlo, y lo hice.

Ahora entremos en el silencio.



Traducido por Javier Encina
La conferencia original en inglés es
BE IMITATORS OF GOD (Neville Goddard 10-21-1968)




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