Neville
Goddard (29 de enero de 1963)
RESUMEN
Hemos
estado hablando de la ley de Dios y la promesa de Dios. La ley de
Dios es condicional. No puedes estar en un estado y no sufrir las
consecuencias de no estar en otro estado, y tú y yo somos libres de
imaginar cualquier estado en el mundo, y al imaginar ese estado
podemos ocuparlo. Al ocupar el estado lo fertilizamos; después de
haberlo fertilizado tiene su propia hora señalada para cumplirse.
Cada visión tiene su propia hora señalada en la que florecerá; si
parece largo, espérala – es segura y no será tarde. Algunas cosas
crecerán de la noche a la mañana, y algunas cosas crecerán en una
semana, así como en tres semanas, así como en un mes, y algunas
cosas tomarán años. Podría ser un problema sobre el que parece que
no tenemos ningún control. Te hemos contado la historia aquí, en la
que en una ocasión tardó cinco años, pero ¡oh! la alegría de
cosechar el fruto entonces. Fue la relación de una madre y su yerno.
Te he contado innumerables historias en las que [la manifestación]
tomó [distintos] intervalos de tiempo, pero no importa, si aplicamos
el principio.
Ahora,
hoy, si lees en los titulares: “Inglaterra rechaza la unión con
Europa”, puedes estar inclinado a resentirte con De Gaulle –
contén tu resentimiento. Yo nací y crecí como británico, nacido
bajo la bandera del Reino Unido (Union Jack). Toda mi familia
continúa viviendo bajo la bandera del Reino Unido. Estoy muy
orgulloso de haber nacido con ese pasado, una recia, recia mezcla de
escocés, inglés e irlandés. Mis antepasados eran de Cornualles,
esa recia región inglesa. No lo cambiaría por nada del mundo. Ellos
eran aventureros cuando se aventuraron y reaventuraron a través de
todos los mares del mundo. Nada podría ser más claro que mi pasado.
El
domingo pasado en el periódico inglés, venía una pequeña nota,
mantenida durante cuarenta y tres años en los archivos secretos de
la Oficina Británica de Asuntos Exteriores. Estaba fechada el 1 de
mayo de 1920, no hecha pública para nadie aún, pero concebida por
las mentes británicas del Ministerio de Relaciones Exteriores. Ellos
la concibieron y la escribieron. De Gaulle no la escribió, ningún
francés la escribió – ellos la escribieron, pero no creyeron
prudente hacerla pública el primero de mayo de 1920, lo que era sólo
un asunto de un año después de esa horrible Primera Guerra Mundial,
cuando la flor de la humanidad de Inglaterra fue masacrada en las
trincheras. Las universidades estaban vacías y todos los cerebros de
Inglaterra se fueron. Luego vino la Segunda Guerra Mundial y después
de cuatro semanas, Francia cayó, se vino abajo como un pequeño
muñeco de papel. E Inglaterra – Inglaterra sola – aguantó hasta
que América entró, pero ella aguantó sola, o a día de hoy no
existiría Francia. Habría únicamente una Alemania unificada bajo
Hitler, eso lo sabemos. Y por eso hoy estás inclinado a juzgar con
demasiada dureza, por su actitud, a la única que lo hizo posible
para hoy tener una Francia.
Déjame
citar ahora [parte] de este memorándum, fechado el 1 de mayo de
1920: “No debemos insistir ahora o en el futuro sobre la amistad de
Francia. Nada puede alterar el hecho fundamental de que ellos no nos
quieren en Francia y nunca lo harán...” Estoy citando exactamente:
“y nunca lo harán, excepto por los beneficios para el pueblo
francés mientras puedan extraérselos a los ingleses”. Ahora bien,
un francés no escribió eso. Lo escribieron ingleses de la Oficina
de Asuntos Exteriores, que es como nuestro Departamento de Estado,
pues ellos determinan la política exterior. Ese fue considerado el
criterio de los cerebros de la Inglaterra de 1920, y ha tardado
cuarenta y tres años en salir a la luz. Así que después de haberlo
leído en la prensa impresa inglesa el pasado domingo, y vuelto a
leer aquí en el periódico del lunes por la mañana, sólo puedo
alabar al Señor Dios de que Él sea completamente impersonal.
No
importa si es un inglés, un francés, un americano o un ruso – es
sólo la ley. Si eso es lo que ellos creen, eso es lo que están
recogiendo: la ley de la cosecha idéntica. Ellos lo creyeron y lo
mantuvieron clasificado en los archivos secretos del Ministerio de
Relaciones Exteriores, y luego, cuarenta y tres años más tarde sale
la oposición – cuando podría pensarse (juzgado por niveles
humanos) que nada en este mundo que Francia hubiera hecho, sería
darle la bienvenida con los brazos abiertos a Inglaterra, que hizo
posible que aún siga habiendo una Francia en la actualidad. Pero
Inglaterra plantó la semilla y la plantó firmemente y fue regada a
lo largo de los años. Y luego viene uno – Dios nunca olvida, Él
no puede olvidar, Él observa todo, Él ve todo; nada está oculto de
Dios, Él ve exactamente lo que estás haciendo. “Hijo de hombre,
¿has visto lo que los ancianos de la casa de Israel están haciendo
en la oscuridad, cada hombre en su habitación de imágenes?”
(Ezequiel 8:12). Pensamos que nadie nos ve. Yo digo: nada está
oculto de Dios. Si [el memorándum] no hubiera sido impreso en los
periódicos ingleses del domingo, tú y yo no tendríamos
conocimiento de eso que algún grupo de ingleses había plantado.
Yo
soy americano por adopción (porque EEUU le concedió la
nacionalidad), pero no puedo borrar mi amor por Inglaterra. Toda la
sangre física que fluye por mis venas proviene de Escocia,
Inglaterra e Irlanda. Una poca proviene de Holanda por parte de mi
madre, pues ellos eran muy individualistas también, viviendo en
diques (viviendo en el agua, realmente). Pero aunque físicamente me
gustaría resentirlo, soy feliz porque lo vi. Sabía que en algún
lugar la semilla había sido plantada, pues no puedes tener algo
creciendo en este mundo y no tener una raíz desde la que surja. Así
que te lo pido: conociendo esta ley (pues aquellos que lo hicieron,
no sabían nada de esta ley que tú conoces, que es la ley de
falsificación del registro – de los hechos acaecidos) – si
hubieran conocido las Escrituras como tú las conoces: la historia
del mayordomo injusto (Lucas 16), el guardián de los cerdos, y el
cerdo es el símbolo de Cristo.
Te
he contado mi visión del cerdo. Lo encontré y luego vino el
crecimiento del cerdo, pero yo no lo había alimentado tan bien como
debería haberlo alimentado en el intervalo de descubrimiento, y
cuando vi al mismo cerdo años más tarde lo descubrí . . . ¿Qué
descubrí? Descubrí que la imaginación crea la realidad, y en el
intervalo de ese descubrimiento de que la imaginación crea la
realidad, lo olvidé, de modo que no estaba bien alimentado. Pero
siempre recordaba que la imaginación crea la realidad. No importa lo
que me cuentes sobre los hechos, yo realmente los cambiaría, ya que
la verdad no depende de los hechos, sino de la intensidad de la
imaginación. El verdadero registro [de los hechos] es mi memoria.
Funcionando
en este nivel (plano), nos lleva un poco de tiempo persuadirnos
cuando la razón y nuestros sentidos niegan nuestro deseo. Si
estuviéramos funcionando en niveles (planos) superiores, todo
estaría inmediatamente sujeto a nuestro poder imaginativo. En este
nivel se necesita un poco de tiempo, y por tanto requiere
persistencia, requiere paciencia, requiere diligencia. Estas son las
cosas que pagamos, el precio que pagamos por los frutos que estamos
tratando de obtener en este mundo. Aquí siempre tenemos en cuenta la
distinción entre los estados y el ocupante del estado. Tú eres un
ser inmortal ocupando un estado. Ese estado puede ser la pobreza, la
riqueza, la salud, la enfermedad; puede ser el ser conocido o
desconocido en este mundo – pero son sólo estados. Tú no eres ni
conocido ni desconocido – tú eres inmortal; no eres ni rico ni
pobre – estos [estados] en realidad no te definen en absoluto.
Puedes asumir que eres [la persona que deseas ser], y en la medida
que estés persuadido (convencido) de que la eres, das el fruto de
ese estado – pero tú no eres ni rico ni pobre. Eres inmortal,
destinado finalmente a heredar el vasto universo entero, pues es el
propósito de Dios dársete como si no hubiera otro en el mundo, tan
sólo Dios y tú – y ni siquiera Dios y tú – sólo Dios, y tú
eres Él. Ese es el propósito.
Escucha
estas palabras: “Padre santo, guárdalos en tu nombre que me has
dado, para que puedan ser uno, así como nosotros somos uno.” (Juan
17:11) El nombre que Él me dio es Su nombre, y se dirigen a Él como
“Padre santo”. ¿Cómo podría darme el nombre de “padre” –
“Padre santo” – a menos que al mismo tiempo me diera al Hijo
que [automáticamente] me hace [un] padre? No puedo ser un padre si
no tengo un hijo. Debe haber un hijo para dar testimonio de mi
paternidad. Así que me da a su Hijo, su Hijo unigénito, y al hacer
esto me da la paternidad. El “Padre santo, guárdalos” (a
aquellos que serán traídos a ese nivel) “en tu nombre”, es el
nombre que me da – el mismo nombre, tu nombre, que me das a mí.
¿Cuál es el nombre? El nombre es “padre”. Y lo hace de la
manera más maravillosa: te ofrece a su hijo unigénito y nadie te
dice quién es él. Tú sabes quién es él, y tú sabes que él es
tu hijo, y sabes que él no es sólo tu hijo, pero él sabe que tú
eres su padre. En ese mismo momento heredas la gloria que es el
Padre; pero la gloria de esta herencia celestial – que es el vasto
universo entero – no puede hacerse efectiva, o al menos no
plenamente realizada en el individuo, en tanto él esté en esta
vestimenta física. Pero cuando se la quita por última vez después
de esa experiencia, automáticamente él es uno con Dios Padre: “Para
que puedan ser uno, así como nosotros somos uno.” Y ese es el
destino de todo niño en el mundo.
Pero
pasas a través de todo tipo de pruebas y tribulaciones, y él nos da
una ley – una ley por la que podemos vivir sabia y felizmente. Como
se nos dice: “Bendito es el hombre que se deleita en la ley del
Señor, pues en todo lo que hace prospera.” No en unas cuantas
cosas pequeñas, sino que en todo lo que hace prospera – si él
sabe. Si hubieras estado sentado en ese gabinete hace cuarenta y tres
años cuando esta decisión fue tomada y mecanografiada y archivada,
si supieras lo que sabes hoy y estuvieras sentado allí, les dirías
a esos señores: “Caballeros, yo sé que estos son los hechos
basados en la razón.” Ellos sienten odio al igual que tú odias al
hombre que te da de comer, porque te avergüenzas de ser alimentado,
de modo que después de un tiempo estás esperando la ocasión para
poder vengarte. No quieres ser alimentado, y por tanto cuando él
sigue alimentándote, te sientes un esclavo. Cuando un esclavo siente
su poder, quiere cortarle el cuello a la persona que le daba de
comer. Eso es automático.
Así
que si hubieras estado allí, habrías dicho: “Señores, estos son
los hechos, pero ahora vamos a modificar los hechos, vamos a
falsificar el registro de lo sucedido, y a reescribir ese memorándum,
y vamos a persuadirnos de que ellos nos aman, de que un día podemos
llegar a ser un cuerpo unificado – todos nosotros –
independientemente de las diferencias de idioma, y vamos a archivar
ese informe.
Tal
vez no lo habrían hecho, pero una persona en ese grupo lo habría
hecho en el ojo de su mente. Pero ellos no sabían lo que tú sabes.
Como se nos dice: “Los sabios de la antigüedad, los profetas y los
reyes habrían dado cualquier cosa por haber oído las cosas que tú
has oído y ver las cosas que tú has visto y ellos no.” Y así en
nuestro Departamento de Estado – o en la Oficina de Asuntos
Exteriores de Inglaterra, o en la oficina de asuntos exteriores de
cualquier poder en el mundo – no están oyendo lo que tú estás
oyendo. Esto no tiene sentido para ellos; ellos tienen que ser seres
racionales y jugar el juego como lo jugaron durante innumerables
siglos, con todos los errores y repitiendo todas las tonterías de
nuevo. Te digo: No lo olvides, porque Dios no lo olvida, y nosotros
creamos con nuestros actos imaginarios.
¿Qué
estás imaginando esta noche? No me importa lo que sea; un día vas a
estar conmocionado más allá de tus sueños más descabellados
cuando veas el otro lado. Como en la historia de “Las risas de
Lázaro”. Él regresa de entre los muertos y todos los valores
estaban cambiados, y los ricos eran pobres, y los pobres no eran
pobres. Todos los valores de este lado estaban completamente
invertidos en ese lado y todo estaba cambiado cuando Lázaro regresó,
y él se reía de algunas cosas que estábamos haciendo aquí. Así
que te digo: no olvides la ley de Dios, ya que “Bendito es el
hombre que se deleita en la ley del Señor, pues en todo lo que hace
prospera.”
Ahora
esta noche lo tomas (te lo apropias), aunque todo en el mundo lo
niegue. La razón lo niega, tus amigos lo negarán, y tú te atreves
a asumir que eres el hombre – ya el hombre, ya la mujer – que te
gustaría ser, y que las cosas ya son como te gustaría que fueran. Y
cuando te atreves a asumir que eres [la persona que deseas ser], y
caminas en esa asunción como si fuera cierta, de una manera que
nadie sabe serás dirigido a través de una serie de acontecimientos
hacia el cumplimiento de esa asunción, y ningún poder en el mundo
puede evitarlo si eres persistente en esa asunción. Cree que
imaginar crea la realidad. “Por tanto os digo, todo lo que pidáis
en oración, creed que lo recibís, y lo recibiréis.” (Marcos
11:24) Tan simple como eso – pero, ¿cómo creer que lo recibo? Si
en este mismo momento creo que he recibido lo que hoy niego, miraría
el mundo de manera diferente. No lo vería previo a ese cumplimiento.
Miraría ahora mentalmente el mundo, y debería verlo como lo vería
si fuera cierto que me he convertido en el hombre que quiero ser.
Comulgaría con mi esposa, mi hija, mis amigos, desde esa asunción,
y aunque ninguna cosa física en el mundo podría forzarme, yo
debería persistir todavía en la creencia de que está hecho, y
continuar en esa asunción, y dormir (quedarme dormido por las
noches) en la creencia de que ha tenido lugar como si fuera verdad. Y
si lo hago, puedo decirte: Sé por experiencia que se hará realidad
en este nivel. Ya es cierto en el mismo momento que lo creo (que creo
que es verdad); en ese momento es el acto creativo. Pero la memoria
del hombre es muy corta y él no recuerda el acto, así que cuando
recoge la cosecha niega que sea suya. No la plantó, y sin embargo
tenemos una ley establecida en el mismo principio llamada la ley de
“la cosecha idéntica”. “Mientras la tierra permanezca, la
siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno,
el día y la noche, no cesarán.” (Génesis 8:22) Todo dará a luz
de acuerdo a su naturaleza; no puede producir otra cosa que su
naturaleza.
Lo
que siembres cosecharás. ¡Ved estos campos!
El
sésamo fue sésamo, el maíz
Fue
maíz. ¡El Silencio y la Oscuridad lo saben!
Así
nace el destino del hombre.
De
modo que cuando yo cosecho estas cosas en el mundo, puedo negarlo y
tratar de argumentar el modo como me salió, pero lo tengo enfrente y
ahí está. No habría sido traído al mundo si no hubiera sido
plantado cuando fue plantado, porque ahí está, ahí está el fruto.
Y así si hoy no soy querido por el mundo, en algún momento del
pasado debo haber sentido mucha lástima de mí mismo y debo haberme
sentido no querido. Siento que realmente deberían quererme, porque
he sido muy bueno con ellos en el pasado. Después de toda mi bondad,
esto es lo que hacen. Entonces siento una reacción, en ese momento
me siento no querido. Eso es lo que los países hacen, las personas
hacen, las familias hacen – ¡no lo hagas tú! Pon en práctica la
ley de Dios. La ley de Dios no distingue personas. A Él no le
importa si eres americano o ruso o chino o africano. Él hizo todo y
Él está sumergido en todo y la misma ley opera en todo (en toda la
creación).
Todos
somos uno y, finalmente, todos despertaremos, y nuestro nombre será
uno y nuestro nombre será “padre” – “Padre santo” –
mirando a nuestro propio hijo amado, y su nombre es David, el hijo
unigénito, y ahí está él y tú eres su padre. Y si yo soy su
padre y tú eres su padre, entonces somos uno. Si el mundo entero se
convierte en el padre del hijo unigénito, entonces somos uno –
aunque estemos individualizados.
Puedo
decirte por mis propias visiones: no tienes ni la menor idea de lo
que está aguardándote – la belleza, la alegría que son tuyas. No
eres esto (N.T.: Supongo que se refiere al cuerpo de carne y hueso).
Si quieres algún consuelo o una ligera visión, lee los capítulos 1
y 8 de Ezequiel. Obtendrás un vislumbre de lo que está reservado
para ti, pues el ser del que se habla ahí y se da a entender que es
Dios – el único Dios – eres tú. Y a pesar de la identidad de tu
persona, tu rostro será glorificado más allá de tus sueños más
descabellados. Seremos glorificados; nada será dejado impermanente.
Yo te reconoceré y tú me reconocerás. Pero – por toda esta
identidad de persona, habrá una suspensión radical de la forma.
La
visión de Ezequiel vio un atisbo de ello. Como él mismo lo
describe: “Entonces miré, y he aquí una forma que tenía la
apariencia de un hombre; desde lo que parecían ser sus lomos para
abajo era fuego.” (Ezequiel 8:2) Yo lo he visto – es un fuego –
una gloriosa luz líquida dorada y ardiente. “Y desde sus lomos
para arriba era como la apariencia de un resplandor, como bronce
reluciente.” Él está en lo cierto – no hay estómago, ni
necesidad de nada de esto; tú ahora sabes, pues tú eres la vida
[que hay] en ti. No necesitas ninguna cura que venga de fuera de ti
mismo. Eres un ser dador de vida – un serafín [sic] – ese es tu
destino. Todo el mundo está destinado a ser ese ser, aunque con
cara, manos y pies humanos, pero nada más. Tú eres un ser ardiente
(de fuego). Te diferencias tanto de lo que aparentas ser ahora como
la mariposa de la oruga, y sin embargo de la oruga surge la mariposa.
De esto surgirá el ser que estás destinado a ser, pero no hasta que
seas hecho perfecto y pases por todas estas cosas por las que estamos
pasando. Se necesita de todo ello para que eclosionemos, por así
decirlo. Pero tú aplicas la ley.
Estuve
leyendo hoy que en el día de Coolidge (que se remonta a los años
veinte) hubo ocho hombres que se reunieron en Chicago. Entre los ocho
sumaban una riqueza mayor que el ingreso nacional por impuestos de
este país. Al cabo de ocho años, siete de ellos o bien habían
muerto en la más absoluta pobreza o estaban en prisión o se
suicidaron. Siete de ocho. Sus nombres no fueron mencionados, pero
juntos controlaban una riqueza mayor que nuestro impuesto nacional
producido y, sin embargo, al cabo de ocho años siete habían salido
del mundo de modo deshonroso – suicidio, prisión y directamente en
la escoria de la pobreza. ¡No hagas eso! Conoce esta ley y usa la
ley de Dios sabiamente, sin dañar a nadie en el mundo, simplemente
asumiendo que eres el hombre (o la mujer) que quieres ser, como si
fuera cierto. Tus amigos discutirán contigo, pero tú no les
discutas. Déjales discutir si quieren, pero tú persiste en la
asunción de que las cosas son como deberían ser y sigue con tus
asuntos, diciéndole a los demás lo que quieres. De hecho, si
interiormente estás convencido de ello, no puedes refrenar el
impulso de compartirlo con los demás. Como Lord Lindsley le dijo una
vez a un grupo de ministros: “Ustedes, ministros, están cometiendo
un error. En vuestros púlpitos estáis abogando por el cristianismo
y nadie quiere escuchar vuestros argumentos. Deberíais ser testigos.
¿Funciona esto? Entonces compartidlo con el resto de nosotros.”
Eso es lo que yo he estado tratando de contarte: cómo funciona.
Cuando
se trata de la promesa, la comparto con mis visiones. No puedes hacer
un mal uso de ella porque (la promesa) es incondicional. La ley...
sí, puedes producir los resultados, porque (la ley) es condicional.
Te metes en un estado, permaneces en él, y produce un resultado.
Cuando se trata de la promesa de Dios no lo puedes producir; Dios te
la da, es gracia, es incondicional. Y puedo decirte: todo lo que se
dice en las Escrituras de Jesucristo, un día se dirá de ti. Es el
modelo de todo hijo nacido de mujer – todo el mundo interpretará
ese papel. No te preocupes – la crucifixión ha terminado. No
pienses que te estás moviendo hacia ese desastroso final – se
acabó. Escucha las palabras: “Pues si hemos sido unidos a él en
una muerte como la suya, ciertamente seremos unidos a él en una
resurrección como la suya.” (Romanos 6:5) Por tanto la muerte ha
terminado; la resurrección tiene lugar individualmente, uno por uno.
No te preocupes del final cruel – que se acabó. Deja que tu
esperanza se coloque plenamente en ese regalo, entonces eres
resucitado de la tumba – porque lo vas a ser, cada uno lo será.
Mientras tanto juega plenamente y concédele a todo el mundo el bien
que te pida, sin necesidad de meterte la mano en el bolsillo.
Concédeselo mediante un acto imaginario por tu parte. Trata de ser
lo más fiel posible a ese acto imaginario; cree en la creatividad de
ese acto imaginario, y a medida que lo hagas, todos ellos se
convertirán en la encarnación (o manifestación) de lo que te
pidieron.
Ten
en cuenta lo que te dije antes. Estas grandes naciones lideradas por
hombres sabios no oyeron lo que tú estás escuchando, y si lo oyeron
no tenían oídos para oírlo, porque no actuaron en consecuencia.
Estaban convencidos de que no los querían, y luego, con el tiempo –
porque todas las visiones tienen su propia hora señalada – esa
visión floreció, y a día de hoy están cosechando el fruto de una
semilla que ellos mismos plantaron hace cuarenta y tres años. Pero
no te dejes llevar esta noche cuando leas en los titulares o escuches
en la radio que el ingrato francés hizo esto y aquello; si conoces
esta ley [sabrás bien que] ellos no tuvieron elección en el asunto
en absoluto. Fueron empujados a jugar el papel que están
interpretando porque Inglaterra sembró la semilla que plantaron.
Ellos podrían plantar otra semilla esta noche, y ser tan bienvenidos
mañana que simplemente los franceses se verían comprometidos a
hacerles su ofrecimiento. Podría ser, si tan sólo supieran cómo
plantar la semilla. Podrían plantar una semilla de ser bienvenidos y
queridos en ese maravilloso cuerpo de hombres, porque son
maravillosos. Todos ellos han dado tanto al mundo. Los franceses, los
alemanes, los daneses – todos ellos. No hay uno en esa enorme
asociación que no haya dado tanto al mundo. Y de este modo podrían
con los brazos abiertos traerlos a todos, y podrían hacer un mundo
más grande. Pero alguien tiene que plantar la semilla, y me alegro
de que alguien publicara eso en “Los Angeles Times”. Salió
solamente el día anterior en el “Times” inglés y lo cité con
precisión. No sólo decía que esto no sería cambiado – era
fundamental, un hecho fundamental que ellos no eran queridos ni
bienvenidos – sino que siempre lo serían. Ese es un concepto
estúpido. No hay nada que sea “para siempre”. La única cosa que
es eterna y para siempre es que tú recibirás el regalo de Dios –
que es Él Mismo.
Fuera
de eso no hay nada fatalista en el mundo de Dios. La única cosa
fatalista se nos da, muy claramente afirmada, en el Libro de Romanos
(8:29, 30) cuando él nos llama uno por uno: “Porque a los que de
antemano conoció, también los predestinó a ser conformes a la
imagen de su Hijo, para que él pueda ser el primogénito entre
muchos hermanos. Y a los que predestinó, a ésos también llamó; y
a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó,
a ésos también glorificó.” De modo que somos conocidos de
antemano y predestinados, predestinados y llamados, llamados y
glorificados, glorificados y luego justificados. Esa es la única
predestinación que puedo encontrar. Sí, hay otros pasajes, pero que
no tienen nada que ver con que seas rico. No estás predestinado a
ser rico ni estás predestinado a ser pobre, ni a ser conocido ni a
ser desconocido – esa es tu elección. Pero cuando se trata de lo
otro, ese es el regalo predestinado de Dios. Él va a dársete a ti.
Dios está determinado a darse [por completo] a nosotros – a todos
nosotros, como si no hubiera ningún otro en el mundo. Sólo Dios en
ti y Dios en mí, y luego sólo Dios – individualizado. Y en la
eternidad no seremos absorbidos en un Dios, perdiendo nuestra
individualidad – nunca. Yo estoy individualizado, tú estás
individualizado, y tendemos siempre hacia una individualización cada
vez mayor – y sin embargo, [todos somos el único] Dios.
Ahora
entremos en el silencio.
Traducido
por Manu LDA
La
conferencia original en inglés es SUMMARY
(Neville Goddard 01-29-1963)
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