~ "La imaginación crea la realidad." (Neville Goddard) ~


martes, 10 de enero de 2017

CREED EN ÉL (Neville - 28 de febrero de 1969)

Neville Goddard (28 de febrero de 1969)


CREED EN ÉL



Cuando le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?", él respondió: "Creed en el que Él ha enviado." Eso es todo lo que tienes que hacer. La salvación es tuya cuando tú crees en él. No hay aristocracia de privilegio, y creer que Jesús existe no significa nada. La pregunta es: ¿Puedes creer en su historia?

Él nos dice que fue enviado, y todo el que es enviado es Jesús, el que envía. (NT: Jesús es tanto el enviado como el que envía) Aquellos que son llamados del mundo de la muerte no se prestan voluntarios ni eligen la tarea. Son elegidos, llamados, incorporados en el cuerpo del Señor resucitado y enviados como el que envía, y pueden decir: "Quien me ve a mí, ve al que me envió." Después de ser incorporado en su ser, el individuo es enviado – no para contar que él tiene una familia numerosa, una casa preciosa, o un montón de dinero, sino para contar que él ha cumplido las Escrituras.

Cuando Jesús entró en la sinagoga comenzó a enseñar, y los que le oían se preguntaban cómo es que él tenía este tipo de conocimiento, ya que sabían que él sólo era el hijo del carpintero. Sabían que el nombre de su madre era María, y el de sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas, así como el de sus hermanas.

Aquí vemos una familia numerosa, y un hombre con poco o nulo conocimiento enseñando a los estudiosos de la época. Él les dice que ha sido enviado – no para construir una casa o decirle a los demás cómo hacerlo, sino para cumplir las Escrituras. Entonces, comenzando con Moisés y la ley y todos los profetas y los salmos, él les interpretaba todas las cosas de las Escrituras concernientes a él. Sin darse cuenta de que las Escrituras eran todas sobre él, un hombre normal de una familia numerosa cuyo oficio era el de carpintero fue llamado, incorporado en el Hombre resucitado, y enviado, sabiendo que él era uno con el que lo envió.

Yo no puedo divorciarme del ser que me incorporó en su cuerpo. Él me envió para decirte que si crees en mis experiencias, entonces tú, también, harás las obras que yo hago. Si no crees en ellas, no las harás, porque no hay otro camino para la salvación. A menos que estas experiencias místicas se desplieguen en ti, tú nunca dejarás este mundo de muerte para vivir en el mundo de vida.

En Adán todos mueren. En Jesús todos son vivificados. Él me dio vida, en Él, y me envió para contarte mis experiencias – pues la necesidad era grande – y decirte que si me crees, tú las experimentarás y serás salvado, ya que son tu partida de este mundo de muerte y tu entrada en el mundo de vida.

Yo te digo: a pesar del hecho de que tengo un padre y una madre, hermanos, y una hermana terrenales, yo ya no soy de este mundo. Yo soy de arriba y tú eres de abajo. Si me crees, tú, también, nacerás de arriba. Entonces ya no serás de abajo, sino un ser totalmente diferente, viviendo en un mundo totalmente diferente.

Ahora, en el capítulo 16 de Hechos, leemos la historia de una muchacha esclava que tenía el espíritu de adivinación y estaba ganando grandes sumas de dinero para sus amos, adivinando. Y cuando Pablo vino con sus asociados, ella dijo: "Estos hombres están proclamando el camino de la salvación", y les siguió durante muchos días. Esta historia es seguida por el encarcelamiento de Pablo y un gran terremoto que despertó al carcelero, que – temblando de miedo – dijo: "¿Qué tengo que hacer para ser salvo?" Y se le dijo que creyera en el Señor Jesús.

¿Creer en un hombre? No. El Señor Jesús es solamente un patrón de salvación que ahora está incrustado de percebes. Yo fui llamado, incorporado en el cuerpo del amor, y enviado al mundo para quitar los percebes contando el camino de salvación que he experimentado.

Tú puedes pensar que los pocos cientos o miles de personas a quienes se lo he contado no significan nada contra las tres mil millones de personas que hay en el mundo (NT: Más de 7.000 millones en la actualidad); pero yo sé que un remanente ha sido preparado, y ellos creen. Eso es todo lo que se necesita. Habiendo escuchado, su creencia causa que suceda en ellos; y la historia de la salvación se difunde una vez más, hasta que aquellos sin visión se organicen y hagan de ello un negocio. Entonces, se volverá a llenar de percebes una vez más y se convertirá en una tradición, carente del espíritu.

En 1929 yo no me presté voluntario, pero fui llamado. Me encontré ante la presencia del Amor Infinito, que me incorporó en su cuerpo. Fui enviado como amor – el cuerpo del Señor resucitado – de regreso a una vestimenta física que es frágil, para contarles a aquellos que son igualmente frágiles que Dios es su propia maravillosa imaginación humana. Muchos, conociendo mi trasfondo biológico, mi familia numerosa con sus limitaciones, rechazan mis palabras. Unos pocos, sin embargo, las han aceptado, y a ese remanente les sucederá.

Así que, ¿qué debes hacer para poner en práctica las obras de Dios? Creer en el que Él ha enviado. Yo te digo, Él me ha enviado a mí. Tú puedes creerme o no, ése es tu privilegio. Pero yo te digo: la experiencia me cambió tanto que he caminado por fe en esta visión a través del fango de la duda, incluso cuando venía de mi círculo íntimo.

Uno primero es llamado, incorporado en el cuerpo del amor, y luego enviado. Esto continúa eternamente hasta que todos sean redimidos, pues ninguno será perdido. Así como por Adán todos mueren, así también por Cristo todos son vivificados. Este Cristo es un patrón del propósito eterno de Dios, pues sólo hay una manera de escapar de este mundo.

El patrón comienza por tu nacimiento como espíritu. Esto es seguido por el descubrimiento de la paternidad de Dios. Luego tu cuerpo espiritual será rasgado de arriba a abajo a medida que tú asciendes a los Cielos. Y después el símbolo del Espíritu Santo descenderá sobre ti para sofocarte con amor, completando el patrón.

Jesucristo no es un hombre, sino un patrón, que yo he venido a renovar. Creer que Jesucristo existió no es una creencia en él, ¡ya que él es el camino a la salvación!

Ahora, una vez que el barco vuelve a tener incrustaciones de percebes, uno es llamado y enviado para quitarlos contando de nuevo la historia como algo que le sucedió a él. Cuando yo se lo conté a mi familia, ellos no podían creerme y me cuestionaron, diciendo: "¿Neville, quieres decir que tú no crees en Jesucristo?" Y yo respondí: "¡Creo en él mucho más de lo que vosotros lo hacéis!" "¿No crees que él existió?'' ''Sí, pero no como hombre."

Creer en Jesucristo es creer en el patrón de salvación que él es. Si crees en un hombre, crees en Neville, y Neville no significa nada. Si Neville fue llamado e incorporado en el patrón espiritual de salvación, él es enviado llevando el patrón que erupciona dentro de él. Este patrón ha erupcionado en mí y he contado mi historia como fui enviado a hacer.

Se dice que Jesús comenzó su ministerio cuando tenía unos treinta años de edad. Eso no quiere decir treinta años físicos, porque él no estaba hablando como hombre biológico. Treinta años después él fue incorporado en el cuerpo del amor, fue calificado por la erupción para contar lo que le había sucedido. Contó sus visiones y señaló su cumplimiento en las Escrituras, y algunos creyeron mientras que otros – tan condicionados a creer en un Cristo físico – no podían comprender.

La división del templo de Dios se cuenta en su forma simbólica en el capítulo 14 de Zacarías, como: "El monte de los Olivos se partirá en dos, de este a oeste, mientras una mitad se mueve hacia el norte y la otra mitad se mueve hacia el sur, haciendo un valle muy grande." Se cuenta como una metáfora, pero tú eres su realidad. Las Escrituras son todas sobre ti, y esa división eres tú mismo. Tomado de manera secular, David vivió hace incontables años; pero en el espíritu, él te llamará padre.

Cuando yo comparto mis visiones y su confirmación en las Escrituras, algunos me creen, pero la mayoría piensan que estoy compartiendo una fantasía; aun así camino con fe a través del fango de la duda mientras cuento mi historia. Mi trayectoria es conocida. No tengo educación, ni riqueza ni posición social, sin embargo yo sé que fui elegido para ser llamado e incorporado en el cuerpo del amor y luego enviado.

El Amor podría haber llamado a un gigante financiero o intelectual, o a alguien guapo y maravilloso, a juzgar por los estándares humanos; sin embargo, él me llamó a mí en el espíritu. Yo no fui iniciado en la carne, pero fui tomado en el espíritu; porque Dios es espíritu, y los que le adoran lo hacen en espíritu y en verdad.

Fue una incorporación espiritual en el cuerpo del amor, sin embargo, parecía ser sólidamente real. Como Espíritu, yo regresé a la prenda que había dejado sobre la cama. Fue ese cuerpo espiritual el que desplegó su plan de salvación. Ahora yo sé que ésta es la única manera en que el hombre puede abandonar este mundo de muerte, y su salida comienza cuando simplemente cree la historia.

No creas en Neville como hombre, porque él es frágil y está sujeto a todas las debilidades de la carne. Más bien, cree en lo que yo he experimentado. He clarificado las Escrituras para ti y te he mostrado dónde fueron predichas mis experiencias. He repetido esto una y otra vez con la esperanza de que los que escuchen mis palabras las creerán, porque he atado el Evangelio a su realidad.

El libro de los Hechos, que una vez fue parte del libro de Lucas, fue separado por un propósito. La historia de Jesús, el hombre patrón, no se encuentra en el libro de los Hechos. Por el contrario, la historia de los apóstoles está recogida ahí; pues los apóstoles son enviados para contar exactamente cómo sucedió en ellos. Yo no conozco, sin embargo, ninguna parte de las Escrituras donde se cuente la historia de manera tan gráfica como yo te la he contado a ti.

En el Antiguo Testamento, se hace la pregunta: "¿Puede un hombre dar a luz? ¿Por qué entonces veo a todos los hombres con las manos sobre sus caderas como mujer de parto? ¿Por qué se han puesto pálidos todos los rostros?" (Jeremías 30:6) "Un niño nos es nacido; un hijo nos es dado." (Isaías 9:6)

¿Cuando una mujer forma un niño dentro de sí misma, no es ese niño parte de su cuerpo? ¿Y cuando ella está dando a luz, no saca fuera de sí misma una parte de su cuerpo? Las mujeres primitivas no iban a un hospital. Mientras trabajaban en el campo, estas mujeres se detenían por un momento y sacaban fuera de sí mismas lo que habían formado dentro de sí mismas. Esto es exactamente lo que yo hice. Me saqué de mí mismo.

Cinco meses más tarde cumplí el Salmo 89. Cuando David se presentó delante de mí, supe que yo era su padre, ya que no hubo incertidumbre en cuanto a esta relación. Te estoy contando lo que yo he experimentado. Las Escrituras predijeron estas visiones, que deben tener lugar antes de que puedas partir de este mundo. ¿Qué debes hacer para provocarlas? Creer en la historia que he sido enviado a contar; ya que si lo haces, y pones tu esperanza por completo en tener estas experiencias, tu salvación está asegurada. Finalmente todos creerán. El rechazo retrasa el nacimiento, sin embargo, ya que viene sólo después de la aceptación de la historia contada por el que ha sido enviado.

Yo no elegí ser enviado. Cuando me quedé dormido esa noche, yo habría sido la última persona que yo hubiera elegido como digna de ser llamada a la presencia del Señor resucitado. Las bienaventuranzas nos dicen que sólo los puros de corazón verán a Dios, y yo ciertamente no me sentía que fuera puro de corazón. Mi esposa y yo nos habíamos separado, y mi hijo pequeño iba y venía entre nosotros. Con los conflictos que se producen con todas estas pequeñas cosas tontas, yo nunca me hubiera juzgado digno de ser puro de corazón.

Pero Dios no ve lo que el hombre ve. Dios ve el corazón. Él ve el motivo detrás del acto, no la imagen externa. ¿Fue el pensamiento dado a luz en el amor, o en el odio? ¿Era su motivo infligir dolor, o expresar amor? Dios ve el corazón, y cuando Él lo juzga puro, esa persona es llamada.

En 1929 yo fui llamado, y durante treinta años sólo enseñé la Ley. La Promesa estaba ahí en las Escrituras, pero yo no lo supe hasta que erupcionaron en mí treinta años más tarde. A partir de ese momento yo no pude hacer otra cosa más que pensar en ello, hablar de ello, y compartir mis experiencias de ello; porque eso es lo que fui enviado a hacer.

Mi genealogía es conocida. Mi familia biológica – mi padre, mi madre, mis hermanos y mi hermana, así como mi escasa formación – son conocidas; sin embargo, está todo recogido en las Escrituras. Cuando compartí mis experiencias con mi familia, ¡ellos las rechazaron por completo! Mi padre terrenal fue el único que más se acercó a comprender. Un día un ministro estaba en la casa, y cuando él no pudo responder a mis preguntas, o arrojar alguna luz sobre mis visiones, mi padre dijo: "Hijo, tú debes ser un apóstol." Mi madre lo sintió en sus entrañas cuando yo estaba viniendo a este mundo; pero ella no tuvo ninguna confirmación, ya que yo me convertí en bailarín – y ella siempre había creído que yo sería un ministro en la iglesia anglicana.

Pero yo te digo: éste es el único camino para la salvación. No creas en Neville. Él no es el camino. Yo podría salir contigo cada noche y disfrutar plenamente mientras nos tomamos unas copas. Ningún alimento es desagradable para mí, ya que me gusta todo.

Me han dicho que no discrimino lo suficiente, debido a que no puedo encontrar nada que condenar. No obstante, admito todas mis debilidades de la carne humana; sin embargo, a pesar de eso fui llamado y enviado. En ese momento yo no conocía el propósito de Dios; pero después de que su mensaje erupcionara dentro de mí, supe que había sido enviado para refrescar el ambiente, y limpiarlo después de siglos de incomprensión del misterio cristiano.

El cristianismo cumple la promesa del judaísmo. Cumpliendo el patrón llamado Jesús, somos reunidos uno a uno en ese único hombre resucitado, para ser ese único ser en Cristo. No me importa qué nombre lleves en la tierra, serás enviado como Jesús. Interpretarás su papel y compartirás tus experiencias con todos los que escuchen. No elaboras; sino que les dices que a menos que crean, no les sucederá a ellos y permanecerán en el mundo de la muerte.

No es suficiente creer solamente que Cristo existió. Eso es como decirle a un amigo: "Creo que existes." ¡Qué insulto! La cuestión es: ¿Confías en Cristo? ¿Crees en él? Ahora yo – un hombre – te cuento la historia de la salvación como la he experimentado. ¿Crees en mi historia? Si lo haces, tú crees en mí; luego olvida todo lo que has oído acerca mí como hombre.

Una amiga mía recientemente le contó a una conocida suya la historia de mis experiencias, y luego más tarde le mencionó que yo me había divorciado y vuelto a casar. En el momento que la señora escuchó que yo estaba divorciado, cerró su mente y no pudo aceptar la historia de que yo había sido llamado, incorporado en el cuerpo de Dios, y enviado para contarlo. Ella juzgó al hombre externo y no pudo creer en aquel a quien Dios había enviado. Ella podría cruzar la calle, sin embargo, y creer que si sólo comiera maíz sería salvada, sólo porque la persona que se lo dijera no estuviera divorciada.

Yo te digo: tú puedes comer maíz de ahora en adelante, pero aún así permanecerás en este mundo de muerte hasta que creas la historia de la salvación tal y como yo la he experimentado. No me importa lo que hayas hecho o estés haciendo; si tú crees mi historia y pones tu esperanza por completo en la gracia que está viniendo a ti, Aquél que ve tu creencia te llamará y erupcionará dentro de ti. Dios ve tu corazón. Él ve que tú eres capaz de creer la increíble historia de Cristo y cumplirla.

Pídele al médico que te sacó del vientre de tu madre que te explique cómo los huesos crecieron allí, o cómo se cubrieron de carne; y – aunque pueda darte razones de por qué aparecieron – él no puede decirte cómo se hace; como se nos dice en los libros de Eclesiastés y Proverbios: "¿Quién sabe cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta?"

Ahora te hablaré de otro nacimiento, que es mayor que el nacimiento físico de mujer. Nadie ve este nacimiento, sin embargo, es real, pues es el nacimiento de Dios. Él nace de este cuerpo de muerte y te lleva con él al cuerpo de vida. No es necesario entender este nacimiento, sólo creer en él. Por lo tanto, ¿qué debes hacer para poner en práctica las obras de Dios? Creer en el que Él ha enviado. ¿Y qué debes hacer para ser salvo? Creer en el Señor Jesús, que es el patrón que has escuchado [acerca] de mí. Luego sigue con tus asuntos y vive plenamente; disfruta la vida y todo lo que tiene que ofrecer.

Una señora, que me había escuchado hace muchos años en Detroit y Minneapolis, me llamó recientemente. Aunque ella y su esposo no tenían nada, ella creía en lo que yo decía e imaginaba tener mucho dinero. Su esposo pasó muchos años en diferentes hospitales psiquiátricos, agotando el poco dinero que tenían, y un día se quitó la vida.

Su único hermano era un hombre de negocios muy ahorrativo, que vivía frugalmente. Él murió, y tres semanas más tarde su esposa murió también, dejándole todo a esta señora. Ahora ella tiene el dinero para vivir lujosamente, tal y como había imaginado. Esta señora asumió la riqueza sin saber de dónde vendría, y ahora la tiene.

La Ley no te fallará aquí ni en el mundo de Dios, ya que debes creer en ambas historias. Yo te digo: una asunción, aunque sea falsa, si tú persistes en ella comprobarás que termina haciéndose realidad en el mundo del César, como lo hizo en su caso. Te cuento además una historia increíble: que tú despertarás en tu cráneo y experimentarás un nacimiento espiritual como el descrito en las Escrituras; pues es de ti de quien se habla en ellas.

¿Puedes creer ambas historias? Si crees en una lo suficiente como para ponerla a prueba, y compruebas que es cierta, trata de creer en la otra; porque a menos que creas ambas, no podrás comprobarlas. Si crees en la que tiene que ver con el mundo del César, puedes tener dinero en abundancia como esta señora hizo. Pero debes creer en la otra para vivir donde no necesitas dinero, porque allí sabes que la tierra es tuya y todo en ella. Cuando eres incorporado en el cuerpo de Dios, sabes que tú eres Dios y que todo es tuyo. Entonces contarás tu historia, saldrás de este mundo y regresarás al Padre – ¡que eres tú mismo!

Pero mientras estás aquí, donde no sabes que el mundo es todo tuyo, aplica la Ley de la Asunción. Asume el sentimiento del deseo cumplido y deja que la Ley de Dios trabaje para ti. Aprende a creer la historia en este nivel a través de la aplicación, y un día creerás la historia increíble en el nivel superior.

¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Creer en el que Él ha enviado. Aunque nacido de carne y sangre, con cuatro hermanos y hermanas, y carpintero de oficio, después del segundo nacimiento él ya no era el hombre que uno conocía, sino un ser completamente diferente. Después de contarte lo que sucedió en él, él te pide que lo creas. Si lo haces, crees en la manera en que eres salvo. Si no lo haces, crees y permanecerás en el mundo de la muerte con sus muchos golpes.

Cientos de millones de personas se llaman a sí mismas cristianas y creen en la existencia de Jesús; pero no creen en él, porque si lo hicieran creerían su historia. Yo la he contado en mi libro "Resurrección". La historia es verdadera. He venido para dar testimonio de ella. Dios me incorporó en su cuerpo y se envió a sí mismo conmigo, de modo que el que me ve a mí, ve al que me envió. Tú nunca verás al que me envió mirando al hombre externo. Sólo el hombre interno tiene la semejanza de Dios, ¡y eso es quién yo soy!

Ahora vamos a entrar en el silencio.



Traducido por Manu Anderson
La conferencia original en inglés es BELIEVE IN HIM (Neville Goddard – 02-28-1969)   



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