~ "La imaginación crea la realidad." (Neville Goddard) ~


viernes, 25 de marzo de 2011

LA ETERNIDAD DENTRO (Neville - 4 de octubre de 1966)

Neville Goddard (4 de octubre de 1966)


LA ETERNIDAD DENTRO



El tema de esta noche es un misterio a desvelar sólo por medio de la revelación. Es un secreto que se ha mantenido oculto desde el principio de los tiempos. Donde no existe misterio, donde no existe final, desde el principio no existe desafío, no hay espacio para la imaginación ni sitio alguno para la fe o la esperanza. Pero desde que Dios determinó, en su debido momento, revelarlo a sus apóstoles, aquéllos a quienes llamó e incorporó a su propio Cuerpo Resucitado, ellos son los enviados para contar la historia del evangelio de Dios.

El tema que he elegido para esta noche está tomado del libro de Eclesiastés. Tengo tantos comentarios sobre este libro en casa, tantas interpretaciones escritas por nuestros especialistas en la Biblia, y son tan ampliamente diversos en sus opiniones, incluso fuera de éste que he elegido esta noche, el versículo más discutido del libro entero, que desesperaría a todo hombre de este mundo.

El libro comienza con la sentencia, “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad. Nada nuevo hay bajo el sol.” Lo cual, por cierto, ha sido confirmado por la ciencia moderna. Ahora nos dicen que la historia completa espacio-tiempo del mundo está expuesta y sólo vamos tomando conciencia de porciones crecientes de ella sucesivamente. “¿Hay algo de lo que se pueda decir, 'He aquí esto es nuevo?' Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.” Luego toma todos los opuestos mundanos diciendo, “Hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir; un tiempo para reír y un tiempo para llorar; un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar”. Recorre todos los opuestos que tú y yo atravesamos, uno tras otro. Algunos pocos de ellos son obvios. Ciertamente nacemos y morimos, y qué hombre no ha reído y qué hombre no ha llorado, de manera que podemos entender todas estas partes.

Pero hay un pequeño versículo en el tercer capítulo de Eclesiastés que es el más discutido del libro entero. Es este versículo, “Todo lo hizo perfecto en su tiempo. Él ha puesto eternidad en la mente del hombre, sin que ese hombre alcance a entender lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin.” La interpretación de este versículo está determinada por el significado que los especialistas dan a la palabra “eternidad”. No he leído ni una sola interpretación donde profundizaran lo suficiente. La palabra se traduce como “eternidad” en la RSV (Revised Standard Version) que he citado. Se traduce como “el mundo” en la versión del Rey James, pero si te remontas a la raíz de la palabra “olam” descubrirás que significa “un muchacho, un hombre en sus años juveniles, un mozuelo, un joven”. Esto no tiene sentido para una persona común y los especialistas se propusieron ignorarlo por completo.

Podrías llegar a la conclusión de que todas las cosas están en la imaginación humana y que la imaginación es capaz de contener la imaginación del espacio. Tus sueños te revelan eso, ya que cuando despiertas, ¿dónde sucedieron? He visto las estrellas, la luna y el sol en mis sueños. Los sabios modernos me dirían que fue sólo un sueño y fue todo en mi imaginación, pero yo he visto a personas tan claramente como estoy viéndote a ti ahora, y conversamos, todo en mi imaginación, así que acompañaré a los hombres sabios en cuanto a eso. Pero cuando despierto y las cosas parecen ser objetivas e independientes de mi imaginación, ¿lo otro era irreal? No según el libro de Eclesiastés, que te dice que todo está en tu imaginación, que por siempre tu imaginación se está manifestando a sí misma en las imaginaciones de los hombres.

Esto ciertamente lo sé. Simplemente suponiendo que soy el hombre que me gustaría ser y actuando mentalmente en armonía con mi suposición, he ayudado al nacimiento de mis deseos y provocado que ocurran. He jugado el juego de la suposición una y otra vez y nunca me ha fallado. Cuando alguien me pide algo, simplemente asumo que tiene lo que quiere y entonces lo que sea que necesite que ocurra en este mundo, sucederá y se manifestará, pero ¿dónde se originó la realización del deseo sino en mi imaginación? Pero si no hay escapatoria de un mundo de recurrencias, qué importaría si tú pudieras obrar milagros, ser idolatrado por todos y poseer el mundo si en el final dirías, “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad.”

Pero Koheleth, el predicador, le dio un significado mucho más profundo que ése. Es maravilloso saber que el drama completo de la vida está teniendo lugar en tu imaginación. Que tú tienes la elección de vida y muerte, bondad y maldad, bendiciones y maldiciones; que tú puedes, mediante el acto de asumir, tener una vida rica y maravillosa donde cada cosa es una bendición. Pero si en el final, cuando cierres tus ojos por última vez, comprendes que todo fue vanidad, ¿no preguntarías qué importa? Esa es la conclusión a la que llega Koheleth. Nos está diciendo que hay algo más grande y que esperemos el momento indicado. ¿Cuándo? Nadie lo sabe, ni siquiera el Hijo, sólo el Padre. Pero en el momento indicado, eso que fue puesto en la mente del hombre será revelado.

Ahora permíteme repetirlo, “Él ha puesto eternidad en la mente del hombre, sin que ese hombre alcance a entender lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin”. Eso que Dios puso en la mente del hombre es un joven, una juventud eterna que es su único Hijo engendrado. Ahora permíteme desvelarlo para ti, ya que hablo desde la experiencia. No estoy teorizando ni especulando. Te estoy diciendo lo que sé por experiencia. Y la verdad que uno conoce por experiencia la conoce más íntegramente que cualquier otra cosa que conozca en este mundo, o que cualquier otra manera en que pueda conocer esa misma verdad. Comparto contigo, esta noche, la verdad que conozco por experiencia. Un día tú la experimentarás, pero esta noche la escucharás a través de una revelación secundaria de oídas, ya que te contaré lo que yo he experimentado en cuanto a este maravilloso 11° versículo del 3er capítulo de Eclesiastés.

Esta es la historia. Dios ha puesto a su único hijo engendrado en tu mente, porque el propósito de Dios es ofrecerse él mismo a ti. Nunca sabrás en la eternidad que Dios cumplió su propósito a menos que el Hijo de Dios le vea y le llame Padre. Y cuando el único Hijo engendrado de Dios te llame Padre, no existirá incertidumbre alguna. La revelación será tan completamente conocida que cuando él aparezca no habrá dudas en tu mente en cuanto a la relación.

Ahora permíteme volver atrás y desvelar este gran misterio. Yo digo que el Hijo de Dios es David. La palabra “olam” aparece por primera vez en el libro de Samuel. El rey hace una promesa, que el padre de quien destruya al enemigo de Israel será libre. No el hombre, sino su padre. Cuando David regresó del sacrificio de los filisteos con la cabeza del gigante en sus manos, el rey, recordando su promesa, intentó averiguar quién era el padre. El rey se volvió a su comandante y dijo, “¿Hijo de quién es este joven?” Como no lo sabía, el rey dijo, “Pregunta de quién es hijo este muchacho”. Nadie lo sabía, así que el rey se volvió a David y dijo, “¿De quién eres hijo, muchacho?” Entonces David respondió, “Yo soy hijo de Isaí, el Belenita”.

La palabra “Isaí” está conectada con el verbo “ser”. En otras palabras, David está diciendo, “Yo soy hijo de aquél cuyo nombre es YO SOY”. Yo soy el hijo del Señor, como dice en el 2° Salmo, “Voy a hablar del decreto del Señor. Él me dijo, 'Tú eres mi hijo; Yo te he engendrado hoy'.” La divina condición de hijo de David es la única de su especie y totalmente sobrenatural. Él esta mirando a los ojos de su padre, y su padre es Dios. Se nos dijo que Jesús es el Hijo, pero te digo que Jesús es Dios el Padre. Cuando se formuló la pregunta, “¿Qué piensan del Cristo, Hijo de quién es él?” respondieron, “El Hijo de David”. Entonces él dijo, “¿Por qué entonces David, movido por el Espíritu Santo, me llama 'Señor'?” lo cual significa, 'mi padre'. Si David lo llama 'Señor', ¿cómo puede ser él Hijo de David? Porque el Hijo de Dios fue puesto en la mente del Hombre.

Ahora vayamos a las escrituras para encontrar el lugar donde David fue enterrado, y donde el Señor fue enterrado. En el 2° capítulo de Reyes 1 se nos dice, “Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en la Ciudad de David”. El capítulo 3º de Nehemías nos cuenta el lugar diciendo, “Fue enterrado detrás de las escaleras que descienden de la ciudad de David a la puerta de la Fuente, el estanque bajo el lugar del Buda viviente”. Por lo tanto David fue enterrado detrás de las escaleras, en la parte superior, en la Ciudad de David.

Ahora bien, se nos dice que cuando Jesús fue crucificado (en la preparación de los judíos para la Pascua) lo bajaron y colocaron en una tumba vacía que no había sido aún ocupada. ¿Dónde? En la Ciudad de David. Las escrituras nos cuentan que hay muchos sepulcros en la ciudad de David, pero que él está enterrado en la parte superior del pozo de desagüe que baja al gran estanque de las Aguas Vivientes. Incluso hoy los hombres están excavando toda África del Norte tratando de encontrar esa área, pero nunca jamás la encontrarán ahí, porque el lugar de entierro de David está en el cofre que tú llevas. Dormido junto a sus padres, David está enterrado en la Ciudad de David en la parte superior de las escaleras que bajan a las Aguas Vivientes en ti.

Puedes no saberlo, pero independientemente de tu sexo tú eres el Padre de David. Yo sé, por experiencia, que yo soy el Padre de David. David duerme junto a sus padres – no ancestros – y está enterrado en la misma ciudad donde su Padre, el Señor, está enterrado. Yo te lo digo, tú eres el Padre. Tú eres aquel Señor llamado Jesús que está enterrado en la Ciudad de David, y cuando llegue la plenitud de los tiempos te levantarás, y al hacerlo generarás una nueva creación que nacerá desde las alturas. “Volvemos a nacer a través de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”. Bien, Jesucristo está enterrado en ti como se te dice en la 2ª carta de Pablo a los Corintios, “Todos llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús para que podamos manifestar en nuestro cuerpo la vida de Jesús”. Tú cargas su muerte en tu cuerpo con la esperanza de que manifestarás su vida en tu cuerpo, y cuando él se levanta en ti, tú eres Él. ¿Cómo sabes que Jesús murió por ti? ¿Cómo sabes que cuando Él se levanta tú eres Él? Por medio de la revelación de Su Hijo, quien se levanta en ti y te llama Padre, ya que cuando te llame Padre tú sabrás quién eres.

David está enterrado con sus padres. Puesto que nadie ha visto jamás el rostro de Dios excepto su único Hijo que está en el seno del Padre, él lo ha hecho conocido. No puedes ver el rostro de Dios, pero Su Hijo sí puede, de modo que es el Hijo quien te revela como el Padre. Se nos dice en el capítulo 13 de Marcos, “Entonces si alguno os dijere, 'Mirad, allí está el Cristo', o 'Mirad, aquí está', no le creáis”. No le creáis. “Porque aún no aparece el que seremos, pero sabemos que cuando aparezca seremos como él”. ¡Idénticos! Bien, ¿cómo sabrás que tú eres él? Cuando su Hijo te llame Padre. David duerme con sus padres, ya que todos nosotros somos el Elohim. Pese a que la palabra Elohim es plural se la traduce tanto en singular como en plural. David me ha llamado Padre y un día te llamará Padre a ti. Él llamará Padre a todos y entonces todos estaremos unidos en el único Dios.

“He manifestado tu nombre a aquellos que me has dado. Yo en ellos y tú en mí para que puedan llegar a ser perfectamente uno.” Te he contado lo que me ha sido dado por revelación. Puede no tener sentido pero no puedes esperar que este, el más grande de todos los misterios, tenga sentido ya que tiene lugar en una región tan remota del lugar que habita el intelecto, que no se lo puedes explicar al intelecto. Ningún erudito lo entiende. El nivel más bajo encontrado en las escrituras es el octavo nivel, el nivel de las mentes brillantes del mundo. Se dice que la sabiduría de este mundo es tontería a los ojos de Dios. Que basta la tontería de Dios y la debilidad de Dios para confundir al sabio. El sabio puede analizarla, pero las escrituras no pueden entenderse hasta que sean reveladas.

No habría tenido el menor concepto de lo que ese versículo significaba si no me hubiera sido revelado y lo hubiera experimentado realmente. Si leyeras los doce capítulos de Eclesiastés y limitaras la lectura a la vanidad, saldrías y harías cualquier cosa bajo el sol para disfrutar la pequeña felicidad que pudieras, porque al final todo se habría evaporado si no fuera por este pequeño versículo. Ya que el libro entero nos cuenta, “El sabio y el estúpido morirán y se convertirán en polvo. Todo es polvo, vanidad de vanidades. Todo es vanidad.” Pero lo que estoy tratando de contarte esta noche es tan enteramente profundo. Así que vuelve a casa sabiendo que, aunque parezcas irte de este mundo, no mueres realmente, que eres un ser inmortal y enterrado en ti está David, el Hijo eterno, inmortal de Dios.

¿Sabes quién es David realmente? No es un muchacho nacido mil años A.C. No. Según el pensamiento Hebreo todo consiste en todas las generaciones de hombres y sus experiencias fusionadas en un gran todo, y el tiempo concentrado en el cual todas las generaciones se fusionan y del cual provienen, se llama eternidad. La eternidad se personifica como juventud – la eterna juventud. Cuando el hombre ha atravesado todas las generaciones de hombres (sin pasar por alto experiencia alguna) y puede decir, “Perdónalos porque no saben lo que hacen mientras van atravesando estados”, entonces la suma total, la quintaesencia de toda la experiencia de ser hombre, se levanta de su sueño y te llama Padre.

Sí, he sido ciego; he sido sordo; he sido mudo. He sido todo lo que un hombre pueda [ser] alguna vez. He estado aprisionado, avergonzado, todo en el mundo. No en esta pequeña sección de tiempo sino en mi viaje. He actuado todos los papeles bajo el sol. Lo he visto. Una noche ofrecí un banquete a todos los papeles que he interpretado. Eso es el banquete del Mesías. Habiendo entregado todo en el mundo, el Mesías invitó al grande y al poderoso, pero ellos se excusaron y no asistieron. Entonces dijo a sus sirvientes que recorrieran todos los caminos y trajeran a todos. Y ellos trajeron al cojo y al ciego, al tullido y al lisiado. Esa noche fui elevado a las alturas y me encontré a mí mismo en la divina forma humana. Yo era una radiante luz encendida. No quemaba, era sólo un resplandor que iluminaba todo lo que yo había sido. No necesitaba las estrellas; no necesitaba la luna; yo era la luz. Y hasta donde mis ojos podían ver, era un mar infinito de imperfección humana – todos los papeles que he representado. Supe que estaban esperando por mí y aún así, mientras me deslizaba por ese mar, no levanté un dedo para hacer a alguno de ellos mejor de lo que parecían, pero mientras pasaba, ojos que habían estado ausentes eran reemplazados en las cuencas vacías, brazos y miembros perdidos se volvían perfectos. Ni uno sólo de ellos tenía una mácula al final. Y mientras yo llegaba al final, el grandioso grupo coral cantaba a toda voz, “Neville ha resucitado, Neville ha resucitado”, y cuando alcancé el final todos exclamaban jubilosos, “Ha finalizado”, y yo regresé a este modesto ropaje que uso.

Esa noche fui llamado por mi nombre personal, tal como se te dice en las escrituras, “Llamaré a las multitudes por su nombre y ni uno será omitido”. Tú tienes un nombre, y serás llamado por tu nombre en el día final y ni uno será omitido. Ellos me llamaron por el único nombre por el que he sido conocido. Tengo apellido, pero cuando tenía sólo tres semanas de edad, mi madre escuchó la voz que decía, “Llámalo Neville”. Luego, 15 minutos más tarde, fue confirmado cuando mi tío le habló y le dijo, “Llámalo Neville”, aunque ese nombre nunca antes había sido usado en nuestra familia. Y leemos en el capítulo 41 de Génesis, “Si se repite, en breve se hará realidad”.

Yo les di lo que querían más que nada en el mundo, esa noche. Querían restauración de mi caída. Caí como Dios cayó, ya que no existe nada excepto Dios. Y llevé esa inocente perfección al mundo de la experiencia y actué todos los papeles. Luego fui elevado y los encontré esperando por su redención. Y mientras caminaba todos se volvían perfectos, porque “Debéis ser perfectos como vuestro Padre en el cielo es perfecto”. Todo hombre fue hecho perfecto, ya que yo caí y los llevé conmigo, luego fui ascendido y los redimí a todos ellos. Ése fue el banquete del Mesías.

Todos han caído de la misma manera. Puedes no saberlo, pero cuando ves a alguien que es ciego recuerda lo que se te dice en el capítulo 9 de Juan. La pregunta era, “Dime maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres para que haya nacido ciego?” y la respuesta fue, “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras del Señor se manifiesten”. Fue el Señor quien cayó y es el Señor quien se elevará. Ese Señor está en ti y su nombre, en las escrituras, es Jesucristo. Es decir Jehová. Pero el hombre no lo entiende, porque está completamente confundido con todos los sinsentidos que ocurren en el mundo. Hace un par de días leí que el actual papa declaró que él no puede permitir que las cosas se le escapen de las manos. Dijo, “Los Pontífices romanos”, refiriéndose a todos los pontífices desde el principio de su – así llamado – reinado, “son los custodios e intérpretes de la revelación divina”.

Varios años antes este mismo papa declaró en un domingo de Resurrección que los Judíos crucificaron a Jesús porque no sabían quién era. ¿Y él es el custodio de la revelación de Dios? Vaya, no tiene el menor principio de sabiduría en lo que concierne a Cristo. Lo afirmo como alguien que ha experimentado a Cristo. Hablo de la misma manera en que Pablo habló al Sanedrín. Ellos pensaban que eran los intérpretes, los grandes protectores de la revelación divina, pero no sabían de lo que estaban hablando. Ningún judío ni grupo de judíos mató a Dios. Escucha las palabras del capítulo décimo del evangelio de Juan, “Nadie me quita la vida; la doy yo mismo. Tengo el poder para darla y el poder para volverla a tomar.” ¿Cómo vas a pasar por alto esta fuerte sentencia cuando cada palabra de las escrituras es verdadera?

Nadie te quita la vida, tú mismo la das. Por un acto de auto-limitación logras tu propósito de expansión. No podrías expandirte más allá de lo que eras si por tu propia decisión no te hubieras limitado a ti mismo y caído. Llevaste contigo al único hombre roto en múltiples partes e interpretarás todos los papeles bajo el sol. El ladrón, la víctima, el asesinado, y el asesino, todo bajo el sol, de modo que al final puedas decir, “No importa quién eres, eres perdonado, porque en el momento presente no sabes quién eres ni lo que haces”. Entonces serás elevado a lo alto por un poder dentro de ti mismo y prepararás el banquete del Mesías para todas las partes que cayeron contigo, y mientras te deslizas cada una se volverá perfecta. ¿Por qué? Porque tú eres perfecto. A medida que te deslizas, todas ellas se moldean en las bellas formas que conocieron en el estado de inocencia, antes de que tú cayeras llevándotelas contigo al estado de la experiencia. Caíste en el estado de la experiencia y regresas al estado de la imaginación. Esa es la cumbre.

“Dios puso eternidad en la mente del hombre sin que ese hombre pudiera entender lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin”. Yo te lo he revelado, esta noche, a través de la revelación menor de oídas. Como Job, has escuchado con la audición de la oreja. Job no podía entender cómo Dios podía ser un dios de amor cuando todas las cosas terribles le sucedieron, pero al final Job comprendió que él fue el único que había causado todo. Y, cuando tú hayas representado todos los papeles, como Job despertarás y dirás, “Ahora mis ojos te ven”.

Las iglesias, hoy en día, hablan de Jesús como si estuviera sufriendo por tus pecados. No lo creas ni por un momento. Cada uno lleva dentro de sí mismo su propia prueba. Si no das en el blanco no obtienes el premio. Aciertas el blanco y obtienes el premio. No existe sufrimiento por pecados. El sufrimiento es simplemente una acción disciplinaria, que no es más que el amor de Dios en ti. No hay un Dios en el exterior. Se nos dice en Proverbios, “Como un padre corregiría a su hijo, así el Señor disciplina a aquel a quien ama”. Amando el papel que interpretas, él lo disciplina y lo corrige mientras se mueve de estado a estado a estado.

Por lo tanto Eclesiastés está en lo cierto. Yo nazco y muero, he conocido la pobreza y he conocido la riqueza, he conocido la desgracia y he conocido la gracia. Ha habido un tiempo en mi vida en el que habría coincidido con Koheleth y expresado, “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”, pero la última ronda ha llegado para mí y estoy a punto de partir de este mundo de pecado y muerte (y no pasará mucho tiempo, te lo aseguro), ya que el todo ha sido revelado.

Sólo en el final, cuando estés a punto de partir de Egipto (el mundo de los estados) es realmente revelado. Si eres llamado para contarlo, lo harás, y habrá quienes lo escuchen y crean y quienes lo escuchen y lo rechacen. Es totalmente decisión del individuo que escucha el testimonio. Yo te digo lo que sé por experiencia y tú puedes creerlo o puedes rechazarlo. Es totalmente tu decisión, pero experimentarás todo lo que te he contado esta noche.

David, un día, después de haber dormido con sus padres (plural) despertará en ti. Y tú, siendo el Padre, despertarás y ascenderás desde Gólgota, tu cráneo, porque el lugar donde lo pusieron y el lugar donde resucitó fue en la Ciudad de David. El sepulcro de David, como nos dice el tercer capítulo de Nehemías, está después de las escaleras que descienden de la Ciudad de David a la puerta de la Fuente. Explotando interiormente tú te levantas del sepulcro donde Jesucristo está enterrado. Cinco meses después David explota en tu interior y tú exclamas, “He encontrado a David. Él ha exclamado dentro de mí, 'Tú eres mi Padre, mi Dios y la Roca de mi salvación'.” La relación es tan bien conocida que es profética.

Entonces, cuatro meses después, tú ves el eje y la puerta de la Fuente de las Aguas Vivientes donde reposas en la Ciudad de David. Fusionado con ella te elevas a la eternidad y tu viaje ha terminado. Luego perduras durante un breve tiempo para contarlo. Hace dos meses, ninguna compañía de seguros me habría dado una semana de vida, pero tengo que permanecer para contarlo. La función ha terminado para mí, pero tiene que ser contada. Aún hay oídos para oírla, así que volví y estoy tan fuerte hoy como lo estaba hace 25 años. Soy el mismo joven que era hace 25 años a pesar de mis 61 actuales. Puedo hacer, físicamente, las cosas que no he hecho en muchísimo tiempo, pero puedo partir esta noche. Da igual ahora. Volví para contarles a aquellos que tuvieran que escucharlo, ya sea que lo acepten o lo rechacen, como se nos dijo en el último capítulo de Hechos, “Les exponía desde la mañana hasta la noche, tratando de convencerlos del reino de Dios y contándoles sobre Jesucristo, usando para su argumento la ley de Moisés y los Profetas y los salmos. Y algunos quedaban convencidos por lo que decía mientras que otros no creían”.

Esta es la historia de todos aquellos a quienes se les aparece el Dios resucitado. Todos los padres están regresando ahora y tú eres el Padre. Somos los padres con los que David duerme. Tú eres su Padre y lo sabes sólo porque yo te lo he dicho, pero se acerca el día en que lo sabrás por experiencia. Y si tú eres el Padre de David y yo sé que soy su Padre, ¿no somos uno? ¿No podemos decir las palabras del capítulo 17 de Juan, “Yo en ellos y tú en mí para que puedan llegar a ser perfectamente uno”?

El Antiguo Testamento termina con esta nota, “Un hijo honra a su padre. Si yo soy padre, ¿dónde está mi honra?” En otras palabras, ¿dónde está mi hijo? Así que el Antiguo Testamento finaliza con una esperanza, porque el hijo no ha aparecido todavía para honrar a su padre, pero cuando empieza el Nuevo Testamento el hijo aparece.

Esta noche te he contado quién eres realmente, y pese a que todo es vanidad, puedes ser lo que sea que quieras ser, genéricamente. Puedes ser un pecador o un santo ya que estás pasando por un fabuloso mundo de opuestos y como dijo Blake, “No considero que el justo o el malvado estén en un estado supremo, sino que cada uno de ellos están en los estados del sueño en los que el alma puede caer en su sueño mortal del bien y del mal cuando abandonó el paraíso siguiendo a la serpiente”.

Así que estamos dormidos hasta el final, soñando sueños extraños. Soñamos que estamos en prisión y soñamos que somos libres. Soñamos que tenemos dinero y soñamos que somos pobres, y aquello con lo que nos identificamos, lo exteriorizamos. Por ello no puedo desmentir la declaración del predicador, pero aquel versículo mencionado brinda la esperanza, porque sin ese versículo qué importaría esta noche si no hubiera esperanza, no habría nada. La mente intelectual no puede entender lo que Dios puso en la mente del hombre, pero yo te he contado lo que es. Nunca sabrás que eres Jesús hasta que su Hijo estalle dentro de ti y te llame Padre. Entonces, implícitamente, sabes quién eres. Sigue siendo el mismo nombre. El ser que se eleva y el ser que es llamado Padre no difieren del ser que fuiste antes, sólo que ahora incluyes un ser mucho más grande que no es otro que Dios el Padre.

Ahora vamos a entrar en el silencio.


Pregunta: Cuando morimos aquí, ¿adónde vamos?

Respuesta: Esto parece la plenitud de la vanidad basado en lo que sabemos sobre nuestro cuerpo biológico humano, y en lo que nuestros científicos nos dicen al respecto, pero tú te soñaste como un ser, y el soñador no puede ser destruido por su sueño. Puedes soñar el sueño más horrible del mundo, puedes soñar que mueres, pero no puedes ser destruido por tu sueño. Igual que te soñaste a ti mismo estando aquí, te soñarás a ti mismo estando allá. Mi madre tenía sólo 61 años cuando partió, pero aparentaba 90 porque había sufrido mucho durante dos años y su personalidad encantadora se había marchitado ante nuestros ojos. La he visto a la edad de veinte años, radiantemente bella. Yo permanecía en mi edad sin embargo ella lucía mucho, mucho más joven, pero la relación madre/hijo todavía estaba ahí. Mi padre murió a la edad de 85 años. Lo he visto varias veces desde entonces y nunca ha aparentado tener más de 50. Como ves, estamos soñando. Te encontrarás a ti mismo no sólo en un mundo tan real como éste, sino que el mundo puede no estar en el año 1966, como está en el presente, puede ser el año 3002 y será exactamente tan natural y normal para ti como lo es este año de 1966. No hay pérdida de identidad, te encontrarás a ti mismo en el ambiente más adecuado para el trabajo que todavía tiene que hacerse en ti.

Buenas noches.



Traducido por Penchi Quirch de Troia
La
conferencia original en inglés es ETERNITY WITHIN (Neville Goddard 10-4-1966)